Lertxundi, el aprendiz
Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s de encaramarse por vez primera a un escenario, Benito Lertxundi (Orio, Guip¨²zcoa, 1942), el trovador por antonomasia de la canci¨®n vasca, sigue ejerciendo de curioso aprendiz. Lo proclama desde el mismo t¨ªtulo de su m¨¢s reciente entrega discogr¨¢fica, 40 urtez ikasten egonak (Aquellos que llevan 40 a?os aprendiendo), un ¨¢lbum doble grabado en directo, entre Guernika y Tolosa, en el que repasa su repertorio esencial de los ¨²ltimos tiempos y aporta un par de piezas in¨¦ditas. Lertxundi acumula una moderada discograf¨ªa de 14 t¨ªtulos ("no soy ning¨²n genio y las canciones no me salen con un simple chasquido de dedos"), pero su influencia se antoja colosal entre varias generaciones de cantautores euskaldunes.
Benito reh¨²ye, por sistema, cualquier forma de nostalgia. Proclama que estos ocho lustros le han servido "para ir aprendiendo poco a poco a cantar y expresarme con m¨¢s colores y matices", pero confiesa "una enorme pereza" para evocar tiempos pret¨¦ritos. "Yo me desapego enseguida del pasado. Me aburro cuando me preguntan por los tiempos del Ez Dok Amairu y todo aquello", apunta en alusi¨®n al seminal colectivo de m¨²sica vasca en el que, a partir de 1966, coincidi¨® con Mikel Laboa, Xabier Lete o Jos¨¦ Mari Zabala, entre otros. Y apostilla: "En esta cultura tendemos a archivarlo todo, pero yo no siento esa necesidad. Cuando todo se explica con sus puntos y sus comas, las cosas pierden su aureola de magia".
Autores j¨®venes tan apreciables como Mikel Urdangarin han bebido de su obra, pero a Benito le incomoda sentirse ascendente de nadie. "Que nadie busque, por favor, al Lertxundi del siglo XXI. Cada cual debe ser uno mismo, no un heredero de otro. Me abrumar¨ªa que me tomasen por un or¨¢culo", exclama. Reclama su derecho a la humildad y la insatisfacci¨®n, e incluso le aturde la avalancha de parabienes que recoge El bardo de Orio, el reciente libro biogr¨¢fico escrito por el periodista ?lvaro Feito, que estas navidades conocer¨¢ una edici¨®n ampliada con partituras. "Cuando ves una foto tuya tan grande en la portada de un libro te alarmas un poco. Casi tienes que pedir permiso antes de salir a la calle", bromea.
Modestias aparte, la sombra de este hombre de melena entrecana es omnipresente en toda la escena norte?a. Hace poco, una de sus hermanas mayores, integrante de un conjunto coral, le telefone¨® para expresarle una duda. "Benito, hemos empezado a ensayar una canci¨®n que yo cre¨ªa tuya, pero igual estoy confundida. Aqu¨ª en la partitura pone que es tradicional...", le cont¨®. "Yo le contest¨¦ que me sent¨ªa muy honrado. Aquella canci¨®n era efectivamente m¨ªa, pero el que la gente la perciba como una pieza del pueblo es el mayor elogio que puede recibir un autor".
Por todo eso, para continuar con ese proceso suyo de aprendizaje, Benito Lertxundi no deja de tararear en cualquier rinc¨®n y circunstancia. Dice seguir a la b¨²squeda de alguna nueva melod¨ªa que pueda "transmitir algo, crear un cierto temblor".
Benito Lertxundi presenta 40 urtez ikasten egonak en L'espai de Barcelona, los d¨ªas 5 y 6 de noviembre, y en el San Juan Evangelista de Madrid, el 10.
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