Foro Iberoam¨¦rica
Esta semana tendr¨¢ lugar en Lisboa la sexta reuni¨®n del Foro Iberoam¨¦rica, creado en 1999 con el prop¨®sito de reunir a tres estamentos que rara vez dialogan entre s¨ª: intelectuales, empresarios y estadistas.
La primera reuni¨®n del Foro se celebr¨® en la ciudad de M¨¦xico en 1999. Fue inaugurada por el presidente electo Vicente Fox y clausurada por el presidente a¨²n en funciones, Ernesto Zedillo. Las asambleas subsiguientes tuvieron como sedes Buenos Aires, Toledo, Campos de Jordao (Brasil) y Cartagena de Indias. Un subforo de medios ha seguido a la reuni¨®n general, dada la importante participaci¨®n de periodistas y diarios de Iberia e Iberoam¨¦rica. Reforma, Clar¨ªn, La Naci¨®n, El Tiempo, EL PA?S y O Globo han contribuido, tanto editores como colaboradores, a extender las ¨¢reas y los conceptos as¨ª de la obligaci¨®n como del derecho de informar.
Seis a?os despu¨¦s de su creaci¨®n, el Foro Iberoam¨¦rica contempla situaciones diferentes a las de ayer. Globalmente, la esperanza de un mundo regido por el unilateralismo, el apego al derecho y la cooperaci¨®n internacional, ha sufrido severos golpes. Reunirse en Lisboa es una manera de reafirmar la vocaci¨®n com¨²n de Europa e Hispanoam¨¦rica, auspiciar un orden internacional regido por la ley y creado por todos, no por la supremac¨ªa de un solo poder.
Sin embargo, la comunidad posible Euro-Am¨¦rica Latina no puede obviar la diferencia m¨¢s flagrante. Europa confronta los problemas del ¨¦xito. Extender la comunidad sin perder la unidad. Exportar estabilidad y prosperidad a los nuevos miembros, la Europa de los Veinticinco. Corregir el modelo sin vulnerarlo. Los votos contra la Constituci¨®n, el pasado mes de mayo, son una advertencia. Los problemas irresueltos pueden hacer que se olviden los problemas resueltos. Las insatisfacciones deben verse en la perspectiva de las satisfacciones obtenidas. Una Europa sin guerra. Una Europa pr¨®spera con un PIB superior al de los EE UU, una Europa de j¨®venes que dan por descontados sus favores: viajar sin fronteras, gozar de una cultura com¨²n sin sacrificio de las culturas locales, ser la avanzada de la revoluci¨®n tecnoinformativa que va dejando atr¨¢s los modelos de la vieja revoluci¨®n industrial. Adaptaciones a veces dif¨ªciles, sobre todo para los trabajadores industriales y agr¨ªcolas, como lo fue en el siglo XVIII, el paso de la econom¨ªa artesanal y agraria o la econom¨ªa del acero, el riel y las chimeneas tan altas como oscuras.
Ahora, la adaptaci¨®n a la revoluci¨®n tecnoinformativa no soslaya otros problemas. ?Qu¨¦ hacer con los migrantes? ?C¨®mo combatir al terror? ?C¨®mo incorporar la conciencia de lo logrado a la ciencia de lo deseado?
Los problemas de Europa son los problemas del ¨¦xito. ?Son los de Latinoam¨¦rica los del fracaso? Es cierto que en 1999 celebr¨¢bamos el triunfo generalizado de la democracia pol¨ªtica en Iberoam¨¦rica. Del fin del PRI en M¨¦xico a la conciliaci¨®n de socialismo y eficiencia en Chile, el horizonte parec¨ªa luminoso, y el pasado, remoto. Seis a?os m¨¢s tarde, continuamos no s¨®lo celebrando, sino manteniendo la conquista de elecciones libres, libertad de expresi¨®n y de asociaci¨®n, pluripartidismo, parlamentarismo. Esos son valores seguros.
S¨®lo que a la mayor¨ªa de los iberoamericanos no les basta. La velocidad del progreso pol¨ªtico no ha sido acompa?ada por la velocidad del progreso social. Demasiados latinoamericanos -el 45% de la poblaci¨®n- viven capturados dentro de una "pobreza moralmente inaceptable". La frase es de Enrique Iglesias, quien advierte contra una "insostenible exclusi¨®n social" en Am¨¦rica Latina.
Es esta persistente exclusi¨®n, esta pobreza inadmisible, y ya no un factor externo, lo que amenaza a nuestros j¨®venes y a¨²n fr¨¢giles democracias. ?Cu¨¢ntas veces no se oye decir, de M¨¦xico hasta Argentina, que un gobierno autoritario s¨ª lograr¨ªa lo que no puede un gobierno democr¨¢tico? ?sta es, desde luego, una falsa percepci¨®n. Las dictaduras no logran otra cosa que retraso pol¨ªtico, sufrimiento humano, soluciones fr¨¢giles y problemas pospuestos. Hoy estamos en el trance -la obligaci¨®n- de demostrar que con instituciones democr¨¢ticas podemos acelerar el encuentro de la libertad y la prosperidad y que la democracia no es una m¨¢scara de la desigualdad. Numerosos movimientos se perfilan ya negando la democracia en aras de la esperanza. Esto es falso pero nos impone obligaciones.
Obligaciones de Estado, de empresa, de pensamiento. Pero tambi¨¦n obligaciones desde abajo, desde esa base popular cuyas voces y acciones rara vez se escuchan plenamente entre nosotros. A las acciones del Estado, de la empresa y de los intelectuales -nuestro bien probado di¨¢logo entre ¨¦lites- hay que a?adir las acciones que aumenten la capacidad de las mayor¨ªas. El uso del capital social. Los cr¨¦ditos y microcr¨¦ditos. El acento puesto sobre educaci¨®n, vivienda, infraestructura, crear la demanda interna sin la cual, como ha dicho muchas veces Carlos Slim: "La pobreza no crea mercados".
Otros grav¨ªsimos problemas nos afectan. La migraci¨®n que abandona el campo o el pa¨ªs por la ciudad y el extranjero. La inseguridad aparejada al narco-tr¨¢fico y la narcoguerrilla. La acentuada divisi¨®n entre la juventud con educaci¨®n pero sin oportunidad y la madurez con oportunidad pero sin cultura.
Norberto Bobbio habla, en Europa, de una econom¨ªa veloz y una adaptaci¨®n pol¨ªtica lenta. ?Ser¨¢ el caso, en Am¨¦rica Latina, de una adaptaci¨®n pol¨ªtica veloz y una socieconom¨ªa lenta?
De todos modos, Europa y Am¨¦rica tienen una clara causa com¨²n. Completar la agenda global en los rubros de la educaci¨®n, la salud, la alimentaci¨®n y la vivienda. Superar los abismos entre el hecho y el derecho de la interdependencia, y afirmar la vieja tradici¨®n, nacida en el siglo XVI a ra¨ªz de la primera globalizaci¨®n, del derecho como la instancia, a la vez b¨¢sica y culminante, para las relaciones dentro de cada sociedad y con el mundo.
Carlos Fuentes es escritor mexicano.
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