La universidad que buscaba a Cervantes en el mar
14 estudiantes madrile?os participan en una traves¨ªa en goleta hasta Lepanto para homenajear al creador de 'El Quijote'
Cuando la goleta-bergant¨ªn Amorina lleg¨® a la bah¨ªa griega de Lepanto, Felipe Segovia, presidente de la Universidad Camilo Jos¨¦ Cela de Madrid, vio cumplido su sue?o. Su universidad flotante, con 30 estudiantes a bordo, hab¨ªa alcanzado el destino. Era el 7 de octubre, justo cuando se cumpl¨ªan 434 a?os de la gran batalla acaecida en ese punto contra las tropas otomanas. El joven Miguel de Cervantes, de 24 a?os, combati¨® en la que llam¨® "la m¨¢s noble ocasi¨®n". Le cost¨® el brazo izquierdo. Desde la borda de la Amorina se lanzaron al mar dos coronas de flores y un cofre. Alguno de sus j¨®venes tripulantes llor¨® de emoci¨®n. La quijotada llegaba a su fin.
En su recuerdo, en el de los 30 alumnos -de 17 a 32 a?os- y en el de los seis profesores que les acompa?aban, quedar¨¢n para siempre 21 d¨ªas de experiencias y aprendizajes vividos, emulando el viaje que realizaron cuatro siglos atr¨¢s los 20.000 soldados espa?oles que participaron en la batalla de Lepanto. "Ha sido una aventura quijotesca por su planteamiento, pero, a diferencia de ¨¦stas, que siempre acababan mal, la nuestra tuvo un final feliz", asegur¨® Felipe Segovia, el presidente de la Camilo Jos¨¦ Cela y responsable de esta peculiar historia.
La aventura de la Amorina llevaba a?os fragu¨¢ndose en la mente de este profesor de 69 a?os y director de la Real Academia del Mar. En la universidad no le tomaban en serio cuando hablaba de que quer¨ªa alquilar un barco para hacer una universidad flotante.
A mediados de mayo lleg¨® con la noticia: "Ya he encontrado la goleta perfecta. Haremos un homenaje a Miguel de Cervantes en Lepanto. Hay que estar all¨ª el 7 de octubre". Comenzaba la cuenta atr¨¢s a contrarreloj para preparar la traves¨ªa Almer¨ªa-Lepanto, que pasaba por Alicante, Palma de Mallorca, Roma, N¨¢poles, ?taca, Patras y Atenas.
Lo primero que hab¨ªa que encontrar eran los alumnos que integrar¨ªan la Comunidad Educativa Don Quijote. Despu¨¦s hab¨ªa que preparar los programas educativos de historia, literatura y humanidades del Siglo de Oro que se impartir¨ªan a bordo. Tambi¨¦n las visitas en tierra con las instituciones locales... El equipo que se encarg¨® de todas estas tareas apenas lo integraba media docena de profesores, que se volcaron en el proyecto.
Convocaron a todos los colegios e institutos de Espa?a. Para ser tripulante de la Amorina el ¨²nico requisito era ser estudiante de 2? de bachillerato, con la selectividad aprobada o ser universitario. Un curr¨ªculo, una redacci¨®n y un trabajo sobre Cervantes, El Quijote y su ¨¦poca eran el pasaporte para entrar en un duro proceso de selecci¨®n. Llegaron m¨¢s de 300 solicitudes y 10 plazas estaban reservadas a estudiantes de la Camilo Jos¨¦ Cela. Entre los elegidos, 14 estudiantes madrile?os. Lucas Blanco, de 20 a?os, Jos¨¦ Manuel Corral, de 26, y Enrique Iglesias, de 18, son tres de ellos.
Lucas elabor¨® un diario de a bordo de los primeros d¨ªas de la batalla de Lepanto. Estudia para ser ingeniero naval en la Polit¨¦cnica y ya est¨¢ familiarizado con el mar porque su familia tiene un velero. "Aunque mi madre estaba asustad¨ªsima", asegura. Para sus compa?eros, en las clases de n¨¢utica ha sido el mejor maestro. Compart¨ªa un camarote de escasos 10 metros con otros tres compa?eros y un chelo que llev¨® otro tripulante para amenizar las veladas en alta mar.
Otros, como Enrique, de 18 a?os, lo han vivido como una "experiencia trascendente". Asegura que se hizo "hombre" en la goleta Amorina: all¨ª cumpli¨® la "mayor¨ªa de edad". Su pasaporte para ser un tripulante de la embarcaci¨®n: una adaptaci¨®n de El Quijote al siglo XXI. Enrique estudia Derecho en ICADE y para ¨¦l la traves¨ªa ha sido unas "vacaciones en el mar", aunque nunca en su vida ha "cocinado ni limpiado tanto".
Pero en la goleta tambi¨¦n hab¨ªa, seg¨²n Jes¨²s Arribas, comandante de la expedici¨®n, un "subgrupo de macarras cultos". Uno de sus integrantes era Jos¨¦ Manuel, que estudia Publicidad y Relaciones P¨²blicas en la Camilo Jos¨¦ Cela y escribi¨® un ensayo de la vida de Cervantes, del Quijote y de la batalla de Lepanto. Recuerda, entre risas, que los d¨ªas de viento el barco parec¨ªa un balanc¨ªn "como el barco pirata del parque de atracciones". Los mareos y las vomitonas estaban garantizados. Pero tambi¨¦n hubo espacio para los delfines, las tortugas, el silencio, las lluvias de estrellas y los amaneceres: "Como si a¨²n no me hubiera despertado de un sue?o".
Todos coinciden: "El espacio une". En la goleta, de 47 metros de eslora por 8 de ancho, viajaban, adem¨¢s de los 36 miembros de la universidad flotante, los 14 tripulantes suecos del barco, que se encargaron de adiestrar a los grumetes en las tareas de n¨¢utica, mantenimiento y limpieza de la embarcaci¨®n. Por eso, tras el paso por la Amorina, los estudiantes tendr¨¢n el t¨ªtulo de Patr¨®n de Embarcaciones de Recreo.
Esta traves¨ªa no volver¨¢ a ocurrir: "Ha sido irrepetible por el trato con los alumnos, el aprendizaje com¨²n... No tendr¨ªa sentido hacerlo porque s¨ª, tendr¨ªa que haber un motivo fuerte para una ocasi¨®n como ¨¦sta". Adem¨¢s, la quijotada ha supuesto un gasto de cerca de 600.000 euros, de los que Castilla-La Mancha ha puesto 70.000, y la aseguradora Mapfre, 20.000. El resto lo paga la universidad. Para la posteridad quedar¨¢n un libro colectivo escrito entre alumnos y profesores y un documental de 50 minutos.
Felipe Segovia est¨¢ orgulloso de haber podido cumplir su sue?o: "Merec¨ªa la pena. Ten¨ªamos que hacerlo, a pesar de la inversi¨®n que ha supuesto. Un pueblo que no homenajea a sus antepasados m¨¢s egregios, no tiene pulso ni luces que alumbren su camino", concluye.
A trav¨¦s del arco iris
En pleno ba?o en alta mar aparece una sospechosa aleta. Cunde el p¨¢nico. Al grito de "?un tibur¨®n, un tibur¨®n!", los estudiantes salen precipitadamente del agua. A pesar del susto s¨®lo era un pez globo, sacando su aleta, para que las gaviotas la limpiaran.
Una fuerte tormenta enturbia la paz en la goleta. Deja de llover y sale un arco iris completo en medio del mar. La Amorina se dispon¨ªa a atravesarlo. El silencio invadi¨® la borda. "Parec¨ªa que est¨¢bamos atravesando el arco iris, aunque era un efecto visual. A bordo se vivi¨® algo m¨¢gico", explica el profesor Jes¨²s Arribas, comandante de la expedici¨®n.
?stos son algunos recuerdos imborrables que permanecer¨¢n para siempre en los participantes de la expedici¨®n, pero los alumnos tambi¨¦n recibieron lecciones de historia, literatura y humanidades en la ¨¦poca de Cervantes.
Seg¨²n el profesor Arribas, la clave del aprendizaje en el barco era la imaginaci¨®n. "A la educaci¨®n le falta creatividad. Si a un alumno le obligas a que aprenda de memoria las caracter¨ªsticas de una ¨¦poca, no lo aprende igual que si tiene hace una representaci¨®n teatral ambientada en la ¨¦poca, como hicimos en el barco".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.