Cuando el presidente es Dios
Los caprichos de un dictador envanecido son ley en Turkmenist¨¢n, el m¨¢s cerrado y feudal de los Estados surgidos de la desintegraci¨®n de la URSS, en 1991. Saparmurat Niy¨¢zov, tambi¨¦n conocido como Turkmenbash¨ª (el padre de los turkmenos), dirige este pa¨ªs ribere?o con el Caspio, y fronterizo con Ir¨¢n y Afganist¨¢n, como si fuera una propiedad particular, y utiliza sus abundantes reservas de gas y su petr¨®leo para reforzar su aislamiento. Pese a la hostilidad del r¨¦gimen ante los periodistas extranjeros, esta corresponsal tuvo la reciente oportunidad de visitar ese Estado de cerca de seis millones de habitantes y casi 490.000 kil¨®metros cuadrados, [superficie similar a la de Espa?a] ocupados en su mayor parte por el desierto del Karakum.
Niy¨¢zov es omnipresente. En forma de grandes estatuas doradas, enormes carteles, en libros de texto, el c¨®digo de circulaci¨®n, aviones, casinos y tapices
La escena se repite una y otra vez en televisi¨®n: el l¨ªder abronca en p¨²blico al alto funcionario ca¨ªdo en desgracia, que escucha de pie, con gesto humilde
Alentado por los ingresos por gas y petr¨®leo, que estimulan el desarrollo, el r¨¦gimen turkmeno cultiva una pol¨ªtica de autosuficiencia econ¨®mica
La transici¨®n del comunismo al nacionalismo ha tenido un solo protagonista en Turkmenist¨¢n. Niy¨¢zov, un ingeniero de 64 a?os, lleg¨® a ser el m¨¢ximo dirigente de esta rep¨²blica centroasi¨¢tica cuando era parte de la URSS, y se convirti¨® en presidente de "por vida" tras la independencia. El l¨ªder ha anunciado que piensa retirarse en 2009, pero los analistas dudan que abandone el poder. El Legislativo, formado por un Parlamento (Majlis) y un Consejo Popular (Halk Maslahaty) de m¨¢s de 2.500 miembros, se limita a refrendar sus deseos. La oposici¨®n est¨¢ prohibida y sus figuras, en su mayor¨ªa altos funcionarios ca¨ªdos en desgracia, est¨¢n en la c¨¢rcel o en el exilio.
Niy¨¢zov ha impuesto a sus compatriotas el culto a su personalidad y el estudio de su doctrina, conocida como el Ruhnam¨¢. En un parque de Ashjabat, entre surtidores y estatuas de los primeros caudillos turkmenos, se alza un gigantesco libro que al atardecer se abre y se convierte en una pantalla de televisi¨®n en la que aparecen citas de la obra sagrada de Turkmenbash¨ª. En ella, las opiniones banales se mezclan con las loas apasionadas al pueblo turkmeno y los consejos sobre c¨®mo vestirse, c¨®mo organizar la vida familiar o c¨®mo relacionarse con los vecinos. El Ruhnam¨¢ es el punto de referencia ideol¨®gico del pa¨ªs y en la escuela ha sustituido a otras asignaturas, como la historia universal o los idiomas. Su conocimiento es obligatorio.
Cuesti¨®n de car¨¢cter
"Los turkmenos crearon ellos mismos su car¨¢cter. Este car¨¢cter se transmiti¨® de generaci¨®n en generaci¨®n y con el tiempo se convirti¨® en una identidad nacional. La madurez espiritual del turkmeno se expresa en su capacidad de descubrir y reconocer la integridad de la est¨¦tica interior y exterior de la persona", dice el Ruhnam¨¢. La obediencia y la obligaci¨®n de creer en Dios son parte de su mensaje patriarcal.
El dictador es omnipresente. Aparece en forma de estatuas doradas en las plazas y los palacios. Se le puede ver, sonriente, en los libros de lectura infantil y en los cuadernos escolares, en el c¨®digo de la circulaci¨®n, en el interior de los aviones de las l¨ªneas turkmenas, en los casinos y en los tapices. El nombre de Turkmenbash¨ª est¨¢ en la toponimia y en el calendario. Sus palabras, en las cenefas de las alfombras, como la de 300 metros cuadrados (un r¨¦cord Guinness) que se expone en el museo de las tapices de Ashjabat. Sus reflexiones decoran la c¨²pula de la gran mezquita y acompa?an las citas del Cor¨¢n. Al presentar sus credenciales, los embajadores reciben como regalo los dos tomos del Ruhnam¨¢ en encuadernaci¨®n de lujo.
En los cuatro canales de la televisi¨®n turkmena se repite una escena. El presidente, en mangas de camisa, rega?a en p¨²blico al alto funcionario ca¨ªdo en desgracia. El vituperado de turno escucha de pie, con los ojos bajos y gesto humilde, mientras Niy¨¢zov mueve la cabeza coronada de una negra cabellera, que hasta mediados de los noventa fue canosa y plateada. Nadie osa moverse. El miedo tiene paralizada a toda la clase pol¨ªtica, asegura una fuente disidente que, como todos los interlocutores en Ashjabat, prefieren mantener el anonimato. Medios diplom¨¢ticos aseguran que, este a?o de mala cosecha agr¨ªcola, los dirigentes regionales han comprado cereales en el extranjero para fingir que han cumplido los planes.
Las reglas del juego
Los extranjeros que quieren hacer fortuna en Turkmenist¨¢n tienen que aceptar las reglas del entorno feudal. Con la misma humildad que los turkmenos, los ejecutivos de la empresa francesa Bouygues, la segunda constructora de Europa, encajan los rapapolvos del dictador cuando ¨¦ste les reprocha haber escatimado oro en las c¨²pulas de la gran mezquita o emplear m¨¢rmol de mala calidad.
Bouygues ha transformado Ashjabat en una ciudad de ciencia-ficci¨®n. Los palacios, los hoteles o los museos surgen como espejismos en un entorno reseco por el sol y barrido por el viento. La inspiraci¨®n asi¨¢tica y clasicista se combina con detalles versallescos, con caballos alados, s¨ªmbolos guerreros y, por supuesto, estatuas del presidente. En todos los edificios p¨²blicos, incluido el hip¨®dromo donde se doman los famosos caballos turkmenos, hay lujosos aposentos reservados para el presidente, por si ¨¦ste se digna hacer una visita.
Animado por los ingresos de los hidrocarburos, el r¨¦gimen cultiva una pol¨ªtica de autosuficiencia. Oficialmente, Turkmenist¨¢n es un Estado neutral, que prefiere las relaciones bilaterales a las multilaterales. El pasado agosto, durante la ¨²ltima cumbre de la Comunidad de Estados Independientes, un emisario de Turkmenbash¨ª anunci¨® que su pa¨ªs actuar¨¢ en el futuro s¨®lo como observador en esta asociaci¨®n de pa¨ªses pos-sovi¨¦ticos. Antes de septiembre de 2001, el r¨¦gimen turmeno se code¨® con los talibanes de Afganist¨¢n, que, seg¨²n dicen, viajaban a Ashjabat para descansar. Tras los atentados del 11-S, Niy¨¢zov permiti¨® que los aviones de la coalici¨®n antiterrorista en ruta hacia Afganist¨¢n sobrevolaran el territorio turkmeno e hicieran paradas para repostar. Algunos creen que Washington ha cortejado a Niy¨¢zov en b¨²squeda de una alternativa para la base de Uzbekist¨¢n. Los turkmenos lo han negado.
Una de las mayores colonias occidentales en Turkmenist¨¢n es la francesa, en parte debido al personal de Bouygues. Niy¨¢zov se interes¨® por esta empresa durante un viaje a Francia tras haber visto algunos de sus edificios en Kazajst¨¢n y Uzbekist¨¢n. Si uno abandona las avenidas de la nueva Ashjabat y se interna por calles secundarias y patios traseros, puede descubrir entornos menos pulcros, como los dormitorios sofocantes (ocho literas en un reducido espacio) de los emigrantes llegados de Pakist¨¢n o de la India para trabajar en la construcci¨®n.
Turkmenist¨¢n tiene unos dep¨®sitos de gas natural de 2,86 billones de metros c¨²bicos probados y una producci¨®n anual de 60.000 millones de metros c¨²bicos, que exporta en su mayor parte a Ucrania, v¨ªa Rusia. Gazprom, la compa?¨ªa de gas rusa, es responsable del transporte por la red centroasi¨¢tica que une a Turkmenist¨¢n con Rusia y Ucrania, por Uzbekist¨¢n y Kazajst¨¢n. Tras la revoluci¨®n naranja en Kiev, Niy¨¢zov ha conseguido subirle el precio del gas a Ucrania hasta 58 d¨®lares por 1.000 metros c¨²bicos. No as¨ª a Rusia, que, por su condici¨®n de territorio de tr¨¢nsito obligado, mantiene el precio de 44 d¨®lares por 1.000 metros c¨²bicos, tras firmar un contrato para 25 a?os en 2003. Turkmenist¨¢n est¨¢ unido con Ir¨¢n por un gasoducto de poca capacidad y, debido a la inestabilidad de la regi¨®n, no ha logrado concretar ninguna de las ideas para desarrollar v¨ªas de transporte alternativas, ya sea por Afganist¨¢n hac¨ªa Pakist¨¢n y la India, ya sea por Ir¨¢n. De la importancia estrat¨¦gica de Turkmenist¨¢n para Rusia y Ucrania dan cuenta los dos viajes que Alex¨¦i Miller, el presidente de Gazprom, ha realizado este a?o a Ashjabat en poco m¨¢s de dos meses, y la visita del presidente V¨ªktor Y¨²shenko. El l¨ªder de la revoluci¨®n naranja elogi¨® a Turkmenbash¨ª y condecor¨® a t¨ªtulo p¨®stumo al padre de ¨¦ste, muerto en la Segunda Guerra Mundial. Los responsables de Turkmenist¨¢n se muestran receptivos a la inversi¨®n extranjera en proyectos off-shore frente a las costas del Caspio. Sin embargo, el conflicto entre los Estados ribere?os por la delimitaci¨®n de zonas nacionales en ese mar sigue sin resolverse y envenena las relaciones de Ashjabat con Azerbaiy¨¢n.
Bajo la mirada de Europa
Gracias a los hidrocarburos, se desarrolla la ciudad portuaria de Turkmenbashi, en el Caspio, y se construyen autopistas que cruzan el pa¨ªs, una de norte a sur y otra de este a oeste. Mujeres en traje tradicional barren los arcenes de estas carreteras de ensue?o con vetustas escobas de ramas.
Por sus recursos energ¨¦ticos, Turkmenist¨¢n es un pa¨ªs interesante para Europa Occidental. Pero la posibilidad de abrir una embajada de la Uni¨®n Europea aqu¨ª choca con ideas peculiares. "Tendr¨ªamos que dar algo a cambio y no queremos dar nada", es el argumento empleado por un alto funcionario turkmeno. En Ashjabat no hay peri¨®dicos extranjeros ni servicios de mensajer¨ªa, desde que DHL tuvo que clausurar sus servicios la pasada primavera. Los funcionarios de la oficina local de la Organizaci¨®n de Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa acuden al mostrador de Lufthansa en busca de peri¨®dicos atrasados.
Saparmurat Niy¨¢zov gusta de recordar su condici¨®n de hu¨¦rfano. La madre del presidente y su hermano menor perecieron en el terremoto de 1948 y sus im¨¢genes acompa?an a la del presidente en museos y edificios p¨²blicos. Los muertos de la familia est¨¢n enterrados en un pante¨®n junto a la gran mezquita, que Niy¨¢zov hizo construir en las afueras de la capital. El edificio puede albergar a 20.000 personas, pero cuando lo visit¨¦ apenas hab¨ªa una decena y la polic¨ªa inspeccionaba la documentaci¨®n de quienes se acercaban. Niy¨¢zov toma precauciones tras el supuesto atentado que sufri¨® en noviembre de 2002, al que siguieron arrestos de potenciales adversarios y procesos de corte estalinista contra unas 60 personas. Uno de los condenados (a cadena perpetua) fue el ex ministro de Exteriores, Bor¨ªs Shijmur¨¢dov, que regres¨® del exilio y se entreg¨® para proteger a su familia.
En Turkmenist¨¢n se conserva todav¨ªa una estructura de clanes, y cuando uno u otro funcionario cae en desgracia, toda su parentela sufre represalias con distintos pretextos. Niy¨¢zov se presenta a s¨ª mismo como el unificador del Estado turkmeno. De forma regular, tilda a sus allegados de corruptos y pervertidos y los sustituye por otros, que, a su vez, ser¨¢n destituidos al cabo de poco tiempo. Entre las ¨²ltimas v¨ªctimas est¨¢n los altos responsables del gas y el petr¨®leo, incluido el vicejefe de Gobierno, Elli Kurbanmur¨¢-dov, condenado a 25 a?os de prisi¨®n.
El dictador tiene dos hijos, y ambos viven en el extranjero: la hija, Irina, en el Reino Unido, y el hijo, Marat, en Europa continental. De la hija se dice que gestiona las cuentas de la familia; del hijo, que ha heredado la afici¨®n a los juegos de azar del padre y que ¨¦ste tiene que intervenir para pagarle las deudas en los casinos. De Turkmenbash¨ª se afirma que tiene una fortuna de miles de millones de d¨®lares.
Turkmenist¨¢n no es Corea del Norte, ni Albania, ni Bielorrusia. Tiene su propia f¨®rmula dictatorial, que ha conservado elementos sovi¨¦ticos y los ha tejido con una pol¨ªtica de vuelta a las ra¨ªces, entendida como una mitificaci¨®n obcecada de lo propio y la indiferencia ante lo ajeno. Quiz¨¢ lo m¨¢s inquietante, en opini¨®n de varias personas entrevistadas, es la degradaci¨®n del sistema educativo. El idioma turkmeno se ha impuesto en la secundaria y en la Universidad sin la debida preparaci¨®n de cuadros, sin haber elaborado la terminolog¨ªa cient¨ªfica y sin material did¨¢ctico. El profesorado cualificado que no hab¨ªa aprendido el idioma ha quedado marginado.
La reforma del sistema educativo ha eliminado los dos ¨²ltimos cursos de la ense?anza secundaria, adem¨¢s de sustituir asignaturas (para estudiar el Ruhnama) y suprimir idiomas. La f¨®rmula repercute sobre la preparaci¨®n de los j¨®venes. Quien quiere y puede costearse una carrera trata de ingresar previamente en la ¨²nica escuela rusa de Ashjabat, dependiente de la Embajada de la Federaci¨®n Rusa, o de emigrar a otro pa¨ªs para completar la secundaria. A la hora de viajar al exterior, sin embargo, existen listas negras de personas a las que les est¨¢ vetado salir del pa¨ªs. El servicio militar equivale de hecho a dos a?os de esclavitud. La Administraci¨®n, nos dice un periodista local, ahorra sustituyendo por reclutas al personal m¨¦dico auxiliar, con la consiguiente degradaci¨®n de la Sanidad p¨²blica.
Lavado de cerebro
Varios turkmenos con estudios afirmaban que preparaban a sus hijos en casa para protegerlos del "lavado de cerebro" del Ruhnam¨¢. Otros quer¨ªan enviarlos a Rusia a estudiar, lo que presupone tener dinero para costear las clases, nivel para ser admitido en una Universidad rusa y permiso para salir del pa¨ªs, algo que el r¨¦gimen puede negar arbitrariamente incluso a quienes siguen conservando sus pasaportes rusos. La erosi¨®n intelectual se plasma en la desaparici¨®n de librer¨ªas, el cierre del teatro de Drama y Ballet ruso (reabierto en las afueras de la ciudad) , la supresi¨®n de suscripciones a la prensa extranjera y la emigraci¨®n de los especialistas no s¨®lo rusos o ucranios, sino tambi¨¦n de Estados asi¨¢ticos como Kazajst¨¢n y Uzbekist¨¢n. Queda Internet, aunque con un n¨²mero limitado de conexiones, las antenas de televisi¨®n que permiten captar los canales rusos o turcos y tambi¨¦n los mercadillos, donde se venden las bibliotecas de la poblaci¨®n eslava que abandona Asia Central, desde las obras completas de Dostoievski hasta los manuales escolares.
En 2003, a los rusos de Turkmenist¨¢n, que hoy son unos 100.000, se les dio dos meses de plazo para elegir entre la ciudadan¨ªa turkmena o la rusa. En la pr¨¢ctica, muchos siguen manteniendo ambas hasta hoy, pero Rusia no les ampara cuando son v¨ªctimas de la arbitrariedad local o se les proh¨ªbe viajar al extranjero. Pese a la riqueza del pa¨ªs y los gastos en obras suntuarias, el pago de los salarios se demora incluso en empresas del Estado. Un turkmeno de a pie cobra dos millones de manats (cerca de 80 d¨®lares al cambio real), y no paga por el consumo de gas. La electricidad est¨¢ subvencionada y un litro de gasolina cuesta 400 manat (0,01 d¨®lar). Ninguna de las personas con las que habl¨¦ daba la impresi¨®n de sentirse particularmente beneficiada por las riquezas del pa¨ªs. Aseguraban que los servicios m¨¦dicos son de pago y caros, que hay que entregar sobornos de hasta 5.000 d¨®lares por ingresar en la escuela rusa, y que hay personas que se han quedado en la calle y sin compensaci¨®n despu¨¦s de que sus hogares hayan sido demolidos por las excavadoras que transforman la capital turkmena en una ciudad de m¨¢rmol blanco para mayor gloria de Saparmurat Niy¨¢zov.
La larga mano del dictador
LOS ADVERSARIOS del Turkmenbash¨ª en el exilio no se sienten seguros en ciudades como Mosc¨², pese al car¨¢cter multicultural de esta metr¨®poli. Efectivamente, la capital rusa resulta m¨¢s acogedora para los l¨ªderes defenestrados como el presidente kirguizo Askar Ak¨¢iev o viejos dirigentes comunistas perseguidos en sus pa¨ªses que para eventuales exportadores de revoluciones democratizadoras en la periferia de Rusia.
Los miembros de la oposici¨®n turkmena en el exilio que todav¨ªa residen en Mosc¨² prefieren que no se les cite. Uno de ellos contaba la aventura de un hom¨®logo, un antiguo ministro ca¨ªdo en desgracia, que ha abandonado Rusia este a?o con destino a un pa¨ªs n¨®rdico despu¨¦s de ser localizado por una agencia de detectives privados.
La agencia inform¨® al exiliado de que hab¨ªa recibido un encargo de la Embajada de Turkmenist¨¢n en Rusia para pincharle el tel¨¦fono. Como la tarea planteaba ciertas dificultades log¨ªsticas, la agencia quiso llegar a un acuerdo con su v¨ªctima potencial: si se dejaba instalar un micr¨®fono en el tel¨¦fono, le dijeron, se repartir¨ªan los honorarios a medias.
El turkmeno exiliado consider¨® la oferta, pero decidi¨® no jugar con fuego y marcharse a un lugar m¨¢s seguro.
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