"Me salv¨¦ trepando por una fachada"
Un anciano y el conserje de un bloque de pisos narran c¨®mo sobrevivieron por separado al temporal en la riera de Calonge
Roger Daniels, un profesor de bellas artes jubilado, de origen belga, ten¨ªa el pasado jueves un ojo puesto en las rendijas de su ventana, que tapaba concienzudamente con cinta adhesiva para evitar la entrada de agua. Con el otro ojo controlaba el nivel del desbordamiento de la riera de Calonge. S¨®lo unos segundos despu¨¦s de sellar met¨®dicamente sus ventanas y darse la vuelta, una tromba impetuosa de agua y barro romp¨ªa en mil pedazos los cristales y convert¨ªa su casa en una trampa mortal. El nivel del agua subi¨® a una velocidad vertiginosa y s¨®lo le dio tiempo a salvar la vida. "Sal¨ª como pude, luchando contra la fuerza del agua, que ya me llegaba al pecho, y a mis 81 a?os y con un infarto a cuestas, trep¨¦ por la fachada hasta el piso de arriba". Desde el balc¨®n pudo contemplar c¨®mo el agua destrozaba su vivienda y se llevaba sus muebles corriente abajo. "Era como tener ante m¨ª el Misisipi. Todav¨ªa ahora me sorprende mi reacci¨®n. Yo no puedo hacer esfuerzos. Debi¨® de ser el instinto de supervivencia".
"Ahora nos espera otra lucha, la de los seguros", explicaba un afectado
"Si esto hubiera sucedido durante la noche, habr¨ªa muerto mucha gente", advert¨ªa ayer Manel N¨²?ez, el conserje del edificio Menhir, situado tambi¨¦n ante la riera de Calonge. N¨²?ez recuerda que la presi¨®n del agua no les dejaba abrir la puerta corredera de cristal de su domicilio, en el que se encontraba junto con su mujer y su hijo. "El agua iba subiendo afuera y entraba por todas partes. Fue un momento angustioso", explicaba ayer. Cuando el nivel exterior llegaba casi a un metro y ya tem¨ªan lo peor, la fuerza del agua derrib¨® s¨²bitamente la puerta hacia el interior y les abri¨® una v¨ªa de escape. "Nos dimos la mano los tres y, agarrados a los arbustos para que el agua no nos arrastrara, conseguimos llegar a la escalera del primer piso".
El propio hijo de la familia N¨²?ez, un mosso d'esquadra que se encontraba de servicio y destinado en la zona, colabor¨® en las tareas de rescate de su propia familia. "Fue un d¨ªa terrible, la gente estaba muy asustada y a muchos todav¨ªa les parece incre¨ªble lo sucedido", explicaba ayer el agente, que cumpli¨® a?os el d¨ªa de la inundaci¨®n.
El coche de Manel N¨²?ez fue arrastrado, como si fuera de juguete, hasta un pinar del complejo residencial, junto a una piscina de aguas fangosas. El de su mujer corri¨® peor suerte: un vecino les dijo que est¨¢ cerca de la playa, a medio kil¨®metro, incrustado entre el techo de una casa y un ¨¢rbol.
En la cercana Platja d'Aro, el sector del comercio se llev¨® la peor parte. El fango se ha adue?ado de las tiendas m¨¢s selectas y algunos s¨®tanos comerciales, totalmente inundados, eran bombeados ayer por los bomberos. Las playas de Sant Antoni son el escenario dantesco de la gigantesca fuerza de las aguas, que arrastr¨® decenas de veh¨ªculos hacia el mar.
Antonio Gallardo, propietario de una vivienda de planta baja en la avenida de la Uni¨®, recordaba ayer, mientras limpiaba el motor de su coche con una manguera, la curiosa forma como consiguieron mantener a raya el agua que se filtraba por sus puertas: recogi¨¦ndola a toda velocidad con cazos y ech¨¢ndola luego al v¨¢ter.
Muchos vecinos afectados por las tormentas prefer¨ªan, antes de empezar a limpiar, esperar la visita de los peritos judiciales. "Somos conscientes de que ahora nos espera otra lucha: la de los seguros", afirm¨® el profesor de pintura. Otros, menos optimistas, miraban el cielo plomizo y advert¨ªan, ante las previsiones de m¨¢s lluvias, que no podr¨ªan pegar ojo en toda la noche.
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