Ciudadanos de presente, no de futuro
Constantemente los peri¨®dicos se hacen eco de noticias relacionadas con la violencia ejercida por o hacia los ni?os. Ni?os que sufren abusos, que maltratan a sus compa?eros, que cometen actos atroces... parece que la violencia est¨¢ presente en nuestra vida cotidiana.
En Espa?a ya se proh¨ªben las diferentes formas de violencia ejercida hacia los ciudadanos; en el C¨®digo Penal, la Ley de Protecci¨®n del Menor, la Ley contra la Violencia de G¨¦nero y la Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?o (CDN). Entonces, ?por qu¨¦ se debate sobre el castigo f¨ªsico? La respuesta est¨¢ en los art¨ªculos 154 y 268 del C¨®digo Civil, que establecen el derecho de los padres a "corregir razonable y moderadamente" a sus hijos. La legislaci¨®n deja una puerta abierta a utilizar el castigo f¨ªsico, pues no define si un cachete o similar es razonable o moderado como forma de disciplina familiar.
Debemos desterrar definitivamente la idea de que los hijos son propiedad de los padres
Est¨¢ claro que los valores sociales predominantes en nuestra cultura y en otras sociedades aceptan y asumen como apropiada esta pr¨¢ctica que vulnera la dignidad humana y da?a la integridad f¨ªsica. Esta idea se sustenta en datos de los ¨²ltimos a?os: el 52,2% de los espa?oles cree necesario pegar "algunas veces" a los ni?os (Bar¨®metro del CIS, marzo 2004); s¨®lo 15 de los 191 pa¨ªses que han ratificado la CDN en el mundo han prohibido todo tipo de castigos corporales a los ni?os (Eliminating corporal punishment, Unesco 2005) y el 27,7% de los padres encuestados reconoce haber pegado a sus hijos en el ¨²ltimo mes (Violencia en ciudades de Am¨¦rica y Espa?a, 1998). Si a esto le sumamos la existencia de un ideario colectivo que minimiza los efectos del castigo f¨ªsico argumentando que nadie se ha traumatizado por haber recibido un cachete de peque?o, nos encontramos con un escenario proclive a justificar la violencia hacia la infancia.
Es preocupante que aceptemos la legitimidad del castigo f¨ªsico de los padres o tutores hacia los menores de edad, cuando lo rechazamos sin dudarlo al referirnos al profesorado. No entiendo que, siendo tan claro el rechazo y la prohibici¨®n de cualquier tipo de violencia o agresi¨®n f¨ªsica ejercida hacia los adultos, todav¨ªa dudemos de su pr¨¢ctica en el entorno familiar. Ya no se cuestiona que una bofetada a una mujer es inadmisible, pero con los ni?os y ni?as no es tan claro. ?Acaso merecen menor consideraci¨®n que el resto de los ciudadanos?, ?acaso en las empresas se dan cachetes a los empleados para corregir "razonable y moderadamente" a sus empleados?, ?acaso la educaci¨®n en el hogar debe salirse de las normas acordadas en un Estado de derecho?
La familia es un ¨¢mbito privado donde los padres y las madres tenemos la responsabilidad, el derecho y el deber de educar a nuestros hijos. Debemos desterrar definitivamente la idea de que los hijos son propiedad de sus padres. La sociedad en su conjunto debe responsabilizarse de asegurar las condiciones adecuadas para el desarrollo integral de los m¨¢s peque?os aqu¨ª y ahora, pues ¨¦stos no son ciudadanos de futuro, sino de presente. Viven, piensan, sienten, son y est¨¢n hoy, no son una inversi¨®n de futuro.
La utilizaci¨®n del castigo f¨ªsico est¨¢ relacionado con la falta de recursos educativos de los padres/tutores, con la banalizaci¨®n e interiorizaci¨®n de la violencia, con la frustraci¨®n de los adultos ante situaciones para las que no se han preparado suficientemente. Los padres ni podemos ni debemos delegar nuestra responsabilidad, elegida en la mayor¨ªa de los casos, de educar a unos hijos que hemos decidido traer al mundo, y no podemos abusar de nuestra posici¨®n de poder. Si nos preparamos para ejercer nuestras responsabilidades profesionales, ?por qu¨¦ damos tan poca importancia a una funci¨®n vital como es el ejercicio de una paternidad responsable?
Pero las madres y los padres no estamos solos, el Estado debe respetar nuestra responsabilidad para que el ni?o ejerza los derechos reconocidos en la CDN. Debe tomar las medidas legislativas y administrativas adecuadas con el fin de asegurar su bienestar, eliminando cualquier vestigio de permisividad ante la violencia en las familias. No se trata de buscar culpables, sino de construir una sociedad sin violencia.
Organizaciones internacionales como el Comit¨¦ de los Derechos del Ni?o de Naciones Unidas, la Unesco, el Consejo de Europa e instituciones como el Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid y la Plataforma de Organizaciones de Infancia, entre otros agentes sociales, han recomendado en varias ocasiones modificar los art¨ªculos 154 y 268 del C¨®digo Civil para aclarar que en ning¨²n caso corregir significa hacer uso del castigo f¨ªsico u otra forma de violencia, debiendo promoverse, al tiempo, otras formas de disciplina.
Es imprescindible incorporar en las familias estrategias educativas que ayuden a los ni?os en su aprendizaje y desarrollo vital, reforzando permanentemente los comportamientos adecuados, optando por la resoluci¨®n constructiva de los conflictos, otorg¨¢ndole responsabilidades adecuadas a su edad, haciendo que se sientan parte importante de la unidad familiar. Es necesario dise?ar estrategias desde todos los ¨¢mbitos para trabajar por la promoci¨®n del "buen trato a la infancia", por el conocimiento, respeto y aplicaci¨®n de los deberes y derechos de la infancia, por la promoci¨®n de la participaci¨®n de los ni?os en los temas que les afectan y por el aprendizaje de la responsabilidad de "ser padres".
En definitiva, se trata de erradicar la violencia de todos los ¨¢mbitos de la vida y de reconocer, al fin, a las personas menores de edad su condici¨®n de ciudadanos de pleno derecho.
?ngel Hern¨¢ndez Mart¨ªn, licenciado en Psicolog¨ªa, es director t¨¦cnico de la Plataforma de Organizaciones de Infancia.
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