La memoria del minero
Antonio Yunquera rememora la ¨¦poca dorada de la miner¨ªa en Gallarta, cuna del movimiento obrero vasco
Antonio Yunquera es uno de los supervivientes de aquella miner¨ªa de los primeros decenios del siglo XX, en la que surgieron l¨ªderes obreros como Dolores Ibarruri, La Pasionaria. Gente con coraje: buena prueba es el Museo Minero de la localidad, levantado por un pu?ado de aquellos viejos mineros.
Hay paisajes que reivindican la memoria amable de la historia vasca: son ¨¦sos que ilustran las p¨¢ginas principales de las gu¨ªas tur¨ªsticas y de los folletos institucionales. All¨ª siempre digura el caser¨ªo buc¨®lico en una ladera brumosa, los cascos antiguos de las capitales o los edificios solemnes que dieron prestancia a las villas de la provincia. Sin embargo, la historia del Pa¨ªs Vasco no se puede entender sin otra panor¨¢mica, menos ideal y tur¨ªstica: la que presenta su pasado industrial, vinculado sobre todo a la siderurgia, y que nace de esa vena de hierro que cruza los montes de Euskadi.
La historia de la miner¨ªa -vizca¨ªna, sobre todo- resulta imprescindible para comprender el devenir del Pa¨ªs Vasco a lo largo de los ¨²ltimos 150 a?os. S¨®lo por ello es necesario reivindicar el respeto y el recuerdo para esos paisajes de los montes de Gallarta, Triano, La Arboleda, Galdames, Sopuerta o El Regato, y para aquellos miles de trabajadores, inmigrantes en su gran mayor¨ªa, que desnudaron aquellas colinas, mientras viv¨ªan en condiciones infrahumanas. Antes de que la naturaleza borre las huellas de las minas y la muerte alcance al ¨²ltimo de los mineros.
"Viv¨ªamos en casetones y otros edificios de construcci¨®n precaria". Antonio Yunquera habla de un paisaje hoy extinguido, pero tampoco hay nostalgia en sus palabras: la antiguo Gallarta que se comieron las minas era tan miserable que su desaparici¨®n supuso m¨¢s un festejo que un funeral. Todos viv¨ªan como inquilinos en casas propiedad de los due?os de las minas. Familias enteras procedentes de Cantabria, Zamora, Valladolid o Soria pasaban por las callejuelas con sus enseres en la cabeza, en busca de un lugar donde quedarse o a la caza de una casa en condiciones menos malas que en la que resid¨ªan.
El relato contin¨²a: "Todo esto que se ve es una explotaci¨®n a cielo abierto, pero por debajo las galer¨ªas llegan hasta el mar, que se empezaron a perforar en 1960. El acceso principal tiene 823 metros, con un 28% de desnivel, y bajaba hasta 116 metros por debajo del nivel del mar. Ya no se explotan las minas, pero todav¨ªa queda much¨ªsimo mineral".
Lo dice quien trabajaba 48 horas cada semana. "Entr¨¢bamos a las ocho y a las doce a comer. Vuelta a la una de la tarde y hasta las cinco. De lunes a s¨¢bado. Fue un gran logro el pasar a las 44 horas. Todav¨ªa recuerdo las movilizaciones, a pesar de la polic¨ªa. La represi¨®n era dura, pero se aguantaba todo hasta que se consegu¨ªan las reivindicaciones". De aquellos tiempos m¨¢s juveniles, de sus primeras huelgas, Yunquera tiene presente la fuerza de La Pasionaria. "Era un referente. Todav¨ªa me acuerdo de sus arengas para conseguir el respeto de los patronos. No hay m¨¢s que ver el buen recuerdo que el pueblo ten¨ªa de ella: cuando regres¨® del exilio, todo fueron felicitaciones, abrazos. Todav¨ªa ten¨ªa mucha familia y amigos".
Despu¨¦s de picar el mineral, llegaba el momento de sacar el hierro. "El mineral se sub¨ªa en cestos hasta el vag¨®n, que estaba tirado por cabalgaduras, caballos percherones o bueyes. Y cuando se lograban unas 2.000 toneladas se llevaba al barco", recuerda.
El domingo llegaba la fiesta. "De chavales, ¨ªbamos hasta con corbata a los bailes y las romer¨ªas. La banda de m¨²sica de Gallarta era de las mejores. ?bamos andando hasta Portugalete para ahorrarnos los 80 c¨¦ntimos del autob¨²s. Merend¨¢bamos bacalao, chorizo, unos huevos,... Un plato de callos costaba 75 c¨¦ntimos". Todo un lujo para quien recib¨ªa un sueldo miserable.
Con Franco, lo poco que se hab¨ªa conseguido en los lustros precedentes comenz¨® a tambalearse. La mina perdi¨® sus mejores vetas. Ya no hab¨ªa tanto trabajo. Muchos buscaron un empleo en las f¨¢bricas, como Antonio Yunquera, que se jubil¨® en la General Electric de Sestao. La represi¨®n era dur¨ªsima. "La peor huelga era la del Primero de Mayo. Recuerdo unas palizas terribles, hasta que Franco lo convirti¨® en San Jos¨¦ Obrero. Hasta ese momento, ten¨ªas que justificar la p¨¦rdida de ese d¨ªa, por enfermedad o lo que fuera, y si no, te met¨ªan en la c¨¢rcel o te echaban de la empresa".
El protagonista de esta historia es tambi¨¦n uno de los encargados de mantener el Museo Minero de Gallarta, aut¨¦ntica obra comunitaria de recuperaci¨®n de un tiempo que desapareci¨® casi sin dejar rastro, salvo en el paisaje. A partir de la iniciativa de Carmelo Uriarte, un grupo de voluntarios se ech¨® al monte, literalmente, en busca de maquinaria, de vagones y herramientas. "Llegamos a donde no lo hab¨ªan hecho los gitanos, lugares perdidos entre la maleza", explica Yunquera. Cuando cerraron las minas, todo el instrumental se convirti¨® en excelente chatarra. Este grupo salv¨® algunas joyas y otras las restaur¨®. Tambi¨¦n trabaj¨® en la recuperaci¨®n no s¨®lo de la actividad econ¨®mica, sino en dignificar la f¨¦rtil historia pol¨ªtica y social de aquellos a?os que parece estar en un segundo plano permanente.
En la Margen Izquierda
La biograf¨ªa de Antonio Yunquera resulta un buen ejemplo de la de tantos ciudadanos de la margen izquierda de la r¨ªa del Nervi¨®n. S¨¦ptimo hijo de inmigrantes sorianos, naci¨® al lado de las minas, como pod¨ªa haberlo hecho junto a Altos Hornos.
Empez¨® en la mina, pero, en cuanto pudo, se march¨® a trabajar a una f¨¢brica. En mal momento. Cuando lleg¨® a la fundici¨®n Aurrer¨¢ de Sestao hab¨ªa empezado la guerra. Pronto tuvo que trabajar de seis de la ma?ana a diez de la noche fabricando obuses con los que se bombardeaba a los suyos, en otros lugares de Espa?a. Cambi¨® de trabajo en cuanto pudo. Primero la construcci¨®n, luego la General Electric.
Se caso, tuvo tres hijas que viven en Barakaldo, adonde ha acabado por ir a vivir, para estar m¨¢s cerca de ellas. Eso s¨ª, siempre que puede sube a Gallarta, a su museo minero.
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