Mujer guerrera

Con los m¨²sicos en escena, pero en silencio, fue llegando su voz algo ronca desde las bambalinas. Ya fue naciendo con cara de hambre... Infancia miserable, violencia dom¨¦stica, madre con 13 a?os -tuvo ocho hijos y varios se le murieron- y una relaci¨®n tormentosa con Garrincha: Elza Soares es una superviviente. Sali¨® cantando Beija-me, uno de sus ¨¦xitos, que uni¨® con sca't jazz¨ªstico a otra de las canciones que la hicieron popular en los a?os cincuenta, Se acaso voc¨º chegasse. Samba, mucha samba. Y sentimientos. Sobre los celos escribi¨® Caetano Veloso.

Una de sus expresiones, Del coxis hasta el pescuezo, da t¨ªtulo al espect¨¢culo que presentaba en Espa?a la cantante carioca: aunque el concierto apenas conserve tres canciones del disco hom¨®nimo, producido por Al¨º Siqueira y con direcci¨®n art¨ªstica de Wisnik. Ese disco que en 2002 le devolvi¨® a Elza Soares el glamour, demostrando a los j¨®venes que no era s¨®lo una sambista o un cap¨ªtulo del pasado. Una voz inconfundible, que susurra, acaricia, ruge, grita, desgarra... Cant¨® Dor de cotovelo sin micr¨®fono. Un recurso que repiti¨® en el tango Fadas. Y confes¨® su devoci¨®n por los poetas de la m¨²sica popular de su pa¨ªs, en especial por Chico Buarque.

Negra de mirada felina que se ha enfrentado a los prejuicios y las adversidades. A la favela no le dieron la vez, pero ella, guerrera, est¨¢ ah¨ª. Denunciando que la carne m¨¢s barata del mercado es la carne negra y exigiendo justicia y respeto. La sala baila su funk-samba-rap.