Historias de pesadilla
Israel / Palestina. Es la historia de un viaje al infierno en el que viven palestinos e israel¨ªes separados por odios y vallas y donde el escritor peruano pas¨® unos d¨ªas intensos. Habl¨® con unos y con otros y vivi¨® una experiencia ¨²nica. ?stas son sus impresiones, al hilo de las fotos que tom¨® su hija, en la voz de los protagonistas.
Estas fotos fueron tomadas en Israel, la Franja de Gaza y los territorios ocupados del West Bank en las ¨²ltimas semanas de agosto y las primeras de septiembre de 2005. Fui all¨ª con mi hija Morgana para tratar de averiguar si la decisi¨®n unilateral de Ariel Sharon de desalojar los asentamientos de Gaza abr¨ªan una nueva perspectiva de paz en la regi¨®n y la manera como palestinos e israel¨ªes reaccionaban ante esta iniciativa. Aunque el territorio es tan peque?o que un viajero puede circunvalarlo entre el desayuno y la cena, en la actualidad resulta complicado recorrerlo -a veces pesadillesco- por las barreras militares y el muro que lo cuadrillan, y las colas, controles e interrogatorios que en cada uno de estos puntos demoran el tr¨¢nsito. A pesar de ello, la experiencia result¨® fascinante porque en ese rinc¨®n del mundo la historia parece m¨¢s potente, y la vida, m¨¢s intensa que en cualquier otro lugar.
Las leyendas son fieles en esp¨ªritu a las informaciones recogidas de viva voz de boca de sus protagonistas, pero ellas resumen en unas frases lo que a veces fueron conversaciones de muchas horas, y, a veces, confesiones sueltas y mon¨®logos desordenados. Mis textos omiten muchas cosas y recrean otras, pero no creo haber tergiversado en ellos -no conscientemente en todo caso- nada esencial de lo que palestinos e israel¨ªes me dijeron.
A Dios rogando
"Rezo a Al¨¢ -sea siempre bendecido y alabado- cinco veces al d¨ªa, a la voz del 'muezz¨ªn' arrodill¨¢ndome en direcci¨®n a la Meca. Le pido que me d¨¦ fuerzas para conservarme siempre puro de cuerpo y de esp¨ªritu, a fin de servirlo mejor. Y le pido, tambi¨¦n, que nos traiga la paz. Soy soldado de la Autoridad Nacional Palestina y creo que nuestro pueblo ha sufrido ya demasiado por culpa de la 'jihad' (guerra santa). Tenemos que negociar con Israel y poner fin a la matanza y a la miseria en que vivimos. Los hermanos que quieren seguir guerreando nos empujan al abismo. ?De qu¨¦ sirve el martirio de unos pocos si cada d¨ªa hay menos trabajo y m¨¢s hambre en los campos de refugiados? ?Vamos a suicidarnos todos y dejarle Palestina entera a los jud¨ªos? Paz, paz, nuestro pueblo quiere paz".
Una familia decente
"Mi esposa y yo llegamos al campo de refugiados de Al Shatti, en Gaza, hace treinta a?os. Aqu¨ª nacieron nuestros diez hijos, de los que han sobrevivido los siete que aparecen en la foto. Somos una familia muy unida que, a pesar de vivir en esta ratonera de s¨®lo dos cuartos, en este barrio sin desag¨¹e y donde el agua y la luz se cortan un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, se considera feliz. Las mejores ¨¦pocas fueron aquellas en las que yo y mis hijos pod¨ªamos cruzar la frontera e ir a trabajar en Israel, en la agricultura o en las f¨¢bricas. Desde que estall¨® la 'intifada' y, en 1991, se cerr¨® la frontera, se acab¨® el empleo. Ahora hace cinco a?os que comemos las raciones de comida que nos reparte semanalmente la UNRWA, la oficina de la ONU para los refugiados. Es poco y a veces las tripas de los ni?os gru?en de hambre. Pero ninguno de nosotros ha robado ni mendigado, ni lo har¨¢ jam¨¢s. Nuestros padres nos ense?aron lo que hemos inculcado a nuestros hijos: la pobreza no est¨¢ re?ida con la decencia y, aun en las peores circunstancias, debemos alegrarnos de vivir".
Planes de Dios para Ezequiel
"Dios tiene un plan para cada individuo y para cada naci¨®n. Para Israel, Dios tiene planeado que vuelva a ocupar la tierra prometida, algo que ya empieza a ocurrir. La retirada de Gaza decidida por Sharon es un peque?o traspi¨¦s, un error que deber¨¢ ser corregido. En este asentamiento de Mizpe Jeric¨® somos 300 familias, unas 1.500 personas que observamos los mandamientos de la Torah y servimos devotamente a Dios. Para el mundo entero es una bendici¨®n que Israel recupere las tierras que hace dos mil a?os perdi¨®. Tambi¨¦n para los ¨¢rabes. Ellos pueden quedarse aqu¨ª, si aceptan que ¨¦sta es la tierra que el Se?or nos dio a nosotros, los jud¨ªos. Si no lo aceptan, pueden irse, integrarse a los muchos pa¨ªses ¨¢rabes que rodean al Gran Israel. O pueden rebelarse contra Dios y pelear. Pero, entonces, los mataremos. Decir que alg¨²n d¨ªa habr¨¢ dos Estados en la tierra de Israel es una obscenidad tan sacr¨ªlega como encender fuego en shabbat".
La vida es una pesadilla
"El muro maldito parti¨® en dos las calles de mi pueblo y dej¨®, a un lado, mi casa, y, al otro, la escuela de mis hijos, el sembr¨ªo de mi marido, y el oftalm¨®logo donde llevo a Al¨ª, una vez por semana, para las curaciones que lo salvar¨¢n de la ceguera. Los soldados israel¨ªes nos hacen esperar a veces varias horas, de pie, a pleno sol, y, de pronto, sin la menor explicaci¨®n, nos devuelven a la casa: 'Nadie m¨¢s cruzar¨¢ esta puerta hasta ma?ana. Pueden irse'. Ahora hemos encontrado esta rendija por donde podemos cruzar el maldito muro a escondidas, como lagartijas. Pero sabemos que no durar¨¢ y que pronto los israel¨ªes tapar¨¢n tambi¨¦n este hueco y la vida volver¨¢ a ser la pesadilla acostumbrada. Lo ¨²nico que le pido a Dios es que con todas estas servidumbres mi pobre Al¨ª no se quede ciego".
Nada m¨¢s f¨¢cil que morir
"Los jud¨ªos han salido de Gaza y su Ej¨¦rcito ha tenido que demoler las casas donde viv¨ªan y sacar a los colonos a la fuerza. No se han ido por su propia voluntad. Los hemos echado nosotros, los muyahidin, atac¨¢ndolos, resistiendo sus abusos, sin dejarnos desmoralizar por los asesinatos, las torturas y las detenciones masivas de que son v¨ªctimas tantos palestinos. Yo estoy orgulloso de Ham¨¢s y del fusil que ha puesto en mis manos. La organizaci¨®n me ha devuelto a Dios, de quien yo me hab¨ªa apartado como muchos j¨®venes de mi edad, a causa de la desesperaci¨®n que causa la impotencia. Era otra t¨¢ctica de los israel¨ªes para exterminar al pueblo palestino: volvernos imp¨ªos y corrompernos. Yo y mis hermanos hemos llevado la guerra contra los ocupantes a sus hogares, a sus ciudades, a los lugares sacr¨ªlegos donde se divierten ofendiendo a Dios. Tambi¨¦n hemos limpiado las calles de Gaza del exhibicionismo obsceno en que estaba hundi¨¦ndose nuestro pueblo. Ahora, ninguna mujer palestina se atreve a salir de su casa sin guardar el recato debido en su atuendo y su conducta. Ahora, los musulmanes que beben alcohol, las mujeres imp¨²dicas, los ladrones y los proxenetas, saben lo que les espera si no se corrigen. El pueblo nos apoya y obedece nuestras consignas porque somos honrados, fieles a la causa de la liberaci¨®n de Palestina y porque para nosotros morir es m¨¢s f¨¢cil que matar".
No le tememos a Hitler ni a Sharon
"Hemos venido desde los asentamientos de Judea y Samaria a manifestar nuestra solidaridad con nuestros hermanos los colonos de Gaza, a los que Sharon, el traidor, ha ordenado evacuar de la tierra que ellos llenaron de huertos, jardines, viveros, escuelas y sinagogas. Se comete una monstruosidad contra ellos y contra el pueblo jud¨ªo en general. El gobierno que elegimos para que nos defienda se ha vendido a los terroristas palestinos y se apresta a entregarles la tierra que Dios eligi¨® para Israel. Ha podido cometer este abuso porque los colonos de Gaza son apenas ocho mil. Pero en Jerusal¨¦n, Judea y Samaria nosotros somos cientos de miles y no cederemos a los ¨¢rabes ni un mil¨ªmetro de la tierra prometida. Hitler y los nazis no pudieron acabar con los jud¨ªos. Sharon, el traidor, tampoco podr¨¢".
La victoria es de Al¨¢
"He venido a la manifestaci¨®n de mis hermanos de Ham¨¢s en las calles del campo de refugiados de Jabalia, en Gaza, para celebrar la partida de los jud¨ªos de los 21 asentamientos que Israel ha tenido que desmantelar. Por eso hago la V de la victoria y sonr¨ªo. Tengo la voz ronca de tanto vitorear a los muyahidin que desfilan por el barrio con sus fusiles, sus banderas y las fotograf¨ªas de los m¨¢rtires. Ellos son nuestros h¨¦roes. Nunca podremos agradecerles bastante lo que hacen por nosotros. Sin su valent¨ªa y sacrificio, acaso Israel hubiera logrado su deseo de exterminar a todos los palestinos. Aunque, tal vez, sea una impiedad lo que digo. Porque quien, en verdad, ha echado de Gaza a los jud¨ªos es Al¨¢, bendito sea su nombre y alabado. Los hermanos de Ham¨¢s -ellos nunca se cansan de decirlo- no son m¨¢s que los instrumentos de su infinita sabidur¨ªa y voluntad".
La vida nunca es aburrida
"Ahora que los colonos de Netzarim se han ido, despu¨¦s de demoler sus casas, habr¨¢ que buscar otras diversiones. Antes, la mejor manera de pasar el tiempo era apostarse junto a las rejas electrificadas y, con hondas o a mano limpia, bombardear con piedras los autos en los que pasaban. Si les romp¨ªamos los cristales, se enfurec¨ªan, frenaban y a veces se bajaban a tirotearnos. Nosotros ya est¨¢bamos quietos y escondidos entre las rocas y los huecos que cav¨¢bamos para ese fin. Ten¨ªamos, a la vez, miedo y felicidad. ?Qu¨¦ haremos ahora que se han ido? ?Jugar al f¨²tbol? ?Robar fruta? ?Quedarnos en la escuela a las clases de baile y de canto? ?Ir a escuchar a los contadores de cuentos del mercado? Esas cosas parecen tonter¨ªas comparadas con lo entretenido que era apedrear a los colonos de Netzarim y hundirse en la tierra como gusanos para no recibir una bala en el fundillo".
Edificios vac¨ªos
"Mi padre me cont¨® que esos edificios vac¨ªos que se ven al fondo del puerto de Gaza comenzaron a construirse en 1995, despu¨¦s de los acuerdos de Oslo, cuando el Presidente Arafat volvi¨® a Palestina y pareci¨® que habr¨ªa paz y se abrir¨ªan las fronteras. Pero como lo que volvi¨® fue la guerra, todos se quedaron a medio hacer. Ahora se han llenado de murci¨¦lagos y telara?as. A m¨ª no me importa ni tengo tiempo para pensar en eso. Ayudo a mi padre a pescar en la madrugada y en la noche, y, en el d¨ªa, despu¨¦s de la escuela, voy a escarbar las basuras del campo de Jabalia donde encuentro a veces algo que pueda servir a la familia. Ahora el ama de la casa es la mayor de mis hermanas. Lo es desde que mi madre muri¨®, de pena, cuando le vinieron a decir que mi hermanito menor, el que vend¨ªa naranjas en el mercado, hab¨ªa sido pisoteado por una multitud que corr¨ªa huyendo de una balacera".
El pasado fue mejor
"?sta era la calle m¨¢s elegante y concurrida de toda Palestina, la de las tiendas m¨¢s nutridas y las mejores residencias. Luego vinieron los colonos israel¨ªes y se instalaron por la fuerza donde quisieron. Y, tras ellos, llegaron los soldados, que, con el pretexto de protegerlos, confiscaron todo el barrio, lo sembraron de puestos de control y de alambradas y sellaron todas las fachadas. Ahora, ¨¦ste es un barrio fantasma y los pocos ¨¢rabes que nos atrevemos a pasar por aqu¨ª nos exponemos a que los colonos nos insulten, apedreen o salgan a cazarnos como a bestias. Ahora, ellos son los amos, y nosotros, los hu¨¦rfanos de nuestro propio pa¨ªs".
Traicionados
"Cuando llegamos aqu¨ª, hace veinticuatro a?os, a fundar este asentamiento en el que han nacido mis hijos, en este rinc¨®n de Gaza no hab¨ªa m¨¢s que polvo, piedras, basuras y serpientes, adem¨¢s de otras alima?as ponzo?osas. Los colonos le dimos vida con nuestro sudor y nuestras oraciones. Construimos un oasis de limpieza, eficiencia y modernidad del que export¨¢bamos flores y frutas al resto del mundo. ?Por qu¨¦ el gobierno de Ariel Sharon ha decidido traicionarnos, arranc¨¢ndonos de una tierra que hemos hecho fructificar con nuestras manos? ?No fue ¨¦l mismo quien nos exhort¨® a fundar colonias en Gaza? ?No repiti¨® cien veces a lo largo de estos veinticuatro a?os que esta tierra era tan nuestra como Haifa y Jerusal¨¦n? ?Qu¨¦ ocurri¨® para que, de pronto, se pasara al enemigo? ?Qu¨¦ confusi¨®n vive el mundo cuando ahora son los propios jud¨ªos los que despojan y exilian a los jud¨ªos? Hasta hace unos minutos mis hijas y yo est¨¢bamos convencidos de que Dios no tolerar¨ªa esta injusticia, que escuchar¨ªa nuestra plegaria y comparecer¨ªa en Gush Katif para impedirla. Pero no ha venido. Ahora los soldados y los polic¨ªas ya evacuaron a todos nuestros vecinos, de modo que nuestra suerte est¨¢ tambi¨¦n echada. Ah¨ª est¨¢n, ya cortaron la reja, ahora pisotean nuestro jard¨ªn y uno de ellos tiene en sus manos un alicate de ladr¨®n para forzar la puerta de la casa. Est¨¢ abierta, infeliz, entra nom¨¢s, aqu¨ª en Gush Katif jam¨¢s un colono ech¨® llave a la puerta de su hogar".
Mis vecinos, los colonos
"En 1986 los colonos israel¨ªes entraron a Tel Rumeda y empezaron a expulsar a las 300 familias ¨¢rabes que viv¨ªamos en este arrabal de Hebr¨®n. Ahora s¨®lo quedamos 50. Ni yo, Hashem al Azzeh, ni mi mujer ni mis dos hijos nos iremos de esta casa que edific¨® mi padre, aunque los colonos nos sigan martirizando noche y d¨ªa. Estas vi?as las cortaron ellos con sierras met¨¢licas, una tarde de enero de 2003. Vinieron diez colonos con tres soldados, nos encerraron y arruinaron mi huerto para siempre. Todas las noches arrojan las basuras del asentamiento sobre el techo y el patio de mi casa. Y sobre nosotros orinan cada vez que quieren orinar. La diversi¨®n de los ni?os jud¨ªos del asentamiento es tirar piedras a mis hijos cuando regresan del colegio. A veces salen en grupos a pegarles. Y los soldados israel¨ªes, en vez de atajarlos, los festejan. Tampoco les impiden escribir 'Muerte a los ¨¢rabes' en las paredes y se r¨ªen cuando nos ven subiendo a gatas a nuestras casas, por los cerros, porque las fachadas han sido selladas con plomo derretido. Pero ni por ¨¦sas ni miserias aun peores nos sacar¨¢n vivos de aqu¨ª. Lo digo y lo firmo: Hashem al Azzeh".
Abuelas y consuegras
"?Qui¨¦n dice que una jud¨ªa y una musulmana no pueden ser amigas? Nosotras lo somos, y, adem¨¢s, consuegras y abuelas felices de dos nietecitos preciosos. El ¨²ltimo acaba de nacer. Cuando nuestros hijos decidieron casarse -¨¦l, palestino, y ella, israel¨ª- nos pusimos muy nerviosas. No por prejuicio ni intolerancia, sino pensando en la vida dif¨ªcil que iban a tener en una tierra donde son verdaderamente excepcionales las uniones matrimoniales mixtas. Pero si a ellos no les import¨®, a nosotras tampoco. Allegra y Abed tuvieron que instalarse aqu¨ª en Bel¨¦n, porque ¨¦l, ex preso pol¨ªtico -estuvo 16 a?os en la c¨¢rcel- no tiene permiso para poner los pies fuera de esta ciudad. Conoci¨® a Allegra cuando estaba en la c¨¢rcel; ella fue su abogada defensora. Abed ha hecho una carrera pol¨ªtica, es ahora alcalde de este distrito. A pesar de que ella es jud¨ªa y ¨¦l musulm¨¢n, se llevan de maravilla. Y defienden las mismas cosas. Por ejemplo, que Palestina e Israel sean un solo Estado, democr¨¢tico y laico, donde palestinos e israel¨ªes tengan los mismos derechos y deberes y coexistan sin entrematarse, como hacen ellos dos. Todo eso parece bastante remoto, desde luego. Pero acaso no sea imposible. ?Qui¨¦n nos hubiera dicho que ¨ªbamos a ser consuegras y a llevarnos tan bien! Ah, se nos olvidaba algo importante. El mayor de nuestros nietos, un chiquillo vivo y muy travieso, tiene un nombre muy bonito. Se llama Jerusal¨¦n".
"Mi hija es una hero¨ªna"
"Cuando dos polic¨ªas de la Autoridad Palestina vinieron a decirme que mi hija Wafa Idris era la m¨¢rtir que se hab¨ªa hecho volar con una bomba atada al cuerpo en la calle Jaffa de Jerusal¨¦n, perd¨ª el sentido. Despert¨¦ en el hospital, pero desde entonces -enero de 2002- nunca he vuelto a sentirme, de verdad, despierta. D¨ªa y noche ando aturdida, como viviendo en una pesadilla. Idris ten¨ªa 29 a?os y, tres meses antes, se hab¨ªa graduado de enfermera. Naci¨® y vivi¨® siempre en Amari, este campo de refugiados que est¨¢ en las afueras de Ramala. No era nada religiosa y ni siquiera se cubr¨ªa los cabellos en la calle. Pero cuando su marido la repudi¨®, por ser incapaz de darle un hijo, algo se quebr¨® en ella, ¨ªntimamente. No se quejaba, porque ten¨ªa orgullo y dignidad. Acaso fue por eso que, sin dec¨ªrselo a nadie de la familia, se afili¨® a Fatah y se ofreci¨® a ser m¨¢rtir y hero¨ªna. Si me lo hubiera contado ?habr¨ªa tratado de atajarla? Tal vez. Es posible que hiciera lo que hizo para vengar a su hermano, el mayor de mis hijos, a quienes los israel¨ªes torturaron y tuvieron ocho a?os en la c¨¢rcel. Aunque mi coraz¨®n es una llaga y ya no s¨¦ vivir, no puedo lamentar lo que mi hija hizo ni compadecer a sus v¨ªctimas. ?sta es una guerra y as¨ª como ellos nos matan, es justo que los matemos a ellos. Mi hija est¨¢ ahora en el Para¨ªso. Espero verla pronto all¨¢".
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