La m¨¢s famosa rebeli¨®n de esclavos
'Espartaco', de Howard Fast, se ofrece ma?ana con EL PA?S por 2,50 euros
"Volver¨¦ y seremos millones". La lapidaria frase que susurr¨® un crucificado tras la rebeli¨®n de los esclavos dej¨® perplejos a los patricios romanos que transitaban la v¨ªa reci¨¦n abierta entre Roma y Capua en el a?o 71 antes de Cristo. Las clases dominantes del Imperio no entend¨ªan en absoluto aquella enigm¨¢tica advertencia de un despreciable moribundo que agonizaba, clavado a la cruz, como tantos otros esclavos que hab¨ªan osado desafiar el poder de Roma. No es otra la clave que intenta desentra?ar el escritor norteamericano Howard Fast (1914-2003) en su novela Espartaco, una de las narraciones m¨¢s l¨²cidas y reveladoras sobre aquellos tiempos, que alcanz¨® la fama universal a partir de la pel¨ªcula que, en 1960, dirigi¨® Stanley Kubrick e interpretaron Kirk Douglas y Jean Simmons al frente de un magn¨ªfico reparto. Desde entonces, el rostro de aquel gladiador real de origen tracio, que mantuvo en jaque a las legiones romanas durante varios a?os, est¨¢ unido para siempre a la mirada tierna y cruel a un tiempo del pelirrojo actor estadounidense.
La novela pretende conmover al lector, pero tambi¨¦n hacerle pensar
En un aleccionador paralelismo con el personaje hist¨®rico y protagonista de su novela, Howard Fast sufri¨® tambi¨¦n persecuci¨®n por su pertenencia al Partido Comunista norteamericano en una ¨¦poca en que la caza de brujas desatada tras la Segunda Guerra Mundial inund¨® de confidentes y delatores los c¨ªrculos intelectuales de Estados Unidos. Autor poco conocido en Espa?a, Howard Fast pas¨® tres meses en prisi¨®n por desacato y pudo ver c¨®mo sus libros eran retirados de las bibliotecas p¨²blicas. A pesar de todo ello, Espartaco fue traducida a 56 lenguas y ya obtuvo un muy notable ¨¦xito antes de su adaptaci¨®n a la pantalla cinematogr¨¢fica, que estuvo a cargo de un colega pol¨ªtico de Fast, el guionista Dalton Trumbo.
En contad¨ªsimas ocasiones una novela se convierte en un s¨ªmbolo universal y trasciende los l¨ªmites de la ¨¦poca en que se ambienta la trama o de los a?os en que fue escrita. Sin duda alguna, Espartaco se sit¨²a entre esas obras excepcionales que consiguen retratar con acierto problemas que afectar¨¢n al g¨¦nero humano por los siglos de los siglos. La lucha de las gentes por su libertad, por sus derechos individuales y colectivos, el anhelo humano de una vida digna, la resistencia frente a la opresi¨®n, el valor de la amistad o el car¨¢cter liberador del amor constituyen los temas de fondo sobre los que discurre esta novela imprescindible que fue escrita por un marxista en los Estados Unidos de 1951, pero que puede ser le¨ªda con pasi¨®n en cualquier tiempo o lugar. Porque ?en qu¨¦ mundo no ha habido esclavos disfrazados con distintos nombres o vestidos con variados ropajes? Ahora bien, para alcanzar la universalidad Fast utiliz¨® un modo de narrar en el que se suceden los puntos de vista para acabar trazando un mosaico que huye del manique¨ªsmo o de las simplificaciones ideol¨®gicas para ponerse en la piel, la cabeza y el coraz¨®n de un senador romano como Graco, de un general de las legiones como Craso, de un traficante como Baciato, de un hijo y nieto de esclavos como Espartaco, de una b¨¢rbara germana como Varinia o de un gigantesco gladiador africano sin nombre.
Historia del pasado, pero contada de forma deliberada desde la perspectiva del presente, Espartaco pretende conmover al lector, pero tambi¨¦n hacerle pensar; aspira a embaucarlo con un relato trepidante, que llega a su cumbre en algunas escenas en el circo o en las batallas, aunque no descuida las reflexiones filos¨®ficas sobre la civilizaci¨®n que han creado los romanos sustentada sobre la explotaci¨®n de los que llamaban instrumentum vocale (herramientas con voz), unos seres que apenas se distingu¨ªan de los animales porque pod¨ªan hablar. De esta combinaci¨®n de ingredientes, de esa reconstrucci¨®n hist¨®rica detallista alternada con una rica indagaci¨®n psicol¨®gica de los personajes surge la maestr¨ªa de esta novela. El di¨¢logo final entre el senador Graco, que se obsesiona honestamente por entender las razones ¨²ltimas de la revuelta, y Varinia, la viuda de Espartaco, figura entre las mejores p¨¢ginas que se han escrito sobre el deseo de libertad de las personas. "Quer¨ªa un mundo en el que no hubiera esclavos ni amos", recuerda la esclava, "sino s¨®lo personas que vivieran juntas, en paz y hermandad. Dec¨ªa que tomar¨ªa de Roma lo que fuera bueno y hermoso. Construir¨ªamos ciudades sin murallas, y todos los hombres vivir¨ªan en paz y hermandad, y no habr¨ªa m¨¢s guerras ni m¨¢s miseria ni m¨¢s sufrimientos". ?Qui¨¦n no suscribir¨ªa esta declaraci¨®n de intenciones de la m¨¢s c¨¦lebre rebeli¨®n de esclavos de la historia?
Dos milenios despu¨¦s aquel grito de libertad sacude hasta tal punto las conciencias que los espectadores de todo el mundo se sobrecogen cuando, en la pel¨ªcula de Kubrick, los oficiales romanos buscan al l¨ªder derrotado de los esclavos y una multitud de prisioneros se levanta orgullosa para proclamar: "Yo soy Espartaco".
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