Antes de empezar
Como un cartucho de dinamita con una mecha encendida en cada punta, la Gran Coalici¨®n alemana de democristianos y socialdem¨®cratas se ha adentrado, antes incluso de echar a andar, en una grave crisis provocada por las diferencias en sus dos extremos. Parad¨®jicamente, no ser¨ªa de extra?ar que, si es votada el pr¨®ximo d¨ªa 22 como la primera mujer canciller federal de Alemania, la democristiana Angela Merkel saliera reforzada de esta prueba. Pero de momento, el empresariado y la ciudadan¨ªa germanas, como el resto de la Uni¨®n Europea, ven con preocupaci¨®n c¨®mo su socio m¨¢s poblado y m¨¢s rico no logra salir de su marasmo y dotarse de un Gobierno efectivo.
La chispa salt¨® en el SPD cuando su ejecutiva decidi¨® no respaldar a su presidente, Franz M¨¹ntefering, al nominar para la secretar¨ªa general no a su cachorro Wasserh?vel, de 43 a?os, sino a la a¨²n m¨¢s joven Andrea Nahles, de 35. Aunque ¨¦sta, asustada por lo ocurrido, pueda acabar retirando su candidatura, el relevo ordenado se escapa as¨ª del dise?o planeado por el canciller Schr?der y los dirigentes socialdem¨®cratas. M¨¹ntefering se ha considerado desautorizado para seguir al frente del partido, aunque ha indicado su disposici¨®n a participar en el Gobierno de coalici¨®n como vicecanciller y ministro de Trabajo. Tras esta crisis hay una viva tensi¨®n entre la izquierda y la derecha del SPD, que el pr¨®ximo d¨ªa 14 celebrar¨¢ un congreso en el que ha de ratificar no s¨®lo un nuevo liderazgo, sino un acuerdo de gobierno que como m¨¢s tarde se habr¨¢ tenido que cerrar la v¨ªspera.
Pero a su vez, en el campo democristiano, el l¨ªder b¨¢varo y presidente de la Uni¨®n Social Cristiana hermana de la CDU de Merkel, Edmund Stoiber, ha aprovechado los titubeos socialdem¨®cratas como pretexto para retirar su candidatura al Gobierno en la cartera de Econom¨ªa y Nuevas Tecnolog¨ªas y regresar a su feudo de M¨²nich, donde ya estaba avanzada su sucesi¨®n al frente del land. Aunque sea el resultado de sus tensiones con Merkel, que cre¨ªa poder controlar la actitud de Stoiber, incluso si cree que la Gran Coalici¨®n no va a durar mucho tiempo, el gesto parece poco serio para un pol¨ªtico de su calado.
No cabe descartar que el intento de Gran Coalici¨®n, donde ser¨¢ esencial decidir c¨®mo financiar los 35.000 millones de euros que faltan en las cuentas p¨²blicas, descarrile y haya que ir a nuevas elecciones. No es lo que necesitan ni Alemania ni una Uni¨®n Europea que anhela que vuelva a reinar el buen criterio en Berl¨ªn.
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