Penas m¨¢s duras y pocas alternativas
Cinco expertos analizan el hecho de que Espa?a tenga la tercera tasa m¨¢s alta de presos de la UE
Las c¨¢rceles no tienen reservado el derecho de admisi¨®n. Todo cliente enviado por los jueces halla acomodo, por el tiempo que sea. El ritmo de aumento de la poblaci¨®n penitenciaria (un 3,2% en lo que va de a?o), sin c¨¢rceles nuevas a¨²n, ha llevado a Mercedes Gallizo, directora de Instituciones Penitenciarias, a plantear una reflexi¨®n: "Ha llegado el momento de que la sociedad supere la idea de que las prisiones son el destino inevitable al que est¨¢n abocadas todas las personas que llegan a vulnerar las normas penales". ?C¨®mo es posible que Espa?a tenga la tercera mayor tasa de poblaci¨®n reclusa, 144 presos por 100.000 habitantes, muchos m¨¢s que Francia o Italia? El Reino Unido, donde el total de presos crece en 250 personas por semana, se pregunta lo mismo. Ambos pa¨ªses construyeron 13 c¨¢rceles cada uno entre 1996 y 2003, con 18.500 nuevas plazas en el caso brit¨¢nico y 10.027, en el espa?ol. Y ya est¨¢n llenas.
Gallizo: "Las reformas han alargado la estancia en las c¨¢rceles, que se sobreocupan"
Lorenzo Morillas: "El efecto de los cambios de 2003 a¨²n no ha llegado a las prisiones"
Cinco expertos opinan sobre el caso espa?ol y sus soluciones: Mercedes Gallizo; la jurista y portavoz del PP en la Comisi¨®n de Interior, Alicia S¨¢nchez Camacho; el catedr¨¢tico de Derecho Penal de la Universidad de Granada Lorenzo Morillas, miembro de una de las comisiones que particip¨® en la reforma del C¨®digo Penal de 2003; el magistrado Arturo Beltr¨¢n, presidente de la Secci¨®n Quinta de la Audiencia de Madrid, m¨¢xima instancia judicial penitenciaria en la comunidad; e I?aki Rivera Beiras, director del Observatori del Sistema Penal i els Drets Humans, de la Universidad de Barcelona.
Todos, salvo S¨¢nchez Camacho, coinciden en que la causa fundamental del imparable aumento de reclusos est¨¢ en el endurecimiento de las penas del C¨®digo Penal de 1995, reforzado a¨²n m¨¢s en 2003; las dificultades en el acceso al tercer grado y a la libertad condicional; la introducci¨®n de nuevos delitos de peligro abstracto; un cierto abuso de la prisi¨®n preventiva y la mayor presencia de delincuentes llegados de otros pa¨ªses. En plata: m¨¢s presos, por m¨¢s tiempo y sin poder redimir pena.
"Los neoconservadores de Estados Unidos han exportado a Europa, y por supuesto a Espa?a, una pol¨ªtica de populismo punitivo, de tolerancia cero, que se traduce en pol¨ªticas de barrido de los delincuentes de las calles y de endurecimiento de las penas", asegura Rivera. "El panorama es preocupante, y lo ¨²nico que se les ocurre a los Gobiernos es construir m¨¢s c¨¢rceles. El problema no es s¨®lo que cada vez haya m¨¢s presos, sino que no tienen posibilidades de redenci¨®n, y se crea una tensi¨®n m¨¢xima. Y no es cuesti¨®n de PP o PSOE. Ambos votaron las reformas", a?ade.
Morillas analiza la situaci¨®n en una l¨ªnea similar. "Se ha producido un expansionismo del Derecho Penal, es decir, que hay m¨¢s delitos y m¨¢s penas. Hay un expansionismo racional para una sociedad de riesgo, como es el que afecta, por ejemplo, a los delitos de Internet o del tr¨¢fico; y otro irracional, que intenta paliar los fallos de la sociedad. Esto, en ¨¦pocas de sensaci¨®n de inseguridad ciudadana, se traslada al Derecho Penal". Uno de los problemas que ve Morillas es que la reforma del C¨®digo Penal de 2003 (que consagr¨® el cumplimiento ¨ªntegro de las penas y dificult¨® el tercer grado y la libertad condicional) a¨²n no ha surtido efecto en las c¨¢rceles. "La reforma de 1995 tard¨® dos a?os en apreciarse, y la de 2003 se empezar¨¢ a ver ahora, con una mayor presi¨®n sobre el sistema".
Beltr¨¢n coincide en que la culpa es, fundamentalmente, del endurecimiento de las penas, "y del cambio que se ha operado en Espa?a de una sociedad preindustrial a una tecnol¨®gica, algo que no se sabe a¨²n bien c¨®mo se ha encajado". Explica que el crecimiento de la poblaci¨®n y de la delincuencia for¨¢nea ("no de la inmigraci¨®n, que es gente que viene a trabajar, no a delinquir", matiza) ha contribuido a la situaci¨®n actual. "Con las normas m¨¢s duras se crea un ambiente de inseguridad, y para los jueces es m¨¢s f¨¢cil justificar una prisi¨®n preventiva que la libertad".
Los an¨¢lisis son parcialmente coincidentes con el de Gallizo. "Es evidente que las reformas de la legislatura pasada alargan el tiempo de estancia en las prisiones, que se sobreocupan", argumenta. "La reflexi¨®n que debemos trasladar es que el abuso de las penas en r¨¦gimen cerrado desvirt¨²a el sistema. El plantear medidas para flexibilizar el sistema acarrea riesgos, pero no hacer nada tambi¨¦n es un riesgo, porque puede haber m¨¢s conflictos en las c¨¢rceles y menos posibilidad de tratamiento", contin¨²a.
La directora de Prisiones a?ade que las medidas de endurecimiento de las penas "no vinieron acompa?adas por parte del Gobierno del PP de un plan de construcci¨®n de centros, porque pensaban que la poblaci¨®n reclusa no crecer¨ªa".
La diputada del PP S¨¢nchez Camacho reniega de este planteamiento. "Si hay m¨¢s gente en la c¨¢rcel es porque se delinque m¨¢s", sentencia. "El endurecimiento del C¨®digo Penal fue debido a una demanda social, pero en los ¨²ltimos dos a?os, el actual Ejecutivo no ha hecho nada. Y tampoco se est¨¢n adoptando medidas sociales para impedir que crezca la delincuencia". A su juicio, el alargamiento de las condenas fue "muy bien recibido por la sociedad y redujo la reincidencia".
As¨ª las cosas, ?qu¨¦ se puede hacer? "En la UE hay un debate sobre la flexibilizaci¨®n del sistema que a¨²n no ha llegado a Espa?a, en el que se tiende a una apuesta fuerte por las penas alternativas, las libertades condicionales, la semilibertad, el cumplimiento de penas en centros de deshabituaci¨®n por parte de los toxic¨®manos, las medidas telem¨¢ticas y los trabajos en beneficio de la comunidad", asegura Gallizo. "Lo primero que debemos hacer es administrar lo que tenemos y multiplicar las actividades en la c¨¢rcel, como el trabajo productivo, porque mucha gente en los patios y sin hacer nada genera problemas. Todo ello combinado con medidas sociales que atajen las causas del delito".
"La reflexi¨®n de Gallizo es muy interesante", a?ade Beltr¨¢n. "Pero las medidas no son f¨¢ciles y no dan votos". Morillas agrega que lo vital es frenar la entrada en prisi¨®n. "El 70% de los presos est¨¢ en la c¨¢rcel por delitos de narcotr¨¢fico y contra el patrimonio, muchas veces asociados. Si un delincuente drogadicto se deshabit¨²a, posiblemente no volver¨¢ a delinquir, porque la causa del delito desaparece".
La coincidencia total es que para los delitos graves, para las condenas de larga duraci¨®n, no hay alternativa. "Quiz¨¢s habr¨ªa que reservar la c¨¢rcel para los delitos m¨¢s graves", dicen casi con las mismas palabras Gallizo y Beltr¨¢n. "S¨®lo con cumplir la ley, para que se permitiera el acceso a la libertad condicional de quienes han cumplido las dos terceras partes de la pena, se liberar¨ªan miles de celdas", asegura Rivera. "Claro que hay que tomar medidas para prevenir y evitar el delito", afirma S¨¢nchez Camacho. "A las penas de prisi¨®n se pueden buscar alternativas, como el control telem¨¢tico, pero eso no resuelve el problema porque afecta a poca gente", concluye.
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