"He escrito un libro contra las personas de orden"
A mi edad, ?c¨®mo me voy a callar?", se pregunta Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald en su casa de Madrid, a dos pasos de la Dehesa de la Villa. Narrador y poeta, el autor jerezano, que el mes que viene cumple 79 a?os, acaba de publicar Manual de infractores, un poemario largo y airado.
PREGUNTA. El suyo es el libro de un hombre indignado.
RESPUESTA. El libro se iba a llamar La desobediencia, un t¨ªtulo que recoge bien su tono libertario. Yo aspiro a que este Manual sea incluido en la lista de libros prohibidos por parte de las personas de orden, de los biempensantes, porque lo escrib¨ª contra la norma, contra los gregarios y los obedientes.
P. ?En qu¨¦ manos estamos? La pregunta es suya.
R. El libro arranc¨® de la indignaci¨®n contra algunas cosas que estaban ocurriendo hace dos o tres a?os. La guerra de Irak, por ejemplo, esos abusos de poder...
"Cada vez tengo m¨¢s pasado y menos futuro, y el paso del tiempo me produce zozobra. Ser¨¢ la cercan¨ªa de los 80 a?os"
"?Por qu¨¦ el jurado de un premio literario no va a expresar su opini¨®n? Lo que molesta es que se rompa la ley del silencio, la sumisi¨®n al jefe"
P. ?Y qu¨¦ le sigue indignando?
R. El peri¨®dico viene cargado de motivos. Esos autocares llenos de africanos hacinados, maniatados, apaleados, llorosos y hambrientos a los que llevan al desierto...
Hay cosas tan importantes que me r¨ªo de que se discuta si Catalu?a es o no una naci¨®n. O de que los catastrofistas vengan con eso de que se va a romper Espa?a.
P. Nosotros estamos del lado rico de la valla, ?qu¨¦ hacer?
R. Las alambradas me parecen terribles e innecesarias. Hay que buscar una soluci¨®n general, no de Espa?a y Marruecos. Los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea tendr¨ªan que organizarse para acoger a los inmigrantes, no poner ese coto horroroso para que se mueran del otro lado.
P. Adem¨¢s de la desobediencia pol¨ªtica, su libro tiene mucho de rebeli¨®n contra el tiempo.
R. Cada vez tengo m¨¢s pasado y menos futuro. Y me aferro a ese pasado pensando que en ¨¦l hay un caudal de experiencias aprovechables. El paso del tiempo es para m¨ª dram¨¢tico, aunque ese sentimiento no es de ahora. Este libro es una decantaci¨®n de temas anteriores. El tiempo que huye me produce zozobra. Incluso en los sue?os. Ahora tengo sue?os muy raros, vac¨ªos, ausencias que me alarman. Debe de ser la cercan¨ªa de los 80 a?os.
P. Supongo que el paso del tiempo no pesa igual a los 80 a?os que a los 60.
R. Hay una frontera tajante. Hace veinte a?os yo pod¨ªa hablar con una pasi¨®n que ahora me falta. Uno se vuelve esc¨¦ptico. Cada vez creo en menos cosas. O mejor dicho, cada vez no creo en m¨¢s cosas. Ya no puedo hacer un poema apasionado. A no ser que recuerde algo ocurrido en el pasado.
P. S¨®lo eres lo que recuerdas, dice en un verso, pero tambi¨¦n dice que todo el que recuerda miente.
R. Se equivoca, m¨¢s que miente. Castilla del Pino dec¨ªa que toda autobiograf¨ªa es un autoenga?o. Yo lo comprob¨¦ en mis memorias. Es imposible que uno se acuerde del que fue tal y como fue. Cuando ten¨ªa dudas, los espacios del olvido los ocupaba la invenci¨®n. Tambi¨¦n la verdad se inventa, dec¨ªa Machado. Para m¨ª la poes¨ªa es un g¨¦nero de ficci¨®n, como la novela o las memorias. A m¨ª, la verdad, la sinceridad y todos esos conceptos solemnes no me importan en poes¨ªa. Lo que me importa es hacer un texto bello. Creo un poema con palabras y la verdad es la que se est¨¢ creando a medida que lo escribo. ?sa es la verdad del poema. Por eso he dicho alguna vez que lo que me importa es que las palabras en poes¨ªa signifiquen m¨¢s que lo que significan en el diccionario, que la poes¨ªa ocupe m¨¢s espacio que el texto propiamente dicho. ?sa es mi po¨¦tica.
P. ?Pero si uno no cree en la verdad, qu¨¦ es lo que puede oponer a la mentira?
R. Ser consecuente con uno mismo. En eso creo que he sido coherente, en no mentirme a m¨ª mismo, en no decir lo que no pienso.
P. ?Y cu¨¢ntos enemigos le ha reportado?
R. Bastantes. Sobre todo con las memorias. Pero si yo cuento cosas m¨ªas que no me gustan, por qu¨¦ no voy a contarlas de los dem¨¢s. Me gan¨¦ la enemistad de personas que consideraba amigas. Eso me decepcion¨® y me demostr¨® que la gente es muy vanidosa, fr¨ªvola y sin...
P. ?Sentido del humor?
R. Tambi¨¦n. La literatura sin sentido del humor es un serm¨®n. Y la gente sermonea mucho.
P. Hace poco presidi¨® usted el jurado del premio de novela de Torrevieja y dijo que la obra ganadora, escrita por C¨¦sar Vidal, le parec¨ªa ideol¨®gicamente detestable.
R. A mi edad, ?c¨®mo me voy a callar? No hice un juicio literario de la obra, dije que me parec¨ªa deleznable una novela en la que, entre otras cosas, la Revoluci¨®n Francesa aparece como una historia de maleantes que maltrat¨® a los ricos.
P. Juan Mars¨¦ acaba de criticar el bajo nivel literario de los ganadores del Planeta. Y se ha montado.
R. ?Y por qu¨¦ un miembro de un jurado no va a decir lo que piensa? Lo que molesta es que se rompa la ley del silencio, la sumisi¨®n al jefe.
P. ?A usted nadie le dijo nada?
R. Al contrario. El responsable de Random House Mondadori me dijo que le parec¨ªa bien que dijera lo que pensaba.
P. ?Usted vot¨® a C¨¦sar Vidal?
R. No.
P. Los premios siempre son sospechosos. ?Antes de la reuni¨®n del jurado la editorial no le dijo nada sobre ese libro?
R. No. No ten¨ªa ni idea de qui¨¦n era su autor.
P. Volviendo a la literatura, ?c¨®mo conciliar la protesta y la est¨¦tica? A la poes¨ªa social de la posguerra se la acus¨® de sacrificar el rigor expresivo y buscar una claridad que llegara a todo el mundo.
R. Hay un libro m¨ªo de los a?os sesenta que no me gusta: Pliegos de cordel. Al escribirlo forc¨¦ mi sensibilidad para ser m¨¢s directo. Empujado por la ¨¦poca, traicion¨¦ aquello para lo que yo me siento mejor dotado en literatura, que es crear un mundo m¨¢s herm¨¦tico. En Manual de infractores la denuncia se entiende, pero ahora no he sometido mi forma expresiva a ninguna consigna previa. La denuncia ha salido a medida que estaba expres¨¢ndome como yo quer¨ªa.
P. ?Qu¨¦ diferencia hay entre escribir contra una dictadura, con un enemigo evidente, y hacerlo dentro de un sistema injusto del que nosotros formamos parte?
R. En este libro nuevo hay un poema, 'Pasi¨®n del clandestino', que recoge una contradicci¨®n. Habla de la lucha en la clandestinidad antifranquista y de lo que eso ten¨ªa de exageraci¨®n rom¨¢ntica. Por un lado pensabas que estabas cumpliendo con un deber moral, pero tambi¨¦n que estabas viviendo una experiencia que ten¨ªa cierto valor literario, que alg¨²n d¨ªa ibas a acordarte de eso de una forma placentera. Y ese placer choca con el terror que se viv¨ªa cotidianamente.
P. ?Nostalgia del horror?
R. Melancol¨ªa, m¨¢s bien. Las reuniones clandestinas ten¨ªan mucho encanto: discusiones, amores, amor¨ªos, excesos et¨ªlicos... Bueno, ten¨ªan mucho encanto y yo era m¨¢s joven.
P. El mes que viene se cumplen treinta a?os de la muerte de Franco. ?C¨®mo vivi¨® esos d¨ªas?
R. Con dos sentimientos muy entrelazados: alivio y miedo. Mi primera reacci¨®n fue de temor. De liberaci¨®n tambi¨¦n, claro, pero pesaba mucho la incertidumbre por el inmediato porvenir, por el miedo a la involuci¨®n, a que todo volviera a empezar.
P. Detuvo sus memorias en 1975 y dijo que no escribir¨ªa sobre estos ¨²ltimos treinta a?os, a pesar de que ha sido muy cr¨ªtico con la transici¨®n. ?Fue un olvido necesario o una traici¨®n?
R. Fue un error decretar una historia sin culpables. El franquismo no ha tenido un tribunal que juzgara los cr¨ªmenes de alguien que muri¨® matando. Esa transici¨®n d¨¦bil y acomodaticia que decret¨® el olvido, el borr¨®n y cuenta nueva ha provocado que en la vida espa?ola actual haya lastres del franquismo muy visibles. Y no digamos cuando Aznar estaba en el poder. El franquismo fue un terror¨ªfico infortunio hist¨®rico del que todav¨ªa no nos hemos curado.
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