El otro estatuto
Se est¨¢ discutiendo en el Parlamento otro estatuto menos llamativo que el catal¨¢n, pero no menos inquietante: el de los periodistas. Suele ocurrir a cada cambio de r¨¦gimen, y ¨¦ste se hace muy tarde con respecto al r¨¦gimen anterior, el de Franco. Aqu¨¦l, con Juan Aparicio -tercer carnet de Falange Espa?ola- cubr¨ªa todos los aspectos de la vida del periodista, desde su t¨ªtulo original hasta su castigo. Lo odi¨¦ y lo cumpl¨ª, como tantas cosas de cada vida de hombre, y lo transgred¨ª abiertamente cuando encontr¨¦ la manera o la circunstancia por las cuales se pod¨ªa burlar. ?nicamente: no firm¨¦ la declaraci¨®n de una p¨¢gina del carnet que conten¨ªa la aceptaci¨®n de principios del Movimiento Nacional. Si me hubieran obligado, lo hubiera hecho. El sentido pol¨ªtico de mi vida iba mas all¨¢ de eso. Un r¨¦gimen totalitario requiere siempre una respuesta posible. Ah, y si me hubieran obligado me hubiera puesto el uniforme de periodista, que aparece dibujado y relatado con la Gaceta de la Prensa Espa?ola: gris, con gorra de plato... Como no se ha derogado, todav¨ªa tenemos ese derecho; pero no es una obligaci¨®n. La realidad es que s¨®lo se pusieron ese uniforme los que ten¨ªan que trabajar en actos oficiales en que se requer¨ªa. El periodista repele el uniforme como repele el estatuto: quiere tener toda la libertad de trabajar hasta donde le permitan, y un poco mas all¨¢.
Con respecto a este estatuto, naturalmente menos fascista que aqu¨¦l, puedo decir que me siento molesto de una manera general. Un periodista no debe tener m¨¢s ni menos obligaciones que una persona cualquiera: las laborales deben estar regidas por los acuerdos de su sindicato y sus patronos, en este r¨¦gimen, y las de la posibilidad de escribir no deben tener m¨¢s l¨ªmites que los del C¨®digo: es decir, lo que pesa sobre cualquier ciudadano. Como la libertad de prensa no es un derecho del periodista, sino del ciudadano: el periodista es quien la trabaja hasta el punto en que le dejen, y eso no lo va a resolver un estatuto, por muchas cl¨¢usulas de conciencia que establezca. Peor: porque cada definici¨®n que se haga de la libertad de prensa es, al mismo tiempo, una definici¨®n de cu¨¢ntas cosas se pueden hacer al margen de ella. Y siempre, en esta profesi¨®n y todas las actividades de la vida, el derecho y la ley son siempre las del poder. Se ve c¨®mo la Constituci¨®n, ley de leyes, ha servido para todo y para lo contrario, y c¨®mo puede servir, si se quiere, para ser m¨¢s dura que la falta de constituci¨®n.
?ltimo art¨ªculo escrito por Eduardo Haro Tecglen, el lunes 17 de octubre.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.