La reactivaci¨®n nuclear

Soy el m¨¢s antinuclear del Gobierno". Con esta frase content¨® el presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero a los ecologistas que recibi¨® en Moncloa en junio pasado. El presidente se declar¨® firme en su oposici¨®n a la energ¨ªa nuclear. Pero, ?podr¨¢ mantener sus convicciones? ?Podr¨¢ prescindir Espa?a de las nueve centrales nucleares que en estos momentos producen el 22,8% de la electricidad que consumimos? ?C¨®mo se va a cubrir el aumento de la demanda de energ¨ªa prevista? ?Est¨¢ Espa?a preparada para afrontar la descomunal crisis energ¨¦tica que se avecina?

?ste es uno de los ejes estrat¨¦gicos de la pol¨ªtica espa?ola sobre los que el Gobierno espa?ol deber¨¢ tomar decisiones en breve. Decisiones dif¨ªciles. De momento elude el debate, constre?ido por el imperativo antinuclear de sus socios de gobierno. El ministro de Industria, Jos¨¦ Montilla, ha anunciado que en noviembre se reunir¨¢ por primera vez la comisi¨®n que debe analizar el futuro de las nucleares. Pero las compa?¨ªas el¨¦ctricas propietarias de las centrales no s¨®lo no contemplan la hip¨®tesis de un cierre pr¨®ximo sino que invierten en plantas que ya tienen entre 25 y 35 a?os de vida operativa, con el convencimiento de que, llegado el momento, el Gobierno autorizar¨¢ prorrogas que les permitan llegar a los 60, como sugiere el Foro Nuclear Espa?ol.

Estados Unidos tiene un coche por cada 1,8 habitantes; Europa, uno por cada 2,8, y China, uno por cada 1.350

Al comienzo de las extracciones se necesitaba un barril de petr¨®leo para sacar 100; ahora con un barril s¨®lo se sacan ocho

Eso es lo que ha hecho el Gobierno de Estados Unidos: ya ha decidido ir prorrogando hasta por lo menos 60 a?os la vida operativa de 30 reactores y se propone aplicar esta medida a la mayor parte de los 104 que est¨¢n operativos. Veinticinco a?os despu¨¦s del accidente de Three Mile Island, el Gobierno de George W. Bush se dispone no s¨®lo a finiquitar la moratoria nuclear, sino a dar un fuerte impulso a este tipo de energ¨ªa con la autorizaci¨®n de nuevas plantas para cuya construcci¨®n ya se han formado dos consorcios. En Europa, Finlandia ha dado el primer paso con la central que ya se construye en Olkiluoto, y Francia el segundo con una nueva planta prevista en Flamanville, pero todas las miradas se dirigen ahora al Gobierno de Angela Merkel, quien hab¨ªa dicho que una de las primeras cosas que har¨ªa, de alcanzar la presidencia del Gobierno alem¨¢n, ser¨ªa revisar el programa de cierre de nucleares pactado por el Gobierno rojiverde y el sector el¨¦ctrico. En estos momentos funcionan en el mundo 441 centrales, que proporcionan el 17% de la electricidad, y hay otras 25 en construcci¨®n, la mayor parte de ellas en los llamados pa¨ªses emergentes.

Padrinos ecologistas

Vuelve, pues, la energ¨ªa nuclear. Vuelve por lo menos a los foros de debate, pero esta vez lo hace, paradojas de la vida, con argumentos ecologistas y padrinos de renombre alternativo. Fue el prestigioso cient¨ªfico brit¨¢nico James Lovelock, autor de la teor¨ªa Gaia, que considera a la Tierra un organismo autorregulado, quien irrumpi¨® a principios de 2004 en favor de la energ¨ªa nuclear con el argumento de que el peligro del calentamiento del planeta es mucho peor que el hipot¨¦tico riesgo de accidente nuclear. Que es urgente dejar de quemar combustibles f¨®siles porque la Tierra no lo va a soportar. "Soy ecologista y ruego a mis amigos del movimiento que abandonen su equivocada objeci¨®n a la energ¨ªa nuclear", insiste. En la misma l¨ªnea se sit¨²an otras personalidades del ecologismo como Patrick Moore, Stewart Brand o Hugh Montefiore.

?Qu¨¦ ha cambiado desde que los accidentes de Three Mille Island (1979) y Chernobil (1986) llevaran a una moratoria que ha mantenido la fisi¨®n nuclear acoquinada y bajo sordina durante m¨¢s de veinte a?os? Han cambiado fundamentalmente dos cosas: que ya nadie se atreve a decir, como hace unos a?os, que el cambio clim¨¢tico sea la cantilena de un grupito de cient¨ªficos agoreros; y que el petr¨®leo se acaba. O por lo menos, el petr¨®leo barato.

Todos los expertos consultados, independientemente de su posici¨®n respecto de la energ¨ªa nuclear, coinciden en este veredicto. "La crisis que se avecina es mucho m¨¢s grave de lo que se quiere admitir porque se superponen dos problemas: el efecto invernadero que provoca el uso de los combustibles f¨®siles y el agotamiento de las reservas de petr¨®leo. No podemos seguir contaminando como lo hacemos, pero adem¨¢s, la extracci¨®n de petr¨®leo, esa fuente de energ¨ªa barata, accesible y f¨¢cil de manipular, sobre la que se basa todo nuestro modelo econ¨®mico, entrar¨¢ pronto en una fase de declive irreversible", dice Mariano Marzo, catedr¨¢tico de Recursos Energ¨¦ticos de la Universidad de Barcelona.

En ambos frentes, los hechos se est¨¢n precipitando. Una racha de desastres naturales ha castigado con encono diversos lugares del planeta mientras el barril de petr¨®leo ha superado este mes de agosto la barrera de los 60 d¨®lares y ya se enfila hacia los 70. En el mercado ocurren adem¨¢s cosas extra?as: cuando los pa¨ªses de la OPEP anuncian que aumentar¨¢n la producci¨®n de crudo, los precios ni se inmutan. La escalada sigue y todos los analistas contemplan como un escenario plausible que el barril llegue pronto a los 80 d¨®lares, que, por cierto, ser¨ªa el precio equivalente del que desencaden¨® la crisis econ¨®mica de 1973.

"El incremento sostenido de la demanda de energ¨ªa va a provocar una enorme tensi¨®n por la dificultad de satisfacerla con las fuentes ahora disponibles", explica Marcel Coderch, secretario de la Asociaci¨®n para el Estudio de los Recursos Energ¨¦ticos, una entidad que promueve el uso de energ¨ªas alternativas y el ahorro energ¨¦tico. "La propia Agencia Internacional de la Energ¨ªa (EIA, en sus siglas en ingl¨¦s) estima que en el periodo 2002-2030 la demanda de energ¨ªa primaria crecer¨¢ casi un 60% y que se doblar¨¢ el consumo de electricidad. La previsi¨®n es que el 85% del incremento de la demanda se cubra con combustibles f¨®siles, es decir, con petr¨®leo, gas natural y carb¨®n, pero eso implica aumentar tambi¨¦n en un 62% los actuales niveles de emisiones de CO2, algo que el sistema clim¨¢tico del planeta no va a poder soportar".

Energ¨ªa para el calor y para el fr¨ªo

La demanda est¨¢ creciendo en Espa?a del orden de un 6% anual. Por primera vez este a?o hemos gastando en Espa?a tanta electricidad para protegernos del calor como para protegernos del fr¨ªo. A las 13.24 del pasado 21 de julio alcanzamos el r¨¦cord de consumo el¨¦ctrico en verano: 38.980 megavatios. El de invierno, del 27 de enero, hab¨ªa sido de 43.720.

Pero el confort, basado en el uso intensivo de combustibles f¨®siles, tiene un precio, el cambio clim¨¢tico. El efecto invernadero ser¨ªa raz¨®n suficiente para cambiar el modelo energ¨¦tico. Pero la crisis se precipitar¨¢ por la misma raz¨®n por la que el precio del barril no deja de subir: el petr¨®leo, la base de nuestro sistema econ¨®mico, comenzar¨¢ a agotarse muy pronto sin haber desarrollado fuentes alternativas limpias y seguras.

"Se estima que la demanda crecer¨¢ en el mundo en torno al 2% anual acumulado, y eso contando con que los pa¨ªses desarrollados aumenten la eficiencia de sus sistemas energ¨¦ticos y apliquen dr¨¢sticas medidas de ahorro. Ese aumento de la demanda de ning¨²n modo se podr¨¢ satisfacer con los actuales niveles de producci¨®n. Es probable que ni siquiera sum¨¢ndoles un importante aumento de las energ¨ªas renovables. Es un problema enorme y es un problema a veinte a?os vista", sostiene Cayetano L¨®pez, catedr¨¢tico de F¨ªsica Te¨®rica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y responsable del ¨¢rea de energ¨ªa del Centro de Investigaciones Energ¨¦ticas, Medioambientales y Tecnol¨®gicas (Ciemat). La cuesti¨®n es qu¨¦ energ¨ªas primarias podr¨¢n utilizarse para satisfacer esa enorme demanda sin da?ar t¨®dav¨ªa m¨¢s el medio ambiente.

La mayor parte del crecimiento de la demanda se producir¨¢ en los llamados pa¨ªses emergentes. En China viene creciendo a un promedio del 8,2% anual seg¨²n datos de la OCDE. El 76% de la electricidad que consume el gigante asi¨¢tico la obtiene del carb¨®n, por lo que China se ha convertido en uno de los principales contribuyentes del efecto invernadero. La energ¨ªa hidr¨¢ulica le aporta el 19% de la electricidad, el petr¨®leo apenas un 3% y el gas y la energ¨ªa nuclear no llegan al 1% cada uno. Teniendo en cuenta que el transporte es el principal consumidor de petr¨®leo, cabe imaginar qu¨¦ ocurrir¨¢ cuando los ciudadanos chinos quieran cambiar la bicicleta por el coche.

Ahora la distribuci¨®n del parque m¨®vil no puede ser m¨¢s desigual. En Estados Unidos tienen un coche por cada 1,8 personas, en la Uni¨®n Europea tenemos uno por cada 2,8, en ?frica uno por cada 110 y en China uno por cada 1.350. Pero eso no ser¨¢ siempre as¨ª. Se estima que s¨®lo en los pa¨ªses asi¨¢ticos el parque m¨®vil crecer¨¢ a raz¨®n de cinco millones de coches por a?o, y que en apenas diez a?os, habr¨¢ 875 millones de veh¨ªculos circulando por el mundo. Que necesitar¨¢n alg¨²n combustible para funcionar.

La EIA estima que dos terceras partes del incremento de la demanda energ¨¦tica se destinar¨¢ al transporte, dada la dificultad para desarrollar fuentes de energ¨ªa alternativas para la automoci¨®n. La agencia descarta que el desarrollo de los veh¨ªculos h¨ªbridos (bater¨ªa el¨¦ctrica-gasolina) y el motor de hidr¨®geno puedan tener un impacto significativo en el sistema de transporte antes de 2030. Si la necesidad empuja, eso puede variar pero en todo caso, la previsi¨®n para ese a?o es que el 54% de la producci¨®n de petr¨®leo se destine a la automoci¨®n, frente al 47% actual.

En el World Energy Outlook 2004, la EIA estima que la demanda de petr¨®leo, que ahora es de 82 millones de barriles diarios, seguir¨¢ creciendo hasta alcanzar 90 millones en 2010 y 121 en 2030, y eso contando con que los pa¨ªses m¨¢s desarrollados apliquen severas medidas de ahorro energ¨¦tico y protecci¨®n ambiental, cosa que est¨¢ por ver.

Mariano Marzo repite en sus conferencias una frase contundente que deja al auditorio encogido: "Se?ores, el petr¨®leo barato, abundante y para todos se ha terminado". Los mercados ya lo tienen claro y por eso es cada vez m¨¢s caro. "De hecho ya han comenzado las carreras por situarse en una posici¨®n favorable ante los proveedores", insiste. "Todos los pa¨ªses tratan de diversificar sus fuentes, todos corren a asegurarse contratos de suministro y en esta estrategia se sit¨²a no s¨®lo el control pol¨ªtico de Oriente Medio, sino tambi¨¦n las tensiones desestabilizadoras en pa¨ªses como Venezuela o Guinea, donde se presume que hay reservas por explotar".

1.000 barriles por segundo

Y tambi¨¦n las tendencias privatizadoras. "Ahora las compa?¨ªas privadas apenas controlan el 13,2% de las reservas de petr¨®leo y gas", a?ade Mariano Marzo. "El resto est¨¢ en manos de empresas estatales, y por eso el petr¨®leo est¨¢ en el centro de todas las tensiones geoestrat¨¦gicas. Se supone que Arabia Saud¨ª, Ir¨¢n y los pa¨ªses del golfo son los que tienen las mayores reservas. Hasta ahora Occidente vend¨ªa tecnolog¨ªa y poder financiero a cambio de suministros. Pero cuando el petr¨®leo sea realmente escaso, esa ecuaci¨®n se romper¨¢, nadie confundir¨¢ valor y precio, y el precio se disparar¨¢".

En estos momentos se extraen casi 1.000 barriles de petr¨®leo cada segundo. ?Durante cu¨¢nto tiempo se va a poder mantener este ritmo? ?Cu¨¢nto petr¨®leo queda exactamente? "Algunas petroleras dicen que queda para 40 a?os, pero no son la fuente m¨¢s fiable. Las reservas reales de cada pa¨ªs son el secreto de Estado mejor guardado, pero hay indicadores que permiten realizar estimaciones razonablemente fiables, y no son tan optimistas", afirma Mariano Marzo.

Pedro G¨®mez-Romero, investigador del Instituto de Ciencias de los Materiales de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, del CSIC, ha hecho acopio de los estudios realizados al respecto: "La incertidumbre es tremenda, porque de estos c¨¢lculos dependen muchas decisiones de enorme trascendencia", afirma. Considera especialmente relevantes el art¨ªculo publicado en Science (n¨²mero 281, 21 de agosto de 1998) y las estimaciones que se publicaron en la revista Nature (n¨²mero 246, 20 de noviembre de 2003). "En resumen, se estima que en 2003 se hab¨ªan gastado 0,95 billones de barriles. Diferentes estimaciones calculan que hay entre 1,5 y 3 billones de barriles a¨²n por extraer. Estamos pues ya a la mitad o muy cerca".

Teniendo en cuenta que llevamos un siglo consumiendo petr¨®leo alegremente, si todav¨ªa queda tanto o el doble del que hemos consumido, la pregunta es: ?A qu¨¦ viene tanta alarma? ?D¨®nde est¨¢ el problema?

Pues s¨ª, hay un problema y se llama curva de Hubbert. M. King Hubbert (1903-1989) fue un geof¨ªsico norteamericano que trabaj¨® para multinacionales del petr¨®leo en Tejas, entre ellas la poderosa Shell, en el periodo exultante del oro negro. Hubbert conoc¨ªa bien los entresijos geol¨®gicos del subsuelo americano y sospechaba que aquella felicidad no iba a ser eterna, de modo que se propuso calcular cu¨¢nto petr¨®leo quedaba. Corr¨ªa 1956 cuando dio a conocer su famosa predicci¨®n: el petr¨®leo alcanzar¨¢ su pico de m¨¢xima extracci¨®n en Estados Unidos en 1970, y a partir de ese momento, comenzar¨¢ a agotarse a la misma velocidad y en la misma proporci¨®n en que han crecido las extracciones.

Las previsiones de Hubbert dibujaban una curva de Gauss, en forma de campana (ver ilustraci¨®n adjunta), seg¨²n la cual al principio se extrae una cantidad peque?a que va aumentando progresivamente durante unos a?os y de repente experimenta una fuerte subida hasta alcanzar un punto m¨¢ximo que coincide con la mitad; a partir de ah¨ª, se produce una inflexi¨®n y las extracciones sufren un r¨¢pido descenso hasta agotarse.

No le tomaron en serio. Pero las predicciones de Hubbert se cumplieron a rajatabla y si no se produjo una debacle fue gracias a las reservas halladas m¨¢s tarde en en el Golfo de M¨¦xido y a las importaciones masivas, que en estos momentos alcanzan el 55% de su consumo. Pero las carcajadas con que el cient¨ªfico fue ninguneado por los capitostes tejanos del petr¨®leo quedaron petrificadas para siempre en una mueca aceitosa, porque su curva de Gauss se cumple inexorablemente en todos los pozos. "Our ignorance is not so vast as our failure to use what we know", dijo Hubbert. Algo as¨ª como que nuestra ignorancia no es tan grande como nuestra incapacidad para aprovechar lo que sabemos. O sea, que somos m¨¢s in¨²tiles que ignorantes. Sabemos, pero no sabemos sacar las consecuencias de lo que sabemos. ?Ocurrir¨¢ lo mismo con la crisis energ¨¦tica que se avecina?

"Desde que la curva de adici¨®n de nuevas reservas empieza a estancarse y a declinar, hasta que se alcanza el punto de m¨¢xima extracci¨®n, pasan unos 40 a?os. Se han mejorado las tecnolog¨ªas, pero eso apenas ha incidido sobre los tiempos", explica Mariano Marzo. En la primera parte de la curva de Hubbert, todo es f¨¢cil: el petr¨®leo es de buena calidad, menos viscoso y m¨¢s ligero, est¨¢ a menor profundidad y se obtiene con poco esfuerzo. Pero en la segunda, a partir del punto de m¨¢xima extracci¨®n, cada vez fluye menos crudo, est¨¢ m¨¢s profundo y cuesta m¨¢s extraerlo y refinarlo, porque es de peor calidad. Y el esfuerzo energ¨¦tico necesario para extraer el crudo es cada vez mayor.

Esto se ha visto claramente en el Mar del Norte, cuyas reservas se agotan r¨¢pidamente. Al comienzo de las extracciones se necesitaba un barril de petr¨®leo para obtener cien. Ahora, con un barril ya s¨®lo se obtienen ocho. El caso del Mar del Norte es paradigm¨¢tico: en 1983 hab¨ªa 14 campos de extracci¨®n abiertos y se obten¨ªan 100.000 barriles diarios de cada uno de ellos. En 2003 hab¨ªa 157 campos de extracci¨®n, pero s¨®lo se obten¨ªan de cada uno de ellos 10.000 barriles diarios. En ese punto estamos.

Cuando se alcance el punto de m¨¢xima producci¨®n mundial, la disponibilidad de crudo ir¨¢ disminuyendo a un ritmo que puede alcanzar el 3% anual. ?Cu¨¢ndo se alcanzar¨¢ ese punto? Depende, seg¨²n G¨®mez-Romero, de las reservas conocidas y de las que pudieran descubrirse. "El problema es que, pese a la fiebre perforadora, hace d¨¦cadas que el n¨²mero de nuevos yacimientos descubiertos est¨¢ en dr¨¢stico declive y los nuevos pozos ni siquiera cubren el aumento de la demanda", sostiene.

Una diferencia de 20 a?os

Est¨¢ claro que las reservas conocidas entrar¨¢n pronto en declive. ?Cu¨¢ndo? La mayor¨ªa de los ge¨®logos independientes, incluidos los americanos, estiman que el peak oil mundial se alcanzar¨¢ al final de esta misma d¨¦cada. El servicio geol¨®gico del Gobierno de EE UU y muchos economistas se muestran m¨¢s optimistas. Calculan que, con las mejoras tecnol¨®gicas de perforaci¨®n y extracci¨®n, ese pico se producir¨¢ m¨¢s tarde. ?Cu¨¢nto m¨¢s tarde? A partir de 2030, vaticinan.

O sea, que entre los m¨¢s optimistas y los m¨¢s pesimistas s¨®lo hay veinte a?os de diferencia. Muchos menos de los que son necesarios para poner a punto las alternativas que habr¨¢n de sustituir al petr¨®leo. Pero muchos m¨¢s de lo que dura una legislatura, que es el horizonte temporal en el que se mueven los gobiernos.

Hay muchos intereses en juego y el problema es que las estimaciones que hacen los pa¨ªses del Golfo sobre las reservas de las que disponen no tienen mucha credibilidad. "Lo que s¨ª est¨¢ claro es que, hoy por hoy, el petr¨®leo es insustituible en el transporte. En la situaci¨®n de escasez que se avecina, y con los problemas ambientales que crea, ser¨¢ inevitable reservarlo para el transporte y para la industria petroqu¨ªmica que lo utiliza como materia prima. La electricidad tendr¨¢ que obtenerse de otras fuentes", insiste Cayetano L¨®pez. "Deben aumentar los impuestos sobre la energ¨ªa para poder destinar m¨¢s dinero a reparar el medio ambiente y a investigar fuentes alternativas. La ¨²nica medida eficaz para avanzar en esta direcci¨®n es que el petr¨®leo sea caro. En Estados Unidos a¨²n cuesta entre un cuarto y un tercio del precio que pagamos en Europa. Los americanos han vivido en un mundo feliz. Pero eso se va a terminar".

"Quemar hidrocarburos para hacer electricidad es un despilfarro", declar¨® a este diario Ignacio Nieto en una entrevista mantenida antes de incorporarse a la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa como director de Regulaci¨®n y Competencia. "El petr¨®leo se ha de reservar para el transporte y para la industria que lo utiliza como materia prima en la fabricaci¨®n de pl¨¢sticos, fertilizantes y otros productos, unos 3.000 en total. Sin crudo no podr¨ªamos construir muchos de los objetos que utilizamos en la vida cotidiana".

?Qu¨¦ alternativas hay? Hasta ahora, los pa¨ªses que han diversificado sus fuentes energ¨¦ticas han recurrido al gas natural y al carb¨®n. Espa?a no posee carb¨®n de calidad de modo que ha apostado por el gas, que importa b¨¢sicamente de Argelia. Pero ambos combustibles tienen el mismo problema que el petr¨®leo: emiten gases de efecto invernadero y las reservas, aunque mayores, tambi¨¦n son limitadas. En resumen, al ritmo de consumo actual, habr¨ªa reservas de petr¨®leo para unos 40 a?os, de gas para unos 70 y de carb¨®n para unos 200. Pero ser¨¢ mejor no llegar a agotarlos, a no ser que dejen de contaminar. Existen programas para desarrollar tecnolog¨ªas de secuestro de CO2. "Se trata de capturar el di¨®xido de carbono que emiten las centrales por la v¨ªa de licuarlo. Esta tecnolog¨ªa permitir¨ªa usar carb¨®n, que es el combustible del que quedan m¨¢s reservas y el que est¨¢ m¨¢s diversificado geogr¨¢ficamente. Pero no es sencillo y plantea adem¨¢s el problema de d¨®nde almacenar el CO2 secuestrado. Pero deber¨ªa investigarse m¨¢s en ello", indica Marcel Coderch.

Las esperanzas a largo plazo est¨¢n puestas en la fusi¨®n nuclear, pero mientras esta expectativa no se confirme y sea operativa, algo que no ocurrir¨ªa antes de 2030, s¨®lo hay dos tipos de energ¨ªas que no producen emisiones perniciosas para la atm¨®sfera, las renovables (e¨®lica, solar, biomasa) y la nuclear.

Ma?ana, cap¨ªtulo 2 Bajo la sombra de Chern¨®bil