Patrullas de la mezquita para disuadir a los airados
Un im¨¢n y un responsable vecinal musulm¨¢n de la ciudad de Pau organizan grupos de vigilancia para tratar de impedir los disturbios
La mezquita de Ousse-des-Bois, el suburbio de mayor¨ªa magreb¨ª de la periferia de Pau, y que estall¨® con violencia durante el fin de semana, ha tomado cartas en el asunto. Una treintena de personas movilizadas por el im¨¢n y el presidente de la asociaci¨®n del barrio, Ben Mohamed, al frente de un consejo de notables, decidieron patrullar las calles antes de que lo hiciera la polic¨ªa para disuadir a esos j¨®venes airados, que la v¨ªspera hab¨ªan quemado una veintena de coches, de que la violencia no conduce a ning¨²n lado y de que s¨®lo les perjudica. La iniciativa dio resultado y el domingo por la noche hubo calma tras dos madrugadas de violencia, que todos los expertos de esta ciudad del sur de Francia atribuyen a un mimetismo espont¨¢neo con Par¨ªs.
"S¨®lo nos queda limpiar v¨¢teres o aceras, o buscarte la vida", se queja un joven
Ayer lunes, tras la plegaria del mediod¨ªa, un grupo de musulmanes influyentes de Ousse-des-Bois se reunieron ante la mezquita. All¨ª planearon otra batida nocturna para evitar que se reavive la explosi¨®n de ira juvenil que est¨¢ tan a flor de piel, pese a la calma que en sus calles se respira durante el d¨ªa, donde hombres con chilaba y mujeres con el velo evidencian la sociolog¨ªa de sus moradores.
Construido en los a?os cincuenta para albergar a los inmigrantes, imprescindibles para una importante explotaci¨®n de gas que ha abastecido a buena parte del territorio franc¨¦s, Ousse-des-Bois es hoy un gueto con una poblaci¨®n de mayor¨ªa magreb¨ª y turca con una tasa de paro del 65% mezclada con un sentimiento de marginaci¨®n y un resentimiento que ni siquiera se molestan en desmentir.
Y as¨ª lo expresaron, sin disimulo pese a no dejarse fotografiar ni decir sus nombres de pila, cinco de sus j¨®venes moradores con edades comprendidas entre los 25 y 30 a?os y que, a la hora de comer, se concentraron en una esquina de la calle Monsieur Campo, frente al centro social de Hameau, que con sus actividades para adultos y ni?os trata de paliar la deficiencia estructural del barrio m¨¢s marginal de Pau. Alentados por la sindicalista de la CGT, Claire Rey, que ha vivido 10 a?os en Ousse-des-Bois y conoce al dedillo los problemas que les aquejan, estos j¨®venes no se mostraron precisamente t¨ªmidos y se quitaban la palabra entre ellos conforme se iban calentando.
"Nuestro problema es el paro. No tener trabajo ni oportunidades de llegar a tenerlo", asegura uno de ellos rompiendo el fuego. "S¨®lo nos queda el limpiar v¨¢teres o las aceras, o buscarte la vida por ti mismo, pero eso tampoco es f¨¢cil porque no nos dan oportunidades ni para salir de aqu¨ª" a?ade el segundo. En los ¨²ltimos a?os se han instalado en las proximidades de Ousse-des-Bois varias empresas potentes con numerosos puestos de trabajo. Entre ellas La Poste, equivalente al Correo espa?ol, pero de sus casi 200 trabajadores ninguno ha sido elegido entre el barrio. Tampoco el gran centro hospitalario nuevo construido al lado, que aglutina a varias cl¨ªnicas y laboratorios, ha representado una sola oportunidad como lo recuerdan con resentimiento para describir su marginaci¨®n real.
"Yo trabajo en una discoteca", asegura el tercero, "s¨®lo hay dos magreb¨ªes entre m¨¢s de un centenar de trabajadores". "Es que los franceses son unos racistas y nos tienen aqu¨ª marginados", dice otro del corrillo. "El alcalde puede venir aqu¨ª, al barrio, a participar en alguna fiesta que se celebre, pero no les gusta que nosotros vayamos al centro de Pau. Nos tratan fatal; aunque vayamos limpios y bien vestidos, no nos dejan ni entrar en las discotecas, no les gusta vernos. Y la polic¨ªa nos ha llegado a cachear en plena calle incluso cuando ¨ªbamos acompa?ados de nuestra novia". A continuaci¨®n, a?ade: "Aqu¨ª, en Pau, son un poco provincianos", frase que ilustra dibujando con las manos un peque?o cuadrado.
Entienden la violencia que ha marcado el barrio estos d¨ªas, pero se desmarcan de ella atribuy¨¦ndola a los adolescentes airados. "Ya se dar¨¢n cuenta de que no les lleva a ninguna parte", asegura uno de ellos. Aunque todas sus explicaciones quejas se dirigen en explicar el problema de violencia latente que aqueja a Ousses-des-Bois, estos j¨®venes tienen claro que su utilizaci¨®n es m¨¢s contraproducente que beneficiosa.
"Solo cuando hay problemas viene el alcalde y ofrece algunos trabajos para contentarnos, pero con eso no nos enga?an", afirma uno. "El abandono es evidente: aqu¨ª mismo [y se?ala un amplio descampado convertido en barrizal que est¨¢ al lado] hab¨ªa un centro de entretenimiento con un campo de f¨²tbol, que nos lo han quitado. Aqu¨ª pod¨ªamos hacer actividades, pero el centro ha desaparecido".
Desde el Ayuntamiento de Pau, Josy Poueyto adjunta al alcalde de la ciudad y presidenta de la fundaci¨®n Vivre Ma Ville destinada a la asistencia social, reconoce que se trata de un barrio "sensible" pero precisa que el estallido violento del fin de semana s¨®lo hay que entenderlo desde el mimetismo con Par¨ªs, pero no relacionarlo con cuestiones del barrio ni sacar conclusiones precipitadas.
La voluntad municipal de mejorar Ousses-des-Bois se ha manifestado en la progresiva transformaci¨®n experimentada por el barrio para evitar la gran densidad del desarrollo de los cincuenta. ?ltimamente se han destruido torres para sustituirlas por edificaciones de tres pisos y de los 5.000 habitantes iniciales ha pasado a tener 2.000. Pero ellos consideran que se trata de iniciativas que no abordan en fondo del problema.
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