Lo de siempre en Riazor
Al Deportivo le basta con derrochar energ¨ªa para vencer con claridad a un penoso Madrid
Entre las tradiciones m¨¢s arraigadas del Madrid hay una que se ha ido asentando en los ¨²ltimos a?os. Con la regularidad con que llegan las pretemporadas, los fichajes gal¨¢cticos o las celebraciones en la Cibeles despu¨¦s de alg¨²n t¨ªtulo, el Madrid visita cada a?o Riazor dispuesto a hacer el rid¨ªculo. Anoche, como tantas veces, lo logr¨® plenamente. No es que el Deportivo hiciese un partido fabuloso, que resucitase el talento apagado de Valer¨®n o de Trist¨¢n o que retornasen los espectros de Bebeto y Mauro Silva. Le bast¨® con derrochar energ¨ªa. Y sus goleadores fueron dos tipos que viven m¨¢s del m¨²sculo que del juego: De Guzm¨¢n y Juanma. El Madrid se arrodill¨® ante el dictado de la tradici¨®n y se limit¨® a colaborar todo lo que pudo en el programa de festejos locales.
DEPORTIVO 3 REAL MADRID 1
Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Coloccini (C¨¦sar, m. 73), Juanma, Capdevila; De Guzm¨¢n, Scaloni, Duscher, Munitis; Valer¨®n y Trist¨¢n (Rub¨¦n, m. 77).
Real Madrid: Casillas; Diogo, Sergio Ramos, Woodgate, Roberto Carlos; Pablo Garc¨ªa (Soldado, m. 66), Helguera; Beckham (Balboa, m. 52), Guti, Robinho; y Ra¨²l.
Goles: 1-0. M. 35. De Guzm¨¢n bate a Casillas de disparo raso y cruzado desde la frontal del ¨¢rea. 2-0. M. 45. Valer¨®n saca un c¨®rner en corto para Munitis, que centra y Juanma remata, solo, de cabeza. 3-0. M. 84. Cabezazo de Juanma, libre de marca, tras un c¨®rner lanzado por Munitis. 3-1. M. 86. Zurdazo de Ra¨²l desde fuera del ¨¢rea.
?rbitro: Fern¨¢ndez Borbal¨¢n. Amonest¨® a Diogo, Capdevila, Duscher, Roberto Carlos, Helguera y C¨¦sar.
Unos 33.000 espectadores en Riazor.
No hay mejor terapia para los momentos de tribulaci¨®n en Riazor que una visita del Madrid. Ya puede andar el Deportivo a rastras que llega el Madrid y se curan todas sus enfermedades. Ocurri¨® la pasada campa?a, cuando el conjunto que entonces dirig¨ªa Javier Irureta languidec¨ªa en la Liga y se despert¨® una noche para dar un repaso a los gal¨¢cticos. Y ayer, como el a?o anterior, como casi siempre en los tres lustros que el Madrid lleva sin ganar en Riazor, sucedi¨® lo de siempre: una escena que, de tanto repetida, es ya un cl¨¢sico del campeonato. El Depor ni siquiera necesita jugar bien. Se maquilla con las pinturas de guerra, aporrea un poco los tambores y su rival claudica del modo m¨¢s escandaloso.
En el gui¨®n inalterable que el Deportivo maneja cada temporada -da igual qui¨¦nes sean los jugadores: Bebeto, Rivaldo o Fran en su ¨¦poca; De Guzm¨¢n o Juanma en este equipo mucho m¨¢s proletarizado- figura un golpe de efecto nada m¨¢s comenzar el partido. El de anoche s¨®lo tard¨® 18 segundos. La primera jugada del choque fue un centro de Munitis que cabece¨® Valer¨®n y sali¨® muy cerca del poste. A partir de ah¨ª, el Madrid anduvo de sobresalto en sobresalto. El siguiente no tard¨® m¨¢s de tres minutos y estuvo a punto de acabar con un gol en propia meta de Sergio Ramos, quien, por lo dem¨¢s, pareci¨® el ¨²nico defensa que alineaba el Madrid. Diogo, como ya le hab¨ªa ocurrido hace cuatro d¨ªas con el valencianista Vicente, fue torturado por Munitis. Woodgate ejerci¨® de poste. Y Roberto Carlos, ya se sabe, est¨¢ en otras batallas que lucen bastante m¨¢s.
Forzado por las bajas, Vanderlei Luxemburgo rescat¨® el doble pivote defensivo y situ¨® junto a Pablo Garc¨ªa a Helguera, quien llevaba una eternidad sin aparecer por ese puesto. Y m¨¢s que tardar¨¢ en regresar. Helguera fue la mejor encarnaci¨®n del pat¨¦tico aspecto del Madrid. Si tocaba cortar, no ve¨ªa una pelota. Cuando llegaba el momento de distribuir, sus mejores pases se los entreg¨® obsequiosamente al contrario. Tampoco es que Pablo Garc¨ªa aportase mucho m¨¢s. Entre ambos dejaron que el Deportivo campase a sus anchas por la zona de creaci¨®n y obturase cualquier intento del Madrid de elaborar algo semejante al f¨²tbol.
Los problemas del Madrid para sacar la pelota desde su defensa brindaron im¨¢genes casi c¨®micas. La presi¨®n del Deportivo le abras¨® desde su primera l¨ªnea y conden¨® a Ra¨²l y Robinho a ver el partido desde la distancia. Y el lance fue todo lo que pretend¨ªa Joaqu¨ªn Caparr¨®s: un juego atropellado, el Depor ganando todos los balones divididos y las gradas de Riazor haciendo recochineo a costa de la impotencia del Madrid. El gol local s¨®lo parec¨ªa cuesti¨®n de tiempo. Llegaron dos antes del descanso y la defensa del Madrid colabor¨® notablemente. En el primero, De Guzm¨¢n remat¨® sin oposici¨®n desde el borde del ¨¢rea y, para m¨¢s mofa, con la izquierda, su pierna de apoyo. Pero a¨²n result¨® peor el segundo, en la ¨²ltima jugada de la primera parte. Valer¨®n se fue a sacar un c¨®rner y Munitis le sigui¨® hasta la esquina. Recibi¨® tranquilamente y, sin que nadie saliese a molestarle, se fue desplazando hasta el v¨¦rtice del ¨¢rea. Con una comodidad inaudita centr¨® el bal¨®n al segundo palo, donde todo el mundo sab¨ªa que esperaba el fornido Juanma para colocar el cabezazo. Y lo coloc¨®, faltar¨ªa m¨¢s. Para bochorno del Madrid, Juanma acab¨® erigi¨¦ndose en el improbable h¨¦roe de la noche. En el tramo final del choque, cuando ya nada quedaba por dilucidar, la defensa madridista volvi¨® a olvidarse de ¨¦l a la salida de un c¨®rner y le dej¨® cabecear su segundo gol. Y, como manda la tradici¨®n, Riazor se dio a la juerga para festejar que su equipo, que no ganaba desde la segunda jornada, hab¨ªa vuelto a ridiculizar al Madrid.
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