Lula: la tormenta y su contexto
La pol¨ªtica econ¨®mica del presidente brasile?o parte de la premisa de que el celo por el equilibrio fiscal benefici¨® en el pasado a la extrema derecha que encumbr¨® a Jair Bolsonaro
Es un lugar com¨²n del an¨¢lisis sobre la vida p¨²blica de Brasil suponer que durante esta gesti¨®n Lula da Silva ha abandonado algunas premisas que hab¨ªan convertido a sus presidencias anteriores en experiencias muy atractivas para los mercados. El rigor fiscal que hab¨ªa caracterizado al l¨ªder del Partido de los Trabajadores entre 2003 y 2011 ya no es una prioridad de su administraci¨®n. El abandono de aquel criterio es el principal factor de la turbulencia que atraviesa hoy la econom¨ªa brasile?a. Se trata de un problema que excede el marco nacional por la dimensi¨®n de esa econom¨ªa. Una de sus consecuencias es que desaf¨ªa el experimento m¨¢s llamativo que se realiza en la regi¨®n: la estabilizaci¨®n econ¨®mica que lleva adelante Javier Milei en la Argentina.
Lula da Silva se comprometi¨® a contener el gasto p¨²blico para frenar el incremento de la deuda, que representa el 75% del PBI. Un 92% de ese gasto es inflexible. Pero Fernando Haddad, el ministro de Hacienda, dispuso l¨ªmites a los salarios de los funcionarios, poner un tope al aumento del salario m¨ªnimo e impedir que los militares se jubilen a los 55 a?os. Pero, al mismo tiempo que realizaba estos recortes, Lula decidi¨® cumplir con una de sus grandes promesas de campa?a: liberar de un impuesto a los ingresos a los empleados que cobren sueldos inferiores a los 5.000 reales. Son 26 millones de brasile?os. Esa mejora en el salario instal¨® dudas sobre la consistencia de todo el plan fiscal.
Como las iniciativas del Gobierno insinuaban un aumento de la inflaci¨®n, el Banco Central de Brasil, dirigido por Roberto Campos Neto, comenz¨® a defender el valor del real subiendo la tasa de inter¨¦s. La semana pasada se ajust¨® en un punto porcentual y qued¨® en 12,5%. Campos Neto ser¨¢ reemplazado por el director de pol¨ªtica monetaria del banco, Gabriel Galipoli. Nominado por Lula, Gal¨ªpoli gener¨® alg¨²n temor a que pudiera reblandecer el ajuste. Pero el funcionario ya dej¨® trascender que seguir¨¢ subiendo la tasa de inter¨¦s. Es lo que esperan los inversores.
La estrategia tuvo hasta ahora un efecto parad¨®jico. Casi toda la deuda p¨²blica del Estado brasile?o est¨¢ cifrada en reales y m¨¢s de la mitad de ella se actualiza por la tasa que fija del Banco Central. Por lo tanto, el ajuste monetario de esa instituci¨®n aumenta el gasto p¨²blico. Y hace prever m¨¢s inflaci¨®n. El objetivo del programa era que durante 2024 los precios aumentaran un 3%. Pero Campos anticip¨® que la suba ser¨¢ de 4,9% y superar¨¢ el 5% en el primer trimestre del a?o que comienza. Esta din¨¢mica indujo a los inversores a huir del Real y refugiarse en el d¨®lar. La fuga produjo una devaluaci¨®n del 25% del valor de la moneda en lo que va del a?o.
Es imposible comprender plenamente este proceso fuera del contexto pol¨ªtico en el que se desarrolla. El Lula da Silva que est¨¢ al frente del pa¨ªs es distinto del que gobern¨® en los primeros a?os del siglo. En muchos terrenos ha girado hacia posiciones m¨¢s radicalizadas. En el plano econ¨®mico, apost¨® a un distribucionismo m¨¢s relajado desde el punto de vista fiscal que en las experiencias anteriores. Tal vez esa inclinaci¨®n revele un arrepentimiento. La idea de que el celo por el equilibrio de las cuentas p¨²blicas fue excesivo e hizo perder votos a su partido, beneficiando a la extrema derecha que ascendi¨® al poder con Jair Bolsonaro. A Michelle Bachelet se le atribuye el mismo comportamiento despu¨¦s de haber entregado el mando de Chile a Sebasti¨¢n Pi?era en 2010. El regreso, en 2014, tuvo otra orientaci¨®n.
En Lula puede haber otra inspiraci¨®n.? El presidente brasile?o est¨¢ convencido de ese destino, en especial, desde que aparecieron evidencias m¨¢s persuasivas de la participaci¨®n de Bolsonaro en el intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023.
As¨ª como la pol¨ªtica dom¨¦stica explica los accidentes de la econom¨ªa, tambi¨¦n hay un marco internacional que ayuda poco. Es el panorama que se va configurando con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Cada vez est¨¢ m¨¢s claro que, aunque sea de manera moderada, Trump cumplir¨¢ con la promesa de un mayor proteccionismo. La subida de aranceles a las importaciones promete m¨¢s inflaci¨®n en Estados Unidos. Promete, por lo tanto, una pol¨ªtica m¨¢s dura de la Reserva Federal con la tasa de inter¨¦s. Quiz¨¢s no un incremento de ese porcentaje, pero s¨ª una suspensi¨®n de su ca¨ªda. Alcanza solo con esa decisi¨®n para que los inversores se sientan atra¨ªdos por los bonos del Tesoro estadounidense, lo que supone un fortalecimiento del d¨®lar frente a las dem¨¢s monedas. Es lo que est¨¢ ocurriendo en las econom¨ªas emergentes, una de los cuales es la de Brasil.
Los dos fen¨®menos: el debilitamiento del real por las inc¨®gnitas que rodean a la estrategia fiscal de Haddad, y el incremento general de la cotizaci¨®n del d¨®lar impactan sobre uno de los experimentos econ¨®micos m¨¢s llamativos de Am¨¦rica Latina. Es la estabilizaci¨®n argentina, dirigida por Milei. Una de las claves del programa es la reversi¨®n de la inflaci¨®n a trav¨¦s, entre otras decisiones, del control en el precio del d¨®lar. El relativo ¨¦xito de esa estrategia se advierte en el repliegue de las cotizaciones del d¨®lar paralelo, que es tiene un impacto directo sobre la formaci¨®n de los precios. El programa de Milei enfrenta un riesgo al tomar ese camino, como siempre que se dispone de un atraso deliberado del tipo de cambio respecto de la inflaci¨®n.
Ese atraso ahora es m¨¢s peligroso frente a la devaluaci¨®n del real. El 30% del comercio exterior de la Argentina se realiza con Brasil. En el caso de los bienes industriales, la proporci¨®n llega al 60%. Por lo tanto, la p¨¦rdida de competitividad con que se ver¨¢ afectada la econom¨ªa argentina amenaza los niveles de actividad y empleo para el a?o pr¨®ximo, en que se celebrar¨¢n las elecciones de medio t¨¦rmino. ?Milei se arriesgar¨¢ a liberar el tipo de cambio para absorber el impacto externo, aun a costa de exponerse a un rebrote inflacionario? ?O apostar¨¢ a que el deterioro en las condiciones productivas y laborales no le ser¨¢ reprochado en los comicios por el m¨¦rito de haber detenido la carrera de los precios? Es el dilema en el que se encuentra el extravagante l¨ªder argentino.
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