Churchill y Attlee ante Franco
A pesar de su evidente preferencia por congratularse con el coloso norteamericano, Franco no hab¨ªa abandonado sus esperanzas de aproximarse a la Gran Breta?a de Churchill para garantizar la estabilidad y supervivencia de su r¨¦gimen tras la derrota del Eje y en la inmediata posguerra. La resolutiva actuaci¨®n brit¨¢nica en Grecia frente a la guerrilla comunista, casi simult¨¢nea al aplastamiento por el Ej¨¦rcito franquista de los maquis en el valle de Ar¨¢n, probablemente anim¨® al Caudillo a intentar ese acercamiento mediante una nueva y peculiar gesti¨®n.
No en vano, los incidentes del valle de Ar¨¢n y la incertidumbre generada por la situaci¨®n en el sur de Francia hab¨ªan dado ocasi¨®n a una campa?a de prensa del r¨¦gimen para atajar cualquier fuga de apoyos entre sus partidarios: "S¨®lo Franco se interpon¨ªa entre ellos y la invasi¨®n comunista de Espa?a". El consecuente corolario de que Franco era la garant¨ªa de preservaci¨®n de la paz (y de evitaci¨®n de una nueva guerra civil) se completaba con la promoci¨®n de la idea de que "ten¨ªa muy buenas relaciones con Gran Breta?a y Estados Unidos". En definitiva, el r¨¦gimen prosegu¨ªa la operaci¨®n para convertir al "invicto Caudillo de la Victoria" en el "prudente Caudillo de la Paz".
Attlee se opon¨ªa de forma radical al franquismo y reflejaba la amargura del laborismo por el fracaso de su apoyo a la Rep¨²blica durante la Guerra Civil
Churchill: "No estoy m¨¢s de acuerdo con el Gobierno interno de Rusia de lo que lo estoy con el de Espa?a, pero estoy seguro de que prefirir¨ªa vivir en Espa?a m¨¢s que en Rusia"
La resolutiva actuaci¨®n brit¨¢nica en Grecia frente a la guerrilla comunista, al mismo tiempo que el aplastamiento del maquis, anim¨® a Franco a intentar un acercamiento a Londres
El 18 de octubre de 1944 Franco remiti¨® una carta personal y confidencial al primer ministro brit¨¢nico que ser¨ªa entregada por el duque de Alba al Foreign Office pocas semanas despu¨¦s. En ella expresaba su deseo de "clarificar" las relaciones hispano-brit¨¢nicas de una manera "sincera, franca y directa" en atenci¨®n a "la grave situaci¨®n europea" y en vista de la "atm¨®sfera de desconfianza y hostilidad hacia Espa?a existente en Gran Breta?a". El principal motivo de la gravedad de la situaci¨®n continental resid¨ªa, a juicio de Franco, en la creciente "hegemon¨ªa" de la Rusia comunista en el este, que se completaba con el "insidioso poder del bolchevismo" manifiesto tambi¨¦n en el oeste (particularmente en Italia y Francia) y con la conversi¨®n de Estados Unidos en la "m¨¢s poderosa potencia del mundo" en el Atl¨¢ntico y el Pac¨ªfico. Habida cuenta de esa situaci¨®n y de que Alemania estar¨ªa destruida tras el final de la guerra, "s¨®lo queda a Inglaterra otro pueblo en el Continente al que volver sus ojos: Espa?a". Para hacer frente a esos riesgos era preciso "olvidar viejos prejuicios" derivados de la guerra mundial, acabar con "rivalidades y deseos de dominaci¨®n" y "llegar a un entendimiento entre los pa¨ªses de Europa occidental". Por eso era imperativa la "mutua amistad" y cooperaci¨®n de Gran Breta?a y Espa?a, dado que ¨¦sta era una naci¨®n "sana", "con una situaci¨®n estrat¨¦gica" y "recursos de coraje y energ¨ªa" para ayudar a Gran Breta?a a mantener la paz y la seguridad en Europa occidental.
R¨¦gimen inamovible
El Caudillo terminaba su oferta "al hombre sobre cuyos hombros recae la mayor responsabilidad por el futuro de Europa" con una clara advertencia contra cualquier prop¨®sito de modificaci¨®n del r¨¦gimen espa?ol: "Para concluir, debo decir que hay espa?oles exiliados que especulan y basan su conducta en la esperanza de cambios internos en Espa?a, que es una posibilidad tan quim¨¦rica y problem¨¢tica que ni siquiera merece la pena considerarla. Estos espa?oles creen que persiguiendo sus propios fines pol¨ªticos facilitar¨ªan la aproximaci¨®n a Gran Breta?a. Debe usted explicarle que cualquier cambio hipot¨¦tico de esta naturaleza s¨®lo servir¨ªa al inter¨¦s de Rusia".
La propuesta de Franco de constituci¨®n de una especie de pacto europeooccidental para hacer frente al peligro sovi¨¦tico y comunista forz¨® a los gobernantes brit¨¢nicos a examinar detalladamente y en profundidad el perfil y futuro de su pol¨ªtica hacia Espa?a. Era un examen largamente aplazado y que se hac¨ªa m¨¢s imperioso ante la expectiva de la inminente victoria en Europa. Y el primer paso en esa revisi¨®n pol¨ªtica fue dado por iniciativa del l¨ªder laborista y viceprimer ministro del Gobierno de coalici¨®n, Clement Attlee.
El 4 de noviembre de 1944 Attlee hizo circular entre sus colegas del Gabinete de Guerra un memor¨¢ndum sobre Pol¨ªtica hacia Espa?a en el que dejaba constancia de su oposici¨®n radical al franquismo y reflejaba la amargura del laborismo por el fracaso de su apoyo a la Rep¨²blica durante la Guerra Civil. No en vano, afirmaba que "Franco debe su posici¨®n a nuestros enemigos, que utilizaron Espa?a como campo de pr¨¢cticas", su r¨¦gimen era ya "el ¨²nico exponente neutral del fascismo", ten¨ªa "poco apoyo fuera de la Falange" y ¨²nicamente sobreviv¨ªa por "ausencia de una alternativa generalmente aceptada" y la intensidad de la represi¨®n contra sus adversarios ("contin¨²a manteniendo en prisi¨®n a muchos millares de espa?oles y ejecuta cada mes a un gran n¨²mero de sus prisioneros").
A continuaci¨®n, el l¨ªder laborista se?alaba que si bien hasta entonces "nuestra posici¨®n estrat¨¦gica nos hab¨ªa forzado a practicar una pol¨ªtica muy cautelosa" como la ejecutada por Hoare [embajador brit¨¢nico entre 1940 y 1945], el cambio de circunstancias b¨¦licas y la proximidad de la victoria demandaba otra pol¨ªtica para no "correr el riesgo de ser considerados el ¨²nico apoyo exterior de Franco". Attlee reconoc¨ªa que era "improbable en el presente" que pudiera establecerse "un Gobierno democr¨¢tico" debido "a las profundas divisiones entre el pueblo espa?ol", y que tampoco ser¨ªa "posible actuar abiertamente para cambiar esta situaci¨®n" por riesgo a excitar la "xenofobia espa?ola". Pero a?ad¨ªa que, "excluyendo esto (intervenci¨®n abierta), s¨ª hab¨ªa mucho que hacer" y el Gobierno brit¨¢nico deb¨ªa promover en Espa?a la constituci¨®n de "un Gobierno inclinado hacia la tolerancia y que prepare la v¨ªa para el desarrollo hacia una democracia". A tal fin, propon¨ªa "que endureci¨¦ramos nuestra actitud" hacia Franco para dejar claro que "su desaparici¨®n ser¨ªa bienvenida por las Naciones Unidas y reportar¨ªa ventajas evidentes para el pueblo espa?ol". Y que para lograr "su ca¨ªda" se aplicaran "todos los m¨¦todos disponibles" y, "especialmente en el campo econ¨®mico", se trabajara en conjunto con EE UU Francia a fin de "denegar facilidades al presente r¨¦gimen".
Diplomacia conjunta
La propuesta de Attlee de "endurecimiento" de la pol¨ªtica brit¨¢nica hacia Espa?a se concretaba, por tanto, en una llamada a la presi¨®n diplom¨¢tica conjunta anglo-franco-norteamericana que pudiera ser completada en un segundo momento con el recurso a las sanciones econ¨®micas. Y tuvo el casi inmediato y relativo respaldo del secretario del Foreign Office, Anthony Eden, exponente del ala m¨¢s liberal del Partido Conservador. De hecho, Eden atendi¨® las sugerencias del l¨ªder laborista y elabor¨® un proyecto de telegrama a la Embajada brit¨¢nica en Washington para lograr el concurso norteamericano en la nueva pol¨ªtica espa?ola.
En esencia, se tratar¨ªa de que los embajadores de ambos pa¨ªses (quiz¨¢ tambi¨¦n con la presencia del franc¨¦s) transmitieran conjuntamente y en privado a Franco una solemne "advertencia" sobre la incompatibilidad de las Naciones Unidas con la Falange y el r¨¦gimen espa?ol, a fin de promover su retirada pac¨ªfica a favor de un Gobierno articulado por la oposici¨®n moderada. Si esta "advertencia" no tuviera efectos favorables, se abrir¨ªa la posibilidad de estudiar la adopci¨®n de otras medidas de sanci¨®n econ¨®mica, como la supresi¨®n de suministros de petr¨®leo ya practicada con ¨¦xito a principios de 1944, siempre que las mismas no da?aran intereses econ¨®micos brit¨¢nicos ni fomentaran una situaci¨®n ca¨®tica o revolucionaria en Espa?a.
Antes de que el Gabinete de Guerra pudiera considerar la propuesta de Attlee, el primer ministro intervino de forma en¨¦rgica para censurar reservadamente a Eden por su proyecto de telegrama y la consecuente modificaci¨®n de la pol¨ªtica espa?ola en vigor. El 10 de noviembre de 1944 Churchill redact¨® una severa carta personal para su secretario del Foreign Office en la que le recordaba las tres premisas de la actitud brit¨¢nica hacia Espa?a que no pod¨ªan ni deb¨ªan alterarse, como lo hac¨ªa el proyecto de telegrama, sin un previo examen detallado por parte del gabinete. En primer lugar, subrayaba que incumpl¨ªa el principio de no-intervenci¨®n en los asuntos internos de un pa¨ªs "con el que no hemos estado en guerra y que nos ha hecho m¨¢s bien que mal en la guerra". En segundo orden, implicaba una intervenci¨®n "sobre bases ideol¨®gicas" m¨¢s que discutibles y comparativamente injustificadas: "No estoy m¨¢s de acuerdo con el gobierno interno de Rusia de lo que lo estoy con el de Espa?a, pero estoy seguro de que preferir¨ªa vivir en Espa?a m¨¢s que en Rusia". Y, en tercer lugar, supon¨ªa grandes riesgos de fracaso tanto si Franco desestimaba la advertencia como si la atend¨ªa, porque "en Espa?a el trasfondo era una guerra civil" y "no debe suponer que nuestras advertencias debilitar¨¢n la posici¨®n de Franco": "?l y quienes le apoyan nunca consentir¨¢n ser masacrados por los republicanos, que es lo que suceder¨ªa", y "nosotros ser¨ªamos responsables de otro ba?o de sangre".
La hegemon¨ªa sovi¨¦tica
Expuestos los motivos de su rechazo a la modificaci¨®n de la pol¨ªtica espa?ola practicada, el primer ministro pasaba a subrayar que la propuesta olvidaba el principal factor y riesgo internacional al que habr¨ªa de enfrentarse el Reino Unido en la posguerra: la hegemon¨ªa sovi¨¦tica en Europa central y oriental y el fermento revolucionario en el resto de los pa¨ªses continentales.Un factor ¨¦ste que justo por entonces se revelaba de primordial importancia en vista de los acontecimientos en Polonia (donde las tropas sovi¨¦ticas estaban instalando en el poder al Gobierno procomunista) y de la situaci¨®n en Grecia (donde el Ej¨¦rcito brit¨¢nico estaba desarmando a la guerrilla comunista sin contemplaciones). En palabras crudas y directas de Churchill a Eden: "Lo que usted est¨¢ proponiendo hacer es poco menos que provocar una revoluci¨®n en Espa?a. Empieza con petr¨®leo pero terminar¨¢ r¨¢pidamente con sangre. No hay motivo para que el embajador no presente muchos de sus puntos a Franco en una conversaci¨®n, pero no veo por qu¨¦ debemos tratar de enrolar a Estados Unidos en la tarea. Ya estamos siendo acusados en muchos ¨¢mbitos responsables de entregar los Balcanes y Europa central a los rusos, y, si ahora ponemos las manos en Espa?a, estoy seguro de que nos crearemos infinidad de problemas y tomaremos partido definitivo en temas ideol¨®gicos. Si los comunistas se hacen due?os de Espa?a debemos esperar que la infecci¨®n se extienda r¨¢pidamente por Italia y por Francia. (...) Ser¨ªa mucho mejor permitir que esas tendencias espa?olas dieran su propio fruto en vez de precipitar una reanudaci¨®n de la guerra civil, que es lo que har¨ªa si persistiera en esta l¨ªnea. (...) Entiendo perfectamente que esta pol¨ªtica que propone ser¨ªa aclamada con entusiasmo por nuestras fuerzas de izquierda (...). Pero dudo mucho, sin embargo, que pudiera ser aceptada por el Partido Conservador si se le pregunta. (...) Por supuesto que me encantar¨ªa ver una restauraci¨®n democr¨¢tica y mon¨¢rquica, pero una vez que nos identifiquemos con el bando comunista en Espa?a (lo cual ser¨ªa el efecto de su pol¨ªtica, diga lo que diga), toda nuestra influencia en favor de un t¨¦rmino medio se habr¨¢ evaporado".
Tres principios
Como complemento final a su dura carta de reconvenci¨®n a Eden, Churchill enumeraba "los tres principios" que deb¨ªan articular necesariamente la pol¨ªtica brit¨¢nica en la inmediata postguerra y que habr¨ªan de ser de aplicaci¨®n general en Europa y espec¨ªfica en Espa?a:
a) Oposici¨®n al comunismo.
b) No intervenci¨®n en los asuntos internos de pa¨ªses que no nos han molestado.
c) Ning¨²n compromiso especial en Europa que requiera el mantenimiento de un gran Ej¨¦rcito brit¨¢nico, sino el desarrollo eficaz de una Organizaci¨®n Mundial de Paz convenientemente armada.
La respuesta de Eden a la exhaustiva requisitoria del primer ministro cobr¨® la forma de una carta tambi¨¦n personal y confidencial con fecha de 17 de noviembre de 1944. El secretario del Foreign Office comenzaba por rechazar la idea de que su deseo fuera "provocar o precipitar una revoluci¨®n en Espa?a" y subrayaba que su propuesta estaba m¨¢s motivada por las recomendaciones de Hoare que por las de Attlee.
El ¨²nico objetivo era estimular un cambio pac¨ªfico de r¨¦gimen en Espa?a y que Franco comprendiera la imposibilidad de seguir con un r¨¦gimen apoyado en la "desacreditada Falange" y la necesidad de buscar un entendimiento con "las fuerzas republicanas y mon¨¢rquicas moderadas". A juicio de Eden, la alternativa de inacci¨®n pod¨ªa ser m¨¢s peligrosa para la estabilidad del pa¨ªs que esa t¨ªmida intervenci¨®n, seg¨²n las informaciones derivadas de la oposici¨®n mon¨¢rquica por v¨ªas autorizadas:
"Mi temor es que si no le damos al general Franco una advertencia directa ahora, las fuerzas moderadas en Espa?a, que est¨¢n bien representadas en el seno del Ej¨¦rcito, perder¨¢n toda influencia. Otra guerra civil se har¨¢ entonces inevitable m¨¢s pronto o m¨¢s tarde, y probablemente m¨¢s pronto. Don Juan envi¨® recientemente un mensaje en este sentido al rey (Jorge VI) a trav¨¦s de la ex reina de Espa?a (do?a Victoria, viuda de Alfonso XIII) y el se?or Ventosa, que es probablemente el m¨¢s sabio de los l¨ªderes conservadores espa?oles, tambi¨¦n ha hablado en t¨¦rminos similares a unos amigos en Londres en los ¨²ltimos d¨ªas. (...) Notar¨¢ que no hay menci¨®n a sanciones econ¨®micas o amenazas de ning¨²n tipo. He formulado nuestra advertencia en la forma de una carta suya al general Franco porque ser¨¢ preciso responder a la comunicaci¨®n que el duque de Alba nos va a hacer de parte del general Franco. (...) Espero que se haya convencido de que est¨¢ muy lejos de la intenci¨®n del Foreign Office fomentar el comunismo en Espa?a. Y debo a?adir que nunca ha sido la pol¨ªtica del Foreign Office tratar de promover el comunismo en ninguna parte". El contraste de opiniones entre Churchill y su secretario del Foreign Office sobre la cuesti¨®n espa?ola era bien representativo de las dos sensibilidades presentes en el seno del Gobierno brit¨¢nico. Pero lejos de quedar recluidas al ¨¢mbito reservado de una discusi¨®n entre dos colegas del mismo partido, esas diferencias de percepci¨®n y consecuente l¨ªnea pol¨ªtica habr¨ªan de ser debatidas abiertamente por el conjunto del gabinete de coalici¨®n.
No en vano, la propuesta oficial de revisi¨®n pol¨ªtica patrocinada por Attlee hab¨ªa motivado una r¨¦plica igualmente oficial el 15 de noviembre a instancias del ministro conservador lord Selborne (titular de la cartera de Guerra Econ¨®mica desde 1942, cuando hab¨ªa sustituido al laborista Dalton). Una r¨¦plica que reactualizaba en p¨²blico una parte sustancial de los argumentos esgrimidos por Churchill en su correspondencia particular.
Impugnaci¨®n ideol¨®gica
Seg¨²n el memor¨¢ndum de lord Selborne, la propuesta de Attlee era "de lamentar" porque estaba motivada por razones y preferencias ideol¨®gicas muy discutibles. En primer lugar, porque la supuesta "incompetencia, corrupci¨®n y opresi¨®n" del r¨¦gimen franquista no era menor "que la del r¨¦gimen que desplaz¨®" y "las atrocidades de Franco eran menores y menos horribles que aqu¨¦llas de los que le precedieron". Y en segundo orden, porque el r¨¦gimen de Franco no era "m¨¢s autoritario o severo hacia sus oponentes pol¨ªticos que nuestros aliados Stalin y Salazar". Aparte de esta impugnaci¨®n de base ideol¨®gica y doctrinal (que reactualizaba las simpat¨ªas conservadoras durante la guerra civil), lord Selborne se opon¨ªa con firmeza a la propuesta pol¨ªtica de Attlee porque el recurso a las sanciones econ¨®micas supon¨ªa graves riesgos dada la situaci¨®n imperante en Gran Breta?a y, adem¨¢s, no estaba asegurado en absoluto su ¨¦xito en vista de los precedentes: "Una pol¨ªtica de estrangulamientos y alfilerazos econ¨®micos contra Espa?a dif¨ªcilmente redundar¨ªa en nuestro provecho y beneficio. No alcanzo a ver justificaci¨®n moral para tales ataques sobre un pa¨ªs neutral que no nos ha lanzado serios ataques y por cuya no-beligerancia en 1940 debemos estar agradecidos. Los sectores que sufrir¨ªan primordialmente ser¨ªan los comerciantes brit¨¢nicos y el pueblo espa?ol, cuyo resentimiento excitar¨ªamos con plena justicia.Las experiencias de 1936 (sanciones contra Italia por la invasi¨®n de Abisinia) deber¨ªan habernos ense?ado que las sanciones econ¨®micas inevitablemente producen una reacci¨®n anti-extranjera en el pa¨ªs atacado y que la interferencia en los asuntos internos espa?oles no ser¨ªa popular. Las incursiones de Mr.Hull en la pol¨ªtica interna de Argentina no son esperanzadoras y Estados Unidos tiene m¨¢s prestigio y muchos m¨¢s medios para la "persuasi¨®n pac¨ªfica" en Argentina que los que nosotros tenemos en Espa?a. Lo que el mundo m¨¢s necesita ahora mismo, y no menos Espa?a, es paz y la recuperaci¨®n del comercio. Creo que deber¨ªamos abstenernos de hacer cualquier cosa que pudiera obstaculizar ambas necesidades". Aunque lord Selborne no se explayaba en el tema, la base de su negativa a considerar con ecuanimidad la imposici¨®n de sanciones econ¨®micas a Espa?a resid¨ªa en la dificil¨ªsima situaci¨®n econ¨®mica que aforntaba Gran Breta?a en v¨ªsperas de la victoria.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.