Boicoteo alimentario
Perdonen mi insolencia, pero tengo una propuesta para los gobernantes de los llamados pa¨ªses del Tercer Mundo. Seguro que algunos de ellos (otros son reyezuelos corruptos), como muchos de nosotros, deben de estar bien hartos de las promesas de lucha contra la pobreza que se firman cumbre tras cumbre, y se olvidan tambi¨¦n cumbre tras cumbre. A finales de a?o le toca el turno a la Asamblea de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC) en Hong Kong, donde se abordar¨¢ el cap¨ªtulo agr¨ªcola, vital para pa¨ªses con m¨¢s del 70% de poblaci¨®n campesina.
Pues bien, hagan un frente com¨²n y adopten con determinaci¨®n una postura valiente frente a las de los pa¨ªses poderosos que s¨®lo responden a los intereses de las multinacionales: un bloqueo agr¨ªcola del sur al norte.
Que Brasil deje de exportar soja a Europa, con la cual cosa ya podemos empezar a olvidarnos de consumir leche, huevos y carne, porque para los sistemas ganaderos intensivos actuales la soja es indispensable; que Burkina Faso deje de exportar algod¨®n; que la perca del Nilo (aqu¨ª comercializada como mero) se quede para nutrir a los habitantes de la zona; que Ecuador nos deje sin langostinos ni esas latitas de at¨²n que todos tenemos apiladas en casa; que Nicaragua y Costa Rica nos dejen sin pl¨¢tanos; que Argentina no nos mande m¨¢s toneladas de calamares, ni Uganda caf¨¦, ni Chile salmones ni manzanas. Que Per¨² nos impida saborear sus reconocidos esp¨¢rragos; que Kenia y Colombia bloqueen la exportaci¨®n de rosas para Sant Jordi y San Valent¨ªn y una inacabable lista de productos que diariamente consumimos gracias a la sangr¨ªa de los sistemas agrarios y pesqueros de las regiones pobres del planeta. La incomprensible paradoja del flujo de alimentos desde los pa¨ªses del hambre hacia los de la saciedad. Y, con el bloqueo en marcha, dediquen tantas y tan buenas tierras a cultivar alimentos para sus pueblos y para disponer de una verdadera soberan¨ªa alimentaria.
Propongo un boicoteo para que seamos conscientes de la condena a la pobreza rural de los peque?os campesinos y la usurpaci¨®n injusta de bienes y vidas de las que nos favorecemos los consumidores de los pa¨ªses ricos. Y todo para que -rob¨¢ndoles a ustedes y pag¨¢ndolo nosotros (v¨ªctimas de la plaga del consumismo)-, se aumenten las cuentas corrientes de cuatro gatos oligarcas de sus propios pa¨ªses y una veintena de multinacionales con sedes en el primer mundo.S¨®lo as¨ª, quiz¨¢, sin la posibilidad de encontrar exquisiteces tropicales todos los d¨ªas del a?o en el supermercado, pagando los pl¨¢tanos al precio l¨®gico que merecen los agricultores canarios, olvid¨¢ndonos de comer salm¨®n al precio de la sardina, etc¨¦tera, tal vez, dec¨ªa, s¨®lo as¨ª podr¨¢n conseguir que en dichas cumbres y reuniones se aborde la agricultura como un derecho que el libre mercado es incapaz de regular. Que se escuchen alternativas posibles que las propias redes internacionales de campesinos defienden: una agricultura dise?ada para producir la alimentaci¨®n esencial en el lugar, dando prioridad a los mercados locales y regionales, soportada por los peque?os campesinos de cada uno de los pa¨ªses -los nuestros tambi¨¦n-, en armonia con el medio ambiente y complementada, s¨®lo complementada, con el comercio internacional justo y necesario.
Gustavo Duch Guillot es director de Veterinarios sin Fronteras. gduch@pangea.org
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