Arquitectura inesperada

Este fin de semana se pod¨ªan hacer descubrimientos sorprendentes paseando por las calles de Poblenou. Entre los espacios en construcci¨®n y las nuevas sedes administrativas, los artistas del Festival Internacional de Arquitectura Eme3, que celebraba su tercera edici¨®n, hab¨ªan decidido montar una decena de originales proyectos. La propuesta m¨¢s sorprendente y simb¨®lica se pudo ver el pasado viernes a medianoche, en la calle de Ciudad de Granada, donde un grupo de artistas franceses, llamado Exyzt, presentaron una performance. En un montaje que inclu¨ªa una pantalla situada en un andamio, unos efectos visuales y sonoros y una proyecci¨®n de humo, los espectadores asistieron al despegue virtual de la Torre Agbar hacia el espacio interestelar. La invenci¨®n reuni¨® a un centenar de personas entre los que se encontraban fans incondicionales del colectivo, que gritaron en el momento de la cuenta atr¨¢s, vecinos que hab¨ªan acudido a curiosear y j¨®venes que proven¨ªan de los bares de la zona.

Adem¨¢s de estas instalaciones, el festival tambi¨¦n ofreci¨® talleres, debates y una exposici¨®n permanente en el pabell¨®n deportivo de la Mar Bella. La sede principal acogi¨® hasta anoche unas 30 obras que giraban en torno al tiempo como cuarta dimensi¨®n, tema de este a?o en el Eme3. En un ambiente tranquilo, los visitantes se interesaron sobre todo por las propuestas que impon¨ªan una cierta interactividad con el p¨²blico. La caja negra, una creaci¨®n de Christian Leibenger y ?ngel Est¨¦vez, propon¨ªa al atrevido espectador entrar en un bloque herm¨¦tico de paredes de pizarra negra y, una vez calculado el tiempo encerrado, escribirlo con tiza en el exterior. La creaci¨®n m¨¢s frecuentada era la de Andrew Chappel, que se dedicaba a ir de un lado para otro en busca de gente a la que explicar su obra. En ella se pod¨ªa ver un cubo dentro de otro y en el centro dos bolas colgando. Despu¨¦s de las apasionadas explicaciones del artista se pod¨ªa descubrir que lo que se expon¨ªa era en realidad un reloj, ya que las bolas resultaban ser las agujas de un cuadrante imaginario. Pero con un "reloj que no te dice la hora, la tienes que preguntar", explicaba satisfecho Chappel.