Rabia incendiaria
La violenta rebeli¨®n de los suburbios franceses es todav¨ªa minoritaria, pese a su creciente amplitud. La mayor¨ªa de los habitantes, menores o mayores de edad, de esos suburbios marginados en Francia no participa en estos actos vand¨¢licos. Es verdad que estos j¨®venes airados est¨¢n ocasionando unos destrozos enormes y buscan con sa?a el cuerpo a cuerpo que produzca v¨ªctimas, cosa que ya han conseguido con la muerte de un ciudadano, d¨ªas despu¨¦s de su apaleamiento. Pero hay un peligro evidente de que sigan extendi¨¦ndose todav¨ªa a m¨¢s ciudades los salvajes ataques contra autom¨®viles e instalaciones p¨²blicas y privadas, y que prendan incluso en pa¨ªses vecinos.
El Gobierno de Villepin, al que no sigue la opini¨®n p¨²blica, quiere atajarlo con toques de queda y un plan de urgencia contra el fracaso escolar, de mejora de servicios p¨²blicos y de m¨¢s polic¨ªa urbana para estos suburbios. Es el reconocimiento del fracaso de la pol¨ªtica de integraci¨®n econ¨®mica, social, cultural y urbana seguida a lo largo de d¨¦cadas, que ha llevado a que se hayan contabilizado hasta 700 guetos suburbanos, donde se aloja una poblaci¨®n de origen ¨¢rabe o africano, con frecuencia descendientes de inmigrantes, pero ciudadanos franceses a todos los efectos en su gran mayor¨ªa.
El titular de Interior, Sarkozy, cree necesaria una "refundaci¨®n" de esta pol¨ªtica, es decir, su correcci¨®n. Pero ser¨ªa un error de bulto que el apaciguamiento de los violentos descansara s¨®lo en las organizaciones musulmanas, que ya han lanzado una fetua contra la participaci¨®n en estos disturbios, en vez de exigir su resoluci¨®n a las instituciones republicanas. Por supuesto que es necesaria la actuaci¨®n de la polic¨ªa y de la justicia, pero sin olvidar luego los aut¨¦nticos ascensores sociales que impiden la formaci¨®n de guetos, y ¨¦stos son la integraci¨®n escolar, la igualdad de oportunidades, los puestos de trabajo o el urbanismo integrador. Algo tiene que ver esta explosi¨®n social con la falta de horizontes vitales y la pobreza que cercan a estos j¨®venes. No es menor en la resoluci¨®n de estos problemas una concepci¨®n m¨¢s inteligente del orden p¨²blico, en el que el cumplimiento de la ley y el mantenimiento del Estado de derecho no se confunda con la brutalidad y con la discriminaci¨®n.
Si el hurac¨¢n Katrina puso al descubierto la marginaci¨®n de la poblaci¨®n negra abandonada en Nueva Orleans, estos altercados han puesto de manifiesto la profunda fractura social francesa. Y no hace falta buscar redes criminales para explicar el movimiento que empez¨® en un suburbio de Par¨ªs y se ha extendido como la p¨®lvora. El presidente Chirac no se ha recuperado del triunfo del no en el refer¨¦ndum sobre la Constituci¨®n europea, de forma que la crisis de estos d¨ªas se alimenta de este ambiente de fin de r¨¦gimen. Para lanzar su llamamiento al restablecimiento del "orden republicano", Chirac se ha tomado 10 d¨ªas. En Francia, un pa¨ªs que se mueve a golpe de revueltas, se sabe c¨®mo empiezan las cosas pero no c¨®mo terminan. Una rebeld¨ªa minoritaria fuera de todo control puede hacer cambiar el rumbo de su historia.
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