Entre la liberaci¨®n y el conservadurismo
Las Cumbres y los Foros Iberoamericanos apenas se ocupan del factor religioso, que juega un papel muy importante en la realidad pol¨ªtica, sociocultural y econ¨®mica de Am¨¦rica Latina, y que viene sufriendo cambios profundos durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. He podido comprobarlo sobre el terreno en mis frecuentes viajes por varios pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe. El momento estelar del cambio tuvo lugar con el nacimiento de un nuevo paradigma: el cristianismo de liberaci¨®n comprometido con la causa de las mayor¨ªas populares oprimidas, que cerraba definitivamente la larga etapa de la Iglesia colonial, aliada con los poderes f¨¢cticos y fiel remedo del cristianismo hispano-romano. Eso suced¨ªa en todo el continente gracias a una serie de condiciones tanto internas como externas al cristianismo. Entre las externas cabe citar: el despertar del Tercer Mundo como sujeto de su propia historia, sin interferencias de los poderes imperiales; la teor¨ªa de la dependencia, que consideraba el subdesarrollo latinoamericano como consecuencia del desarrollo del Primer Mundo y no como una etapa en el camino hacia el desarrollo; la aparici¨®n de movimientos de liberaci¨®n en la mayor¨ªa de los pa¨ªses del continente comprometidos en la lucha por la transformaci¨®n de las estructuras socioecon¨®micas y pol¨ªticas; la revoluci¨®n cubana, y la pedagog¨ªa del oprimido de Freire.
Entre las causas internas se encuentran: la reforma de la Iglesia cat¨®lica en el concilio Vaticano II (1962-1965); el compromiso de los cristianos y cristianas en los movimientos de liberaci¨®n; las comunidades eclesiales de base como nuevo modelo de Iglesia; la opci¨®n por los pobres asumida por el Episcopado Cat¨®lico Latinoamericano en la Conferencia de Medell¨ªn (Colombia) en 1968, y por el Consejo Latinoamericano de Iglesias, rompiendo as¨ª con el cristianismo colonial y desarrollista mayoritario en Am¨¦rica Latina hasta entonces; la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, primera gran corriente teol¨®gica del Tercer Mundo con identidad propia y car¨¢cter ecum¨¦nico, cuyo acto primero es la praxis y la experiencia religiosa, y cuyo acto segundo es la reflexi¨®n a partir del compromiso con los oprimidos. El nuevo cristianismo liberador jug¨® un papel decisivo en la defensa de los derechos humanos durante y contra las dictaduras y los reg¨ªmenes de la Seguridad Nacional que se instalaron en muchos pa¨ªses del continente.
No tard¨®, empero, en producirse un cambio en el panorama religioso, al menos en la Iglesia cat¨®lica, que est¨¢ pasando por una ya larga etapa de involuci¨®n, iniciada tras el acceso de Juan Pablo II al pontificado. La Conferencia de Puebla de los ?ngeles, M¨¦xico (1979), inaugurada por el Papa polaco unos meses despu¨¦s de su elecci¨®n, fue, en cierta medida, un paso atr¨¢s en relaci¨®n con la de Medell¨ªn. Conden¨® la Iglesia Popular, suaviz¨® la opci¨®n por los pobres y no cit¨® ni una sola vez a la teolog¨ªa de la liberaci¨®n. ?sta empez¨® a ser acosada, y, a partir de entonces, sus principales cultivadores fueron amonestados, procesados, retirados de sus c¨¢tedras e incluso condenados, como Leonardo Boff.
Durante las d¨¦cadas de los ochenta y noventa del siglo XX se produjeron cambios importantes en el episcopado cat¨®lico. Los obispos de Medell¨ªn fueron sustituidos por obispos en sinton¨ªa con el programa restaurador de Juan Pablo II, muy cr¨ªticos con el cristianismo liberador. Dos ejemplos: monse?or Cipriani, miembro del Opus Dei, fue nombrado arzobispo de Lima (Per¨²), y el cardenal Fernando S¨¢enz Lacalle, sacerdote espa?ol tambi¨¦n de la Obra, fue elegido para sustituir a Rivera y Damas al frente de la emblem¨¢tica di¨®cesis de San Salvador (El Salvador), que ocupara de 1977 a 1980 el arzobispo profeta y m¨¢rtir ?scar Romero.
Hoy el panorama es plural. Hay un espectacular despertar de las religiones ind¨ªgenas y afrolatinoamericanas y de sus respectivas teolog¨ªas, sobre todo desde 1992, en que dichas comunidades, marginadas por razones ¨¦tnicas, tomaron conciencia de su identidad cultural y religiosa. Pero se aprecia, al mismo tiempo, el avance del catolicismo neoconservador en casi todos los campos.
En el mundo protestante hay un avance significativo del pentecostalismo, movimiento religioso y pol¨ªticamente plural, si bien con predominio de tendencias fundamentalistas, cuyos rasgos m¨¢s relevantes son: lectura literal de la Biblia sin recurrir a la mediaci¨®n hermen¨¦utica, aislamiento de otras tendencias religiosas, rechazo del ecumenismo, rigorismo moral, posiciones pol¨ªticas ultraconservadoras, y manifestaciones espectaculares y taumat¨²rgicas en su vivencia religiosa. Muchos recordar¨¢n c¨®mo en el Mundial de 2002, celebrado en Corea y Jap¨®n, la selecci¨®n brasile?a de f¨²tbol, tras su victoria, se puso de rodillas para invocar a Dios y darle gracias por el triunfo.
Avanza tambi¨¦n el fundamentalismo cat¨®lico, que se desarrolla en varias direcciones, seg¨²n los pa¨ªses. En Brasil, por ejemplo, predomina el movimiento carism¨¢tico, de tendencia pentecostal, que intenta llenar el vac¨ªo espiritual de la sociedad a trav¨¦s de experiencias religiosas espectaculares. En los pa¨ªses de habla hispana, el fundamentalismo se vehicula a trav¨¦s de los movimientos conservadores -algunos con tintes integristas- como Opus Dei, Legionarios de Cristo, Sodalitium, Heraldos del Evangelio y Camino Neocatecumenal, que defienden la ortodoxia tridentina, abogan por la presencia de la religi¨®n cat¨®lica en la vida pol¨ªtica y cultural a trav¨¦s de mediaciones confesionales, legitiman el modelo econ¨®mico neoliberal en el continente y niegan estatuto teol¨®gico a la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, a la que acusan de marxista y defensora de la violencia revolucionaria. Estos movimientos cuentan con el apoyo del Papa, cuyo programa restauracionista llevan a cabo de manera muy eficaz en la Iglesia y sociedad latinoamericanas.
Pero hay tambi¨¦n una esperanzadora recomposici¨®n del cristianismo liberador. A pesar de los intentos de hacer fracasar la teolog¨ªa de la liberaci¨®n por parte de los poderes pol¨ªticos, religiosos y econ¨®micos, ¨¦sta sigue viva y se reformula a trav¨¦s de los nuevos procesos hist¨®ricos en una pluralidad de tendencias con especial sensibilidad hacia situaciones y fen¨®menos que en la teolog¨ªa de la liberaci¨®n de las d¨¦cadas anteriores apenas eran tenidos en cuenta, como las experiencias de marginaci¨®n y de exclusi¨®n por razones de etnia, raza, g¨¦nero, tradici¨®n cultural, etc¨¦tera. Fruto de esta reformulaci¨®n en los nuevos contextos culturales se desarrollan nuevas l¨ªneas de reflexi¨®n que intentan compaginar el dinamismo prof¨¦tico, el rigor metodol¨®gico y el car¨¢cter sistem¨¢tico. Entre estas teolog¨ªas cabe citar las siguientes: campesina, afroamericana, ind¨ªgena, ecol¨®gica, pentecostal, la teolog¨ªa de g¨¦nero, la teolog¨ªa econ¨®mica de la liberaci¨®n y la cr¨ªtica de la religi¨®n econ¨®mica del mercado. Son todas ellas "teolog¨ªas fundamentales" que intentan dar raz¨®n de la fe cristiana en el nuevo contexto.
Un ¨²ltimo desaf¨ªo al que intenta responder hoy el cristianismo latinoamericano es el del pluralismo religioso y cultural. Y lo est¨¢ haciendo a mi juicio por el buen camino: el di¨¢logo interreligioso y la interculturalidad, en un momento en que renacen las religiones ind¨ªgenas y negras, y avanzan algunas de las grandes religiones como el islam y el budismo.
Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la c¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones Ignacio Ellacur¨ªa, de la Universidad Carlos III de Madrid, y autor de Fundamentalismos y di¨¢logo entre religiones (Trotta, Madrid, 2004).
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