"S¨®lo hay un culpable y se llama Sarkozy"
Para tres j¨®venes de Toulouse de origen argelino, la causade los disturbios es la injusticia de la sociedad francesa
Es una de las ciudades con la econom¨ªa m¨¢s boyante de Francia y sede central de la industria aeron¨¢utica europea. Pero ni los flamantes Airbus que cada tres minutos sobrevuelan el barrio de Reynerie ni la autopista que separa este suburbio del Toulouse de los caf¨¦s y los canales parecen aportar el menor beneficio a un barrio de casi 10.000 habitantes que trataba ayer de borrar las se?ales de un fin de semana de infierno.
La boca del metro de Reynerie segu¨ªa humeando horas despu¨¦s de que los bomberos retiraran de su interior el coche en llamas que alguien tir¨® por las escaleras la noche del domingo. La fuerza de la casualidad quiso que no causara ning¨²n herido, como tampoco lo hubo cuando varios c¨®cteles molotov hicieron blanco contra los juzgados, una escuela y un centro social del barrio. Todo ello mientras ard¨ªan docenas de contenedores de basura y 44 coches se consum¨ªan envueltos en llamas. "El s¨¢bado fue peor: quemaron 51", aclaraba ayer un portavoz de la prefectura de Toulouse.
"Que no nos se?alen, aqu¨ª hay un ¨²nico culpable y se llama Sarkozy; no somos 'escoria' como dijo ¨¦l, s¨®lo nos llevamos los palos y las amenazas de la polic¨ªa", respond¨ªan tres j¨®venes de entre 17 y 19 a?os que a las dos de la tarde reconoc¨ªan no tener nada que hacer en toda la jornada. "Estoy esperando que me llamen para un trabajo como reparador de ascensores", pero, de momento, nada. Los tres chicos nacieron en Francia de padres argelinos.
?Qui¨¦nes son los alborotadores? "Magreb¨ªes y subsaharianos, pero tambi¨¦n franceses de toda la vida que, hartos de tanta injusticia, salen a la calle; en este barrio todos sufrimos la injusticia". El Gobierno dice que los v¨¢ndalos est¨¢n organizados. Se r¨ªen. "Yo no tengo ni tel¨¦fono m¨®vil", asegura uno de ellos. Su compa?ero a?ade: "Muchos de mis amigos, cuando ven lo que hacen los de Bellefontaine , s¨®lo quieren superarlo y quemar m¨¢s coches que ellos, ¨¦sta es su organizaci¨®n".
Tras cuatro noches seguidas de incidentes en Toulouse, los alborotadores han comenzado a perfeccionar su t¨¦cnica. Apenas queman coches del propio barrio, sino que los roban de otras partes de la ciudad para calcinarlos en Reynerie. Tambi¨¦n distinguen entre sus objetivos. "Las iglesias ni tocarlas", asegura el mayor de los tres j¨®venes. "Sin piedad con los edificios del Estado, pero los lugares de culto los respetamos, aunque ellos despu¨¦s no lo hagan con los nuestros", explica en referencia a los ataques que una mezquita sufri¨® la semana pasada coincidiendo con el ¨²ltimo d¨ªa del Ramad¨¢n.
Y la polic¨ªa no da abasto. S¨®lo en Toulouse hubo 18 detenciones en la madrugada de ayer. Nadie espera que vuelva la calma, sino todo lo contrario. Un amigo de los tres j¨®venes aparece en medio de la conversaci¨®n con la cabeza vendada y un morat¨®n en la mejilla izquierda. "Fueron los BAC
[Brigada Anti Criminal]. Me vieron cerca de un coche en llamas y fueron a por m¨ª. Escap¨¦. Yo no hab¨ªa hecho nada", asegura.
Pero Reynerie no es uno m¨¢s de los que el Gobierno califica como barrios sensibles. Se trata de uno de los tres distritos que mayor inversi¨®n p¨²blica reciben en el conjunto de Francia. Un inmenso proyecto de rehabilitaci¨®n puesto en marcha en 2002 prev¨¦ invertir en unos 10 a?os hasta 6.300 euros por cada habitante. Se est¨¢n demoliendo bloques de viviendas de hasta 14 plantas para esponjar la zona y realojar a sus vecinos en edificios de mejor calidad; se prev¨¦n nuevas escuelas, un centro deportivo, grandes jardines y una biblioteca nueva.
Pero Serge Dolcemascolo, responsable del proyecto, asegura: "Esa vez no se trata s¨®lo de hormig¨®n, las actuaciones urban¨ªsticas van acompa?adas de un paquete de medidas sociales y de atenci¨®n a los vecinos que comienza a cambiar el barrio desde dentro, aqu¨ª hay futuro, estoy convencido".
Pero a los habitantes de Reynerie, un 30% de ellos sin empleo, les cuesta impregnarse de este optimismo. Sus l¨ªderes vecinales y miembros de las asociaciones que trabajan en el barrio se lo repitieron ayer por la tarde al alcalde de la ciudad, el conservador Jean-Luc Moudenc, quien les convoc¨® para buscar soluciones a la crisis. Fuera, la polic¨ªa, esperaba otra noche caliente.
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