Fallos
La noche de aquel 14 de marzo en que Zapatero gan¨® las elecciones, la multitud que le ovacionaba en Ferraz exigi¨® con entusiasmo a voz en cuello: "?No nos falles!". Y hasta hace justo un mes, el presidente parec¨ªa satisfacer bastante bien aquella demanda, pues hab¨ªa cumplido algunas promesas significativas (retirada de las tropas de Irak, ley contra la violencia masculina, matrimonio homosexual) sin haber tenido tiempo todav¨ªa de decepcionar. Pero desde que el 30-S fue aprobado el proyecto de nuevo Estatuto catal¨¢n con los votos del PSC, eso ya no resulta del todo verdad, pues ahora muchos de sus electores se est¨¢n temiendo que ZP les empieza a fallar. Y si pueden pensarlo as¨ª es porque, en lugar de buscar soluci¨®n a los graves problemas que aquejan a los espa?oles (vivienda, empleo, educaci¨®n, etc.), acaba de permitir que surja un nuevo problema artificial.
Que se trata de un fallo parece indiscutible, pues si bien el programa electoral socialista anunciaba su proyecto de reformar entre otros el Estatuto catal¨¢n, lo cierto es que la propuesta finalmente aprobada en Barcelona no tiene nada que ver con el Pacto de Santillana acordado entre Zapatero y todos los barones socialistas, Maragall incluido, cuyos requisitos imprescindibles para plantear la reforma territorial eran el multilateralismo, la constitucionalidad y el consenso. Pues bien, el proyecto aprobado en el Parlamento catal¨¢n, bajo la iniciativa del tripartito liderado por los socialistas de Maragall, incumple los tres requisitos, pues ni es constitucional por entero ni acepta el multilateralismo ni cuenta con el consentimiento de las fuerzas pol¨ªticas espa?olas. Se dir¨¢ que quienes han fallado han sido Maragall y el PSC por incumplir el Pacto de Santillana, lo que es verdad. Pero tambi¨¦n ha fallado Zapatero, al ser incapaz de frenar al inefable Maragall.
Y un fallo todav¨ªa peor ser¨ªa que como consecuencia de la crisis creada llegase a recuperar el poder un Partido Popular dirigido por la gente de Aznar. A Zapatero no se le eligi¨® para que cambiase la estructura auton¨®mica del Estado, sino como ¨²nico modo de echar a Aznar, que nos hab¨ªa embarcado contra la voluntad popular en una ilegal aventura militar. Pero ahora resulta que tambi¨¦n Zapatero nos embarca en otra imprudente aventura igualmente irresponsable y dudosamente legal, para la que no hab¨ªa ninguna necesidad. A eso nos ha llevado su exceso de talante, que le hace contemporizar con sus interlocutores sin osar decirles que no. Y ¨¦ste era otro de esos casos en que hab¨ªa que recordar de nuevo la canci¨®n de Raimon: "Diguem no".
Pero adem¨¢s de un fallo de ZP, tambi¨¦n representa un problema que antes no exist¨ªa y ahora no se sabe c¨®mo atajar. Es verdad que Zapatero lo niega, sosteniendo con candor que la crisis del Estatuto no representa un problema sino una oportunidad. Pero eso es tener un nulo sentido de la realidad, pues aunque ahora se logre convencer al PSC para que acepte una financiaci¨®n compatible con la LOFCA, semejante recorte nunca ser¨¢ suscrito por los catalanistas, que ganar¨¢n las pr¨®ximas elecciones presentando como programa la actual propuesta de cupo aprobada el 30-S por el 89% del Parlamento catal¨¢n. Y ahora ni siquiera queda la opci¨®n de llamar a Bruselas para pedir auxilio como quien dice "Huston, tenemos un problema", pues la Uni¨®n Europea se est¨¢ desintegrando pol¨ªticamente y ya no puede servir para disolver en su seno nuestra falta de integraci¨®n nacional.
Y hablando de talante. Tras ser elegido, Zapatero anunci¨® su intenci¨®n de introducir una nueva forma de gobernar, que a diferencia de la esgrimida por su antecesor se distinguiera por la transparencia y la ecuanimidad. Pues bien, ahora tiene la oportunidad de demostrarlo con su intervenci¨®n parlamentaria en el debate del Estatuto. En lugar de seguir insistiendo en negar la evidencia de que se ha creado un grave problema, deber¨ªa reconocer su error y sus fallos, ofreci¨¦ndose humildemente a rectificar. Es lo menos que nos debe a unos electores que no nos merecemos la gratuita crisis en que nos ha embarcado.
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