El regreso del comandante
Milton Wolff, ¨²ltimo jefe de la Brigada Lincoln, retorna a sus 90 a?os para volver a cruzar el Ebro
"Si vuelven a meterse en problemas, ll¨¢menme". Esta frase hizo fortuna en todos los medios de comunicaci¨®n que recogieron hace dos a?os y medio la ¨²ltima visita de Milton Wolff, ¨²ltimo comandante de la republicana brigada internacional Abraham Lincoln, al escenario de la batalla del Ebro. Ayer, este jovial activista en pro de la libertad, la igualdad y la justicia universales regres¨® de nuevo, a sus 90 a?os, al Ebro para volver a cruzarlo. Quer¨ªa hacerlo antes de morir porque el r¨ªo marc¨® su vida.
En Flix (Ribera d'Ebre) se dieron cita ayer ex combatientes y milicianos para rendir un nuevo homenaje a los protagonistas de la batalla m¨¢s sangrienta de la Guerra Civil. "?Salud, camaradas!", dijo Wolff, el Lobo, cruzando el r¨ªo en barcaza mientras arrojaba un ramo de claveles en memoria de sus compa?eros muertos.
El Lobo lleg¨® a la Espa?a partida por la mitad de 1937, como otros 2.800 norteamericanos. Dijo en casa y a su gobierno que se iba a estudiar arte a Par¨ªs, y luego cruz¨® los Pirineos a pie junto a m¨¢s voluntarios para alistarse en el ej¨¦rcito de la Rep¨²blica. Hasta entonces, seg¨²n confes¨®, se hab¨ªa dedicado solamente a "hablar" y a manifestarse en contra del fascismo. En la Pen¨ªnsula, dice, le dieron "la oportunidad de combatirlo".
Las pas¨® de todos los colores en el frente de Arag¨®n, a comienzos de 1938. Aguant¨® lo que pudo y en marzo se bati¨® en retirada. Recuerda que muchos de los suyos murieron abatidos o fueron capturados al cruzar el Ebro porque no sab¨ªan nadar. Los que se salvaron se reagruparon, muchos en Mar?¨¤ o Falset (Priorat), donde recibieron instrucci¨®n y se prepararon para la ¨²ltima gran ofensiva de la Rep¨²blica. "Fue un intento de decirles a Francia, a Inglaterra y a Estados Unidos que el Gobierno de la Rep¨²blica estaba vivo, que reaccionaran", explica Milton Wolff de su peor vivencia, la batalla del Ebro. Comenz¨® a finales de julio de 1938. Dur¨® 115 d¨ªas. Murieron decenas de miles de personas.
El Lobo estuvo all¨ª y con las muertes de sus mandos fue subiendo en el escalaf¨®n militar. Bajo sus ¨®rdenes murieron decenas de hombres a los que, seg¨²n record¨® ayer emocionado, nunca ha podido olvidar. Los claveles eran para ellos, para sus muertos. Cuando el presidente de la Rep¨²blica Juan Negr¨ªn se comprometi¨® a finales del verano de 1938 ante la Sociedad de Naciones a retirar del combate a las Brigadas Internacionales, Wolff se encontraba en la sierra de P¨¤ndols, en la Terra Alta. Dicen los historiadores que Negr¨ªn esperaba que el ej¨¦rcito fascista retirara tambi¨¦n los 50.000 soldados italianos y los 5.000 alemanes, aunque no fue as¨ª. Por eso, y por la convicci¨®n de que su huida supondr¨ªa la derrota, el Lobo abandon¨® sus posiciones a rega?adientes.
Ayer, despu¨¦s de pasar por Pearl Harbor, sabotear los transportes en la retaguardia nazi y formar parte de la OSS -el embri¨®n de la CIA-, Wolff volvi¨® victorioso al Ebro. "Me encanta ver lo guapos que est¨¢is", les dijo a unos j¨®venes. Todas las penas de su vida -al margen de los conflictos b¨¦licos, fue investigado durante la caza de brujas por rojo y por actividades antiamericanas- le han impregnado de un mensaje rotundo: "No a la guerra".
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