Error imperdonable
Hay errores que no se pueden cometer. No se le puede decir a los ciudadanos que realmente no saben lo que quieren y lo que les conviene y que se les va a hacer el favor de defenderlos de s¨ª mismos y de los representantes que han elegido democr¨¢ticamente. ?se es un insulto que no puede ser perdonado por los destinatarios del mismo y que, en consecuencia, cierra la puerta a cualquier posible comunicaci¨®n entre quien insulta y quienes han sido insultados.
Ese es el error que ha cometido el PP en el debate que se ha abierto a prop¨®sito de la reforma del Estatuto de autonom¨ªa de Catalu?a. La pretensi¨®n de Mariano Rajoy de ser el verdadero int¨¦rprete de los intereses de los catalanes, que habr¨ªan sido traicionados por sus representantes con la colaboraci¨®n del presidente del Gobierno, no solamente contradice lo que los estudios de opini¨®n revelan, sino que supone la negaci¨®n de la capacidad de los ciudadanos de Catalu?a para formar su opini¨®n aut¨®nomamente de manera no desviada y, como consecuencia de ello, la negaci¨®n de la legitimaci¨®n democr¨¢tica de sus instituciones representativas. Lo que viene diciendo el presidente del PP estas ¨²ltimas semanas es que, si a los catalanes se les deja solos, acaban produciendo un disparate. De ah¨ª que haya que protegerlos de s¨ª mismos.
El PP, como leg¨ªtimo representante del centro-derecha espa?ol, deber¨ªa saber por experiencia lo caro que resulta cometer errores de este tipo. En Andaluc¨ªa lo cometi¨® en 1980 y todav¨ªa no se ha recuperado. Tambi¨¦n a los andaluces se nos trat¨® de proteger de nosotros mismos, queri¨¦ndosenos convencer de que la v¨ªa del art¨ªculo 151 de la Constituci¨®n para acceder a la autonom¨ªa nos perjudicaba. "Andaluz, ¨¦ste no es tu refer¨¦ndum". ?se fue el mensaje en el refer¨¦ndum del 28 de febrero de 1980, que acab¨® conduciendo a la desaparici¨®n de UCD y a una posici¨®n subalterna del centro-derecha espa?ol desde entonces en Andaluc¨ªa.
Porque lo grave de un error de esta naturaleza es que sus efectos duran mucho. Al partido pol¨ªtico que comete ese error le resulta muy dif¨ªcil reconocer como propio el sistema pol¨ªtico en el que tiene que operar y a los ciudadanos tampoco les resulta f¨¢cil aceptarlo como parte del mismo. Por m¨¢s gestos que se hagan despu¨¦s. El PP como PP naci¨® en Sevilla. Sevilla contin¨²a siendo la provincia en la que el PP obtiene sus peores resultados. En las ¨²ltimas elecciones generales la diferencia entre PSOE y PP fue de 31 puntos, del 58% al 27%. Sin la memoria del 28-F esto no se explica.
No se puede faltar impunemente al respeto a los ciudadanos. Una propuesta aprobada por el 90% y que, de acuerdo con todos los estudios de opini¨®n conocidos, goza de un apoyo considerable entre los ciudadanos no puede ser descalificada en los t¨¦rminos en los que la descalific¨® Mariano Rajoy el pasado mi¨¦rcoles en el Pleno del Congreso de los Diputados. Con esa manera de proceder, el PP se corta la posibilidad misma de dirigirse a los ciudadanos de Catalu?a, excepto a sus hooligans. As¨ª no se puede ser partido de gobierno de Espa?a.
Se puede no estar de acuerdo con el proyecto de reforma del Estatuto, pero no se puede no estar de acuerdo de la forma en que lo est¨¢ el PP. Eso supone dejar de existir materialmente como partido pol¨ªtico en Catalu?a, aunque formalmente se siga existiendo como tal. De un error como ¨¦se, si no se corrige de verdad y de manera inmediata, es casi imposible recuperarse. No basta con reunir a la direcci¨®n del partido en Barcelona, brindar con cava y oponerse al boicot a los productos catalanes. Hay que rectificar, aceptar que la manifestaci¨®n de voluntad del Parlamento de Catalu?a es la expresi¨®n leg¨ªtima de la sociedad catalana e intentar buscar un acomodo de dicha manifestaci¨®n de voluntad con la de la sociedad espa?ola en su conjunto. Todav¨ªa est¨¢ a tiempo de poder hacerlo.
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