?Por qui¨¦n doblan las campanas?
En estos d¨ªas, a Ben Bernanke, presidente del Consejo de Asesores Econ¨®micos del presidente Bush, le gusta hablar de un "atrac¨®n mundial de ahorros", que ha producido en todo el mundo tipos de inter¨¦s real asombrosamente bajos. Pero ¨¦sa no es la forma de abordar el asunto. Desde luego, Estados Unidos no tiene un atrac¨®n de ahorros. Durante d¨¦cadas, su tasa de ahorro ha sido inquietantemente escasa. La insensata pol¨ªtica fiscal de la Administraci¨®n de Bush la ha llevado a niveles a¨²n m¨¢s bajos y la ca¨ªda de los tipos de inter¨¦s en los ¨²ltimos a?os ha disparado los precios inmobiliarios, haciendo que los estadounidenses de clase media alta vean sus casas como enormes cajeros autom¨¢ticos, reduciendo los ahorros todav¨ªa m¨¢s. ?Y el resto del mundo? Divid¨¢moslo en tres zonas: EE UU, China y los dem¨¢s pa¨ªses. Desde mediados de la d¨¦cada de 1990, el excedente neto en cuenta corriente de "los dem¨¢s pa¨ªses" ha aumentado en unos 372.000 millones de euros al a?o, no porque haya aumentado el ahorro, sino porque han disminuido los ¨ªndices de inversi¨®n. El descenso de este ¨²ltimo indicador en Jap¨®n, en las econom¨ªas recientemente industrializadas de Asia y en Am¨¦rica Latina, en ese orden de importancia, ha avivado el flujo de ahorros hacia los bonos del Tesoro, las acciones con aval hipotecario y los pr¨¦stamos respaldados por valores estadounidenses (una cuenta de capital equivalente al enorme d¨¦ficit comercial de EE UU).
No hay que contar con que los flujos financieros que hoy se dirigen a EE UU cambien suavemente de rumbo para estimular la inversi¨®n en Asia
Podr¨ªa parecer que esta situaci¨®n exige un conjunto muy diferente de medidas para reequilibrar la econom¨ªa mundial. S¨ª, EE UU necesita de un aumento en los impuestos para lograr que el presupuesto federal tenga super¨¢vit y tambi¨¦n de pol¨ªticas que impulsen el ahorro privado. Pero el mundo tambi¨¦n necesita medidas para fomentar la inversi¨®n en Asia, Am¨¦rica Latina, Oriente Pr¨®ximo y ?frica. Y aqu¨ª tenemos un problema. La gente como yo, que ha defendido la integraci¨®n comercial y financiera internacional, as¨ª como la reducci¨®n de los aranceles y de otras barreras, mencionaba tres beneficios: primero, la maximizaci¨®n del contacto econ¨®mico -y tambi¨¦n social y cultural- entre naciones ricas y pobres es la mejor manera de favorecer el flujo de conocimiento tecnol¨®gico y organizativo, que es la ¨²ltima y mejor esperanza para un r¨¢pido desarrollo mundial; segundo, la reducci¨®n de las barreras arancelarias har¨¢ que la ubicaci¨®n de la producci¨®n en las partes del mundo con salarios m¨¢s bajos sea irresistible para quienes disponen de acceso a financiaci¨®n; y tercero, la liberalizaci¨®n de los flujos de capital aportar¨¢ a los pa¨ªses pobres precisamente ese acceso, ya que la avaricia de los inversores de los pa¨ªses ricos les lleva a aventurarse en regiones pobres donde el capital es escaso.
La primera raz¨®n sigue siendo v¨¢lida. Pero la segunda y la tercera parecen poco consistentes. Aparte del caso chino, la liberalizaci¨®n de los flujos de capital, en lugar de hacer que los ahorradores de los pa¨ªses ricos inviertan su dinero en los pa¨ªses pobres por pura avaricia, ha hecho que los ahorradores de estos pa¨ªses depositen el suyo en los pa¨ªses ricos por miedo: miedo a la inestabilidad pol¨ªtica, a las perturbaciones macroecon¨®micas y a las instituciones deficientes (sobre todo a las que protegen los derechos de quienes tienen bonos o de los accionistas minoritarios). Una subida de impuestos, una crisis del sector inmobiliario, un r¨¢pido crecimiento de los precios de importaci¨®n a causa de la ca¨ªda en picado del d¨®lar, una recesi¨®n profunda o una combinaci¨®n de varios de estos factores podr¨ªa hacer que la tasa de ahorro de EE UU aumentara en los pr¨®ximos a?os. Pero no hay que contar con que los flujos financieros que en la actualidad se dirigen a EE UU cambien suavemente de rumbo para estimular la inversi¨®n en Asia, sobre todo si tenemos en cuenta la parte de inversi¨®n marginal que, en ese continente, se orienta, de una u otra manera, a la exportaci¨®n hacia el mercado estadounidense. Desde fuera de Estados Unidos, especialmente en Asia, habr¨ªa que observar con gran preocupaci¨®n la situaci¨®n macroecon¨®mica estadounidense. Como dijo en el siglo XVII el poeta John Donne: "No preguntes por qui¨¦n doblan las campanas, doblan por ti".
J. Bradford DeLong es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de California en Berkeley y fue subsecretario del Tesoro estadounidense durante la Administraci¨®n de Clinton.
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