Alberto M¨¦ndez o la dignidad de los vencidos
Cuando un peculiar libro de cuentos, como es Los girasoles ciegos, contra todo pron¨®stico comercial razonable, gana el Premio de la Cr¨ªtica, el Premio Nacional de Literatura, agota seis ediciones (unos quince mil ejemplares, seg¨²n su editor), y consigue vender los derechos de traducci¨®n a Alemania, Francia, Italia y Serbia, es que algunas virtudes especiales debe tener. Y claro que las tiene: la emoci¨®n que produce su lectura y la indiscutible calidad literaria.
El caso es que en una sociedad en la que las novelas insustanciales ocupan tanto espacio medi¨¢tico, hasta el punto de que apenas dejan sitio para los empe?os literarios discretos, m¨¢s honestos y ambiciosos, como el de Alberto M¨¦ndez, es un aut¨¦ntico milagro que un jurado tan estramb¨®tico como el reunido en el Ministerio de Cultura (hay entre sus miembros honrosas excepciones, claro est¨¢; en esto el actual Gobierno no ha logrado distinguirse del anterior) haya acertado plenamente. Lo que no significa que no hubiera otros libros merecedores de reconocimiento, como las novelas de Javier Mar¨ªas y Luis Mateo D¨ªez, e incluso las memorias de Carlos Castilla del Pino. Hay, por tanto, que alegrarse, y mucho, pues la decisi¨®n del a?o pasado, junto con la forma en que se compuso tambi¨¦n entonces el jurado, hab¨ªan dejado el prestigio del galard¨®n bastante mermado.
?Por qu¨¦ tachaba antes Los girasoles ciegos de libro de cuentos peculiar? Pues porque de entre las diversas maneras en que puede organizarse un volumen de cuentos, el autor hab¨ªa optado por la que quiz¨¢ fuera la m¨¢s compleja, la que denominamos "ciclo de cuentos", una modalidad a la que tambi¨¦n pertenecen, por mencionar un par de buenos ejemplos, Dublineses, de Joyce, y los Cuentos del Barrio del Refugio, de Jos¨¦ Mar¨ªa Merino. En estos libros de relatos, las piezas, aunque mantengan su valor independiente, aparecen asimismo trabadas, generando otra unidad de sentido distinta.
Pero tambi¨¦n es ¨¦ste un libro de narraciones sobre la Guerra Civil y sus consecuencias pol¨ªticas y sociales, el ¨²ltimo eslab¨®n de una ya riqu¨ªsima tradici¨®n literaria que ha tenido en Max Aub y Juan Eduardo Z¨²?iga, por s¨®lo citar nombres indiscutibles, algunos de sus mejores cultivadores. Al leerlo por primera vez record¨¦ una frase de Cervantes que le gustaba citar al autor de La gallina ciega: "Con ser vencidos llevan la victoria".
Si no recuerdo mal, el libro de Alberto M¨¦ndez apareci¨® en la editorial Anagrama en febrero de 2004, cosech¨® numerosas y excelentes cr¨ªticas (de Santos Sanz Villanueva, ?ngel Basanta, Juan Antonio Masoliver, Antonio Garrido, Pilar Castro, Pedro M. Domene y Francisco Solano, entre otros), y obtuvo en diciembre el Premio Setenil, que gracias a la iniciativa y al excelente olfato literario de Manuel Moyano y Ram¨®n Jim¨¦nez Madrid, se concede en Molina de Segura (Murcia) al mejor libro de cuentos del a?o.
Cuando el 10 de abril se fall¨® el Premio de la Cr¨ªtica, el libro continuaba en la primera edici¨®n, la segunda apareci¨® unas semanas despu¨¦s y desde entonces no han dejado de sucederse de manera imparable. Lo recuerdo bien porque he observado en diversas ocasiones c¨®mo Marta Ramoneda, de la librer¨ªa La Central, de Barcelona, quien utiliz¨® el libro de M¨¦ndez en el Taller de Lectura que coordina en el Raval, y un cliente habitual con pinta de profesor latoso, cantaban alborozados la aparici¨®n, una tras otra, de las sucesivas ediciones... ?ste es, por tanto, el t¨ªpico caso de un libro que funciona por el boca a boca, por la recomendaci¨®n de los lectores, tras la llamada de atenci¨®n que supuso el Premio de la Cr¨ªtica.
Qui¨¦n fue Alberto M¨¦ndez
ya se ha recordado hace poco en estas mismas p¨¢ginas, su militancia en el partido comunista, y su vinculaci¨®n con el mundo editorial, sobre todo a la prestigiosa editorial Ciencia Nueva. Lo que quiz¨¢ sea menos conocido es que naci¨® en Roma porque su padre, el poeta y traductor Jos¨¦ M¨¦ndez Herrera, trabajaba para la FAO, aunque los lectores veteranos lo recordar¨¢n como traductor habitual de la editorial Aguilar, de autores tan importantes como Goldoni, Dickens, Stevenson, Chesterton y J. B. Priestley, entre otros. As¨ª, en 1962, obtuvo el Premio Nacional de Traducci¨®n por su versi¨®n de las obras teatrales de Shakespeare.
Dos meses antes de morir, en un correo electr¨®nico que le envi¨® a un amigo, Alberto M¨¦ndez afirmaba: "Mi vida ha sido, y as¨ª pretendo que sea, una vida oscura y oscurecida por mi dedicaci¨®n al trabajo y a la familia. El resto ha sido mi militancia pol¨ªtica, la clandestinidad, y una obcecaci¨®n tan fracasada como enfermiza por contribuir a la ca¨ªda de la dictadura. Lo malo es que, adem¨¢s de no caer, me arroj¨® encima toda la excrecencia que dimanaba".
No menos inter¨¦s tiene un breve texto que compuso con motivo de la concesi¨®n del Premio Setenil, titulado En torno al cuento. En ¨¦l, adem¨¢s de se?alar a Borges, Cort¨¢zar y Carver como sus cuentistas preferidos, apuntaba las virtudes y defectos del g¨¦nero. As¨ª, se?ala que el cuento se caracteriza por su capacidad sint¨¦tica y desarrollo vertiginoso, porque s¨®lo utiliza los elementos esenciales de la narraci¨®n: planteamiento sucinto, enredo esquem¨¢tico, personajes paradigm¨¢ticos y desenlace sorpresivo. Cuando todo ello se logra, comenta, se consigue la dosificaci¨®n y el equilibrio interno adecuado que convierten al cuento en un g¨¦nero absolutamente moderno.
No quiero concluir sin refe-
rirme al libro, aunque ya haya sido suficientemente explicado y valorado. En Los girasoles ciegos se narran cuatro historias de horror y desolaci¨®n, en las que se ahonda en las razones de la derrota, no en vano los subt¨ªtulos de los cuentos aluden a ella. Son relatos para activar la memoria, contra el olvido, y en defensa de la idea de que en una guerra entre hermanos, al fin y a la postre, todos son perdedores. Quiz¨¢ por ello los personajes a los que se les proporciona voz, siempre seres an¨®nimos, aparezcan desorientados, perdidos, como los "girasoles ciegos" del t¨ªtulo, como el Hermano Salvador de la ¨²ltima pieza del conjunto. La cita inicial de Carlos Piera nos incita a asumir la historia, a no olvidarla, a cumplir con el correspondiente duelo que supone el reconocimiento p¨²blico.
?ste es, por tanto, uno de esos pocos libros que puede satisfacer a todo tipo de lectores. Por un lado, es sencillo y profundo a la vez; realista, pero cargado de simbolismo. Por lo que no me parece arriesgado repetir la propuesta que hace ya varios meses les hice a los lectores de la revista Quimera, sin que mi econom¨ªa haya sufrido hasta ahora merma alguna por ello. Estoy tan seguro de que van a disfrutar y a emocionarse con la lectura de estos cuentos que me comprometo a devolverles el dinero a todos aquellos que se sientan decepcionados con su lectura. Es una oferta sin riesgo alguno.
Fernando Valls es profesor de literatura espa?ola contempor¨¢nea en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y director de la revista Quimera.
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