Hacia una globalizaci¨®n ilustrada
Cuando ya se ha dicho y hecho todo, el movimiento an-tiglobalizaci¨®n deber¨ªa movilizar su vasto compromiso y fuerza moral en un movimiento proglobalizaci¨®n en defensa de una globalizaci¨®n que abordara las necesidades de los m¨¢s pobres de entre los pobres, del medio ambiente global y de la extensi¨®n de la democracia.
?se es el tipo de globalizaci¨®n propugnada por la ilustraci¨®n; una globalizaci¨®n de las democracias, la acci¨®n multilateral, la ciencia y la tecnolog¨ªa, y un sistema econ¨®mico global concebido para satisfacer las necesidades humanas. Podr¨ªamos llamar a esto "globalizaci¨®n ilustrada".
?Cu¨¢l ser¨ªa entonces el enfoque de un movimiento de masas orientado hacia la globalizaci¨®n ilustrada? Ser¨ªa, primera y principalmente, un enfoque sobre la conducta de los Gobiernos ricos, sobre todo del Gobierno rico m¨¢s poderoso y caprichoso: Estados Unidos. Insistir¨ªa en que Estados Unidos y otros pa¨ªses ricos hicieran honor a sus compromisos para ayudar a los pobres a escapar de la pobreza, as¨ª como a los compromisos de poner l¨ªmite a la degradaci¨®n medioambiental, incluido el cambio clim¨¢tico producido por el hombre y la p¨¦rdida de la biodiversidad. Este tipo de movimiento continuar¨ªa iluminando con sus focos la responsabilidad de las empresas, pero urgir¨ªa a que las multinacionales importantes hicieran m¨¢s inversiones en los pa¨ªses m¨¢s pobres, en lugar de cada vez menos. En vez de centrarse en impedir el comercio y la inversi¨®n, insistir¨ªa en que la Organizaci¨®n Mundial del Comercio mantuviera los compromisos pol¨ªticos formulados en Doha y en otros lugares para garantizar que los pa¨ªses m¨¢s pobres tuvieran acceso a los mercados de los pa¨ªses m¨¢s ricos.
'El fin de la pobreza'.
Editorial Debate. Pr¨®logo de Bono, cantante de U-2. El economista Jeffrey Sachs (Detroit, EE UU, 1954) se gradu¨® en Harvard con las calificaciones m¨¢s altas. Ha sido asesor de diferentes gobiernos de todo el mundo. Ha trabajado con organismos internacionales en los pa¨ªses en desarrollo para resolver problemas que causa la pobreza, la cancelaci¨®n de la deuda y el control de las enfermedades, particularmente del sida.
El pa¨ªs m¨¢s rico y poderoso del mundo, Estados Unidos, l¨ªder y ejemplo de los ideales democr¨¢ticos desde hace mucho tiempo, se ha convertido en el pa¨ªs m¨¢s temido y divisivo de los ¨²ltimos a?os
No sirve de nada culpar a la ONU de los pasos en falso de los ¨²ltimos a?os. Hemos tenido la ONU que han determinado los pa¨ªses poderosos del mundo, sobre todo EE UU
Gandhi y Luther King no esperaron a que los poderosos fueran en su rescate. Formularon su llamamiento a la justicia y se mantuvieron firmes ante el desd¨¦n oficial
Y lo que ser¨ªa quiz¨¢ m¨¢s importante en un futuro inmediato: un movimiento de esta naturaleza presionar¨ªa a Estados Unidos para que pusiera fin a sus fantas¨ªas de imperio y acci¨®n unilateral y se sumara a la comunidad mundial en los procesos multilaterales. Los llamamientos de los neoconservadores en defensa de un imperio estadounidense son fantas¨ªas, pero se trata de fantas¨ªas muy peligrosas. No entienden dos cuestiones b¨¢sicas sobre el mundo en que vivimos. En primer lugar, Estados Unidos representa s¨®lo el 4,5% de la poblaci¨®n mundial y alrededor del 20% de la renta mundial si la medimos en paridad de poder adquisitivo. Para el a?o 2050, la proporci¨®n de poblaci¨®n puede disminuir ligeramente, pero es probable que la proporci¨®n de PNB descienda de un modo bastante m¨¢s acusado, quiz¨¢ a s¨®lo un 10% de la renta. Sencillamente, Estados Unidos no goza de un margen de beneficio econ¨®mico suficiente para sustentar ninguna tentativa real de ser un imperio global, con independencia de lo acertada o desacertada que pueda ser una idea as¨ª. Por extra?o que parezca, la guerra a peque?a escala en Irak ha puesto a prueba al personal militar y a las finanzas p¨²blicas estadounidenses. Y como la opini¨®n p¨²blica no estaba en modo alguno interesada en pagar realmente la guerra con sus impuestos, la Administraci¨®n de Bush ha tenido que financiarla mediante d¨¦ficit presupuestarios.
Conquistar pero no dominar
En segundo lugar, aunque Estados Unidos cuenta con un vasto poder¨ªo militar, la utilizaci¨®n de esa fuerza para extraer un beneficio pol¨ªtico es bastante limitada. Como demuestra la guerra de Irak, Estados Unidos puede conquistar, pero no puede dominar. Lo que los neoconservadores sencillamente no comprendieron es que la era en que las poblaciones extranjeras podr¨ªan tolerar razonablemente el dominio estadounidense termin¨® hace medio siglo. Estados Unidos no fue recibido en Irak como libertador, sino m¨¢s bien como ocupante, un giro de los acontecimientos que era completamente predecible salvo, seg¨²n parece, para los neoconservadores, que viven divorciados de las realidades actuales. La ideolog¨ªa pol¨ªtica dominante en nuestro tiempo es el nacionalismo y la autodeterminaci¨®n, y en el mundo en v¨ªas de desarrollo esa ideolog¨ªa se volvi¨® inmensamente m¨¢s fuerte a lo largo del siglo XX, a medida que la alfabetizaci¨®n se extend¨ªa y la naturaleza arbitraria y c¨ªnica del dominio colonial quedaba dolorosamente de manifiesto.
El car¨¢cter unilateral y militarista de la Administraci¨®n de Bush tambi¨¦n se ha visto alimentado por otra poderosa fuerza. Alud¨ª con anterioridad al hecho de que muchos millones de estadounidenses conforman sus creencias sobre pol¨ªtica exterior no evaluando los intereses nacionales estadounidenses, sino interpretando la profec¨ªa b¨ªblica. Cuando Estados Unidos invadi¨® Irak y Afganist¨¢n, millones de cristianos fundamentalistas estadounidenses debatieron si el auge del terrorismo y el conflicto de Oriente Pr¨®ximo indicaban los ¨²ltimos d¨ªas de la profec¨ªa. La serie de novelas de ficci¨®n Left Behind, basada en la profec¨ªa fundamentalista, ha vendido decenas de millones de ejemplares que escenifican un futuro Armaged¨®n. Quienes creen en estas doctrinas conformaron un poderoso electorado en el seno de la coalici¨®n pol¨ªtica de Bush. Si la pol¨ªtica exterior estadounidense cae presa no s¨®lo del influjo del sesgo unilateral o del neoimperialismo descabellados, sino tambi¨¦n del de la profec¨ªa b¨ªblica irracional, los riesgos del mundo se ver¨¢n multiplicados de modo extraordinario.
A medida que la prosperidad global se aceleraba durante los ¨²ltimos dos siglos, cada generaci¨®n era llamada a enfrentarse a nuevos desaf¨ªos en lo relativo a la extensi¨®n de las posibilidades del bienestar humano. Algunas se han enfrentado al desgarrador desaf¨ªo de defender la propia raz¨®n frente a la irracionalidad y la brutalidad masiva del comunismo, el fascismo y otros totalitarismos del siglo XX. Otras se han visto bendecidas por la oportunidad de expandir el ¨¢mbito de la libertad y la raz¨®n humanas, arrebatadas a la guerra y dotadas de herramientas cada vez m¨¢s poderosas para mejorar la condici¨®n humana. Nuestra generaci¨®n vive una paz precaria, una paz amenazada tanto por el terrorismo como por la respuesta abiertamente militarista de Estados Unidos; pero se trata de una paz sobre la que podemos construir si conseguimos mantenerla. Acabar con la pobreza es el gran reto de nuestro tiempo; un compromiso que no s¨®lo nos aliviar¨ªa del sufrimiento masivo y extender¨ªa el bienestar econ¨®mico, sino que tambi¨¦n promover¨ªa los otros objetivos ilustrados de la democracia, la seguridad mundial y el progreso de la ciencia.
?C¨®mo puedo creer, me preguntan muchas veces, que unas sociedades materialistas y volcadas hacia el interior como las de Estados Unidos, Europa y Jap¨®n pueden asumir un programa de mejoras sociales, m¨¢xime si ¨¦ste se dirige a las gentes m¨¢s pobres del planeta? ?Acaso las sociedades no son cortas de miras, ego¨ªstas e incapaces de responder a las necesidades de otras sociedades? Creo que no. Otras generaciones han triunfado a la hora de aumentar el alcance de la libertad y el bienestar humanos mediante una combinaci¨®n de esfuerzo, persuasi¨®n, paciencia y las profundas ventajas de situarse en el lado adecuado de la historia. Me vienen a la memoria tres grandes desaf¨ªos generacionales en los que se confirmaron los derechos de los pobres y los d¨¦biles. Estos tres ejemplos sirven de inspiraci¨®n y gu¨ªa para nuestra ¨¦poca: el fin de la esclavitud, el fin del colonialismo y los movimientos por los derechos civiles y contra el apartheid. (...)
Los pasos que debemos dar
Ha llegado el momento de poner fin a la pobreza, aun cuando nos quede por delante mucho trabajo. He diagnosticado por qu¨¦ la pobreza extrema persiste en medio de una riqueza inmensa. He se?alado los pasos concretos que nos permitir¨ªan abordar y superar esta pobreza. He mostrado que los costes de la acci¨®n son reducidos, en realidad una parte min¨²scula de los costes de la inacci¨®n. He elaborado un calendario hasta el a?o 2025, incluido un estadio intermedio de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en el a?o 2015. He mostrado c¨®mo los organismos internacionales fundamentales pueden contribuir al proceso que nos espera. Y, sin embargo, debemos llevar a cabo estas tareas en un contexto de inercia mundial, tendencia a la guerra y a los prejuicios y un comprensible escepticismo de todo el mundo ante el hecho de que esta vez puede ser distinta de las anteriores.
S¨ª, en esta ocasi¨®n puede ser diferente; veamos nueve pasos para alcanzar ese objetivo.
El primer paso es el compromiso con esta tarea. Oxfam y muchas otras instituciones l¨ªderes de la sociedad civil han abrazado un objetivo: convertir la pobreza en historia. El mundo en su conjunto exige ahora abrazar ese objetivo. Nos hemos comprometido a reducir la pobreza a la mitad para el a?o 2015. Compromet¨¢monos a acabar con la pobreza extrema en el a?o 2025.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio constituyen el primer paso para acabar con la pobreza. Son concretos, est¨¢n cuantificados y ya est¨¢n acordados en un Pacto Global entre Ricos y Pobres. La comunidad internacional no s¨®lo deber¨ªa reiterar su compromiso con estos objetivos, sino que los dirigentes deber¨ªan adoptar un plan global concreto para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio similar al esbozado en el cap¨ªtulo 15, el cual se refleja con detalle en el Proyecto del Milenio de la ONU.
Alzar la voz de los pobres
Mahatma Gandhi y Martin Luther King hijo no esperaron a que los ricos y los poderosos fueran en su rescate. Formularon su llamamiento a la justicia y se mantuvieron firmes ante la arrogancia y el desd¨¦n oficiales. Los pobres no pueden esperar a que los ricos formulen el llamamiento a la justicia. El G-8 nunca defender¨¢ acabar con la pobreza mientras los pobres guarden silencio. Ha llegado el momento de que las democracias del mundo pobre -Brasil, la India, Nigeria, Senegal, Sur¨¢frica y otras docenas m¨¢s- se unan para proclamar el llamamiento a la acci¨®n. La voz de los pobres est¨¢ empezando a encontrar una caja de resonancia en el G-3 (Brasil, la India, Sur¨¢frica), en el G-20 (un grupo comercial que negocia en el marco de la OMC) y en otros lugares. El mundo necesita o¨ªr m¨¢s.
El pa¨ªs m¨¢s rico y poderoso del mundo, l¨ªder y ejemplo de los ideales democr¨¢ticos desde hace mucho tiempo, se ha convertido en el pa¨ªs m¨¢s temido y divisivo de los ¨²ltimos a?os. La autoatribuida b¨²squeda de Estados Unidos de una supremac¨ªa y libertad de acci¨®n incontestables ha resultado un desastre, y representa uno de los mayores riesgos para la estabilidad mundial. La falta de participaci¨®n estadounidense en iniciativas multilaterales ha menoscabado la seguridad del planeta y el progreso hacia la justicia social y la protecci¨®n del medio ambiente.
Sus propios intereses se han visto perjudicados por esta orientaci¨®n unilateral. Forjado en el crisol de la ilustraci¨®n, Estados Unidos puede convertirse en un adalid de la globalizaci¨®n ilustrada. Ser¨¢ necesaria la acci¨®n pol¨ªtica dentro y fuera de Estados Unidos para que recupere su funci¨®n en la senda hacia la paz y la justicia mundiales.
Es necesario que nuestras principales instituciones econ¨®micas internacionales desempe?en un papel decisivo para acabar con la pobreza en el mundo. Cuentan con la experiencia y la sofisticaci¨®n t¨¦cnica necesarias para desempe?ar un papel importante. Disponen de la motivaci¨®n interna de un equipo profesional extraordinario. Sin embargo, se han utilizado muy mal, desaprovechado incluso, como organismos acreedores en lugar de como instituciones internacionales que representen a la totalidad de sus 182 Gobiernos miembros. Ha llegado el momento de recuperar el papel internacional de estas instituciones, de forma que dejen de ser servidoras de los Gobiernos acreedores y se conviertan en defensoras de la justicia econ¨®mica y la globalizaci¨®n ilustrada.
Reforzar Naciones Unidas
No sirve de nada culpar a la ONU de los pasos en falso de los ¨²ltimos a?os. Hemos tenido la ONU que han determinado los pa¨ªses poderosos del mundo, sobre todo Estados Unidos. ?Por qu¨¦ los organismos de la ONU funcionan peor de lo que deber¨ªan? No se debe a la burocracia de la ONU, aunque la hay, sino a que los pa¨ªses ricos se muestran reticentes a ceder mayor grado de autoridad a los organismos internacionales, al temer ver con ello reducida su propia capacidad de maniobra. Los organismos especializados de la ONU deben desempe?ar un papel central para acabar con la pobreza. Ha llegado el momento de fortalecer los criterios del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n, y de muchos otros para que lleven a cabo su labor -sobre el terreno, pa¨ªs a pa¨ªs-, esa labor para la que cuentan con una capacidad de liderazgo excepcional, ayudando a los m¨¢s pobres de entre los pobres a que utilicen la ciencia y la tecnolog¨ªa modernas para superar la trampa de la pobreza.
Desde los comienzos mismos de la revoluci¨®n industrial, la ciencia ha sido la clave del desarrollo, el fulcro mediante el cual la raz¨®n se traduce en tecnolog¨ªas de progreso social. Como predijo Condorcet, la ciencia ha permitido realizar avances tecnol¨®gicos en el campo de la producci¨®n de alimentos, la sanidad, la gesti¨®n medioambiental y otros innumerables sectores b¨¢sicos de producci¨®n y satisfacci¨®n de las necesidades humanas. Sin embargo, la ciencia tiende a verse arrastrada por las fuerzas del mercado, as¨ª como a encabezarlas. He se?alado en reiteradas ocasiones que no debe extra?arnos que los ricos se enriquezcan m¨¢s en un ciclo continuo de crecimiento end¨®geno, mientras que los m¨¢s pobres de entre los pobres queden a menudo al margen de este c¨ªrculo virtuoso. A pesar de que sus necesidades son espec¨ªficas -determinadas por enfermedades, cultivos o condiciones ecol¨®gicas muy concretas-, la ciencia mundial hace caso omiso de sus problemas. As¨ª pues, es necesario comprometerse de forma espec¨ªfica para realizar un esfuerzo especial en la ciencia a escala mundial, encabezada por los centros de investigaci¨®n cient¨ªfica oficiales, acad¨¦micos e industriales, con el fin de abordar los desaf¨ªos de los pobres para los que todav¨ªa no se ha encontrado respuesta. La financiaci¨®n p¨²blica, la filantrop¨ªa privada y las fundaciones sin ¨¢nimo de lucro tendr¨¢n que respaldar estos compromisos, precisamente porque no bastar¨¢n las fuerzas del mercado por s¨ª solas.
Si bien determinadas inversiones en el ¨¢mbito de la salud, la educaci¨®n y las infraestructuras pueden desactivar la trampa de la pobreza extrema, la creciente degradaci¨®n medioambiental a escala local, regional y planetaria amenaza la sostenibilidad a largo plazo de todos nuestros beneficios sociales. Acabar con la pobreza extrema puede aliviar muchas de las presiones que sufre el entorno.Cuando los hogares depauperados son m¨¢s productivos en sus explotaciones agrarias, reciben menos presi¨®n para talar bosques cercanos en busca de nuevas tierras de cultivo. Cuando la probabilidad de que los ni?os sobrevivan es muy alta, los hogares reciben menos est¨ªmulos para mantener tasas de fecundidad muy elevadas, con los consiguientes inconvenientes del r¨¢pido crecimiento demogr¨¢fico. No obstante, aun cuando la pobreza extrema desaparezca, habr¨¢ que abordar incluso la degradaci¨®n medioambiental derivada de la contaminaci¨®n industrial y el cambio clim¨¢tico a largo plazo asociados al uso masivo de combustibles. Existen formas de afrontar estos desaf¨ªos medioambientales sin renunciar a la prosperidad (por ejemplo, construyendo centrales t¨¦rmicas m¨¢s inteligentes que recojan y eliminen las emisiones de di¨®xido de carbono e incrementando el uso de fuentes de energ¨ªa renovables). Al tiempo que invertimos en acabar con la pobreza extrema, debemos enfrentarnos al vigente desaf¨ªo de invertir en la sostenibilidad de los ecosistemas del mundo.
Compromiso personal
En todo caso, al final todo ello revierte sobre nosotros mismos como individuos. Trabajando al un¨ªsono, los individuos constituyen y dan forma a las sociedades. Los compromisos sociales son compromisos personales. Las grandes fuerzas sociales, nos recordaba en¨¦rgicamente Robert Kennedy, son la acumulaci¨®n de acciones individuales. Sus palabras cobran hoy m¨¢s fuerza que nunca:
"Que nadie se sienta desanimado por la creencia de que no existe nada que un hombre o una mujer puedan hacer para combatir la infinidad de males en el mundo; la miseria y la ignorancia, la injusticia y la violencia. Pocos tendr¨¢n la grandeza de moldear la historia entera; pero cada uno de nosotros trabaja para modificar una peque?a parte de los acontecimientos, y el resultado total de todas esas acciones aparecer¨¢ escrito en la historia de esta generaci¨®n...".
"Es a partir de los innumerables y variados actos de coraje y fe como se conforma la historia de la humanidad. Cada vez que un hombre defiende un ideal, act¨²a para mejorar la suerte de otros o lucha contra una injusticia, transmite una onda diminuta de esperanza. Esas ondas se cruzan con otras desde un mill¨®n de centros de energ¨ªa diferentes y se aventuran a crear una corriente que puede derribar los muros m¨¢s poderosos de la opresi¨®n y la resistencia".
Que el futuro diga de nuestra generaci¨®n que envi¨® poderosas corrientes de esperanza y que trabajamos juntos para sanar el mundo.
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