Cacer¨ªa de dinosaurios cuando ya no existen (y II)
A?O 2055, EN LA FUTURISTA megal¨®polis de Chicago: su particular skyline, jalonado por las famosas torres Sears y Hancock, es todav¨ªa reconocible, aunque una mir¨ªada de nuevos rascacielos emponzo?a la visi¨®n. Un mundo futuro al alcance de la mano, gracias a los muy elitistas servicios de Time Safari Inc., la compa?¨ªa que ofrece viajes en el tiempo. Si usted dispone de suficiente dinero, puede obsequiarse con una suntuosa cacer¨ªa de dinosaurios.
No se trata, esta vez, de clonar ADN extra¨ªdo de f¨®siles, como en Parque Jur¨¢sico, sino de desplazarse in situ hasta el Cret¨¢cico merced a exclusivos cruceros por el mar del tiempo. Los afortunados, embutidos en prendas esterilizadas y dotados de cascos de ox¨ªgeno para aislar su incursi¨®n temporal (y toda posible injerencia en el curso de los acontecimientos), deben preservar hasta la m¨¢s insignificante brizna de hierba. Cualquier cambio, la menor alteraci¨®n, podr¨ªa tener fatales consecuencias para el futuro de la especie humana.
Pese a las precauciones, algo sale mal: un cambio apenas perceptible, la muerte accidental de una mariposa (inadvertidamente transportada al presente por uno de los despreocupados crononautas), desencadena un torbellino de cambios, en oleadas (lo que la doctora Rand define como efecto tirachinas), sutiles al principio, pero progresivamente m¨¢s y m¨¢s amenazadores. El tejido espaciotemporal parece resquebrajarse por momentos...
Las primeras alteraciones se limitan a la atm¨®sfera y a las formas de vida menores. Poco a poco, una espesa vegetaci¨®n inunda las calles de Chicago y, como en las plagas b¨ªblicas, una legi¨®n de insectos amenaza con reclamar el retorno a la salvaje prehistoria (?o es acaso la sociedad contempor¨¢nea la merecedora de tal ep¨ªteto?). En el cl¨ªmax, extra?as fieras gigantescas, de forma de reptil, hacen su aparici¨®n sembrando el caos en la superpoblada urbe.
A vueltas con el filme El sonido de un trueno (2005), dirigido por Peter Hyams.
Tanto la pel¨ªcula como el relato original hom¨®nimo en que ¨¦sta se basa comparten su obsesi¨®n por evitar cualquier injerencia en el pasado. En ambos, tras cruzar la barrera del tiempo, los intr¨¦pidos viajeros caminan sobre sendas plataformas, ligeramente elevadas, que impiden su contacto con el suelo.
Escrib¨ªa Ray Bradbury en el relato, publicado en junio de 1952 en la revista Collier's (puede obtenerse un PDF con la narraci¨®n ¨ªntegra en ingl¨¦s en la www.onebee.com/writing/2005/07/a_sound_of_thunder): "Flota a diez cent¨ªmetros del suelo... Es de un metal antigravitatorio". Si Albert Einstein levantara la cabeza... Los grandes saurios, erigidos en insospechados trofeos de caza, son cuidadosamente seleccionados: s¨®lo aquellos ejemplares cuya muerte inminente ha sido verificada por Time Safari Inc. son objeto de la cacer¨ªa... De esta manera, se respeta a priori el curso de la historia.
Pese a que es la muerte accidental de una mariposa el detonante de toda suerte de cambios futuros, el t¨¦rmino efecto mariposa no bebe de las fuentes del relato de Bradbury. Fue, de hecho, acu?ado por el meteor¨®logo del MIT Edward Lorenz en la d¨¦cada de 1960, tras descubrir los efectos catastr¨®ficos que un peque?o cambio puede inducir en un sistema complejo.
A?os despu¨¦s, el propio Lorenz escribir¨ªa un art¨ªculo fundacional sobre teor¨ªa del caos (disciplina en la que dicho efecto pasar¨ªa al estrellato), basado en sus estudios previos. Dicho sea de paso, el relato de Bradbury s¨ª inspir¨® un episodio de la popular serie Los Simpson titulado 'Time & punishment': en ¨¦ste, Homer viaja al Cret¨¢cico tras descubrir accidentalmente un mecanismo para viajar por el tiempo. Tras aplastar a un simple mosquito, comprueba con estupefacci¨®n la enorme transformaci¨®n que experimenta el curso de la historia...
Destacan dos aspectos, cuando menos sorprendentes, del relato original. Por una parte, el coste del safari temporal: pese a estar orientado a millonarios exc¨¦ntricos del todav¨ªa lejano a?o 2055, su precio es de s¨®lo 10.000 d¨®lares (cantidad con la que dif¨ªcilmente puede adquirirse, hoy en d¨ªa, un simple autom¨®vil). Y por otra, la fecha de destino: 60 millones de a?os en el pasado. Craso error: por aquel entonces, los dinosaurios se hab¨ªan extinguido ya y sus esqueletos llevaban cinco millones de a?os bajo tierra... ?Triste cacer¨ªa!
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