Ternura el¨¦ctrica
No se le puede considerar un reci¨¦n llegado, pero es ahora, a sus 34 a?os, cuando Mikel Urdangarin parece inmerso en un periodo de plenitud que deber¨ªa trascender m¨¢s all¨¢ de los c¨ªrculos euskaldunes. Y es que, al margen de las dificultades idiom¨¢ticas para quienes no est¨¦n familiarizados con la lengua de Atxaga, el sexto y m¨¢s reciente ¨¢lbum de este cantautor el¨¦ctrico, Dana, ofrece argumentos sobrados para seducir.
El de Amorebieta fue traduciendo sus versos, de sencilla hermosura, para facilitar la comunicaci¨®n. Gusta de cantarle al amor cotidiano, sin renunciar en ocasiones (Musua) a un cierto ingrediente libidinoso. Pero el componente social es irrenunciable para un hombre sensible como ¨¦ste. Las prostitutas del barrio vitoriano de la Juder¨ªa, las heridas del pueblo saharaui (en la deliciosa Zugan) o las desventuras de un amigo senegal¨¦s "al que le toc¨® el poli malo" (Hegan) desfilan por un cancionero perspicaz e inteligente, cincelado con la ternura de quien ha aprendido a mirar el mundo con ojos l¨²cidos.
Mikel Urdangarin
Mikel Urdangarin (voz y guitarra ac¨²stica), Rafa Rueda (guitarra el¨¦ctrica), Pablo Tato (saxo soprano), Koldo Uriarte (teclados), Bingen Mendiz¨¢bal (viol¨ªn bajo), Fernando Sayela (bater¨ªa). Sala Galileo Galilei. Madrid, 7 de noviembre.
Urdangarin gusta de la repetici¨®n mel¨®dica, como en una salmodia, para luego apuntalar sus piezas con un armaz¨®n instrumental muy sugerente. Rueda regala unas guitarras arpegiadas muy al gusto de The Edge, salvando las diferencias, mientras que los l¨ªricos fraseos de Pablo Tato son los de un saxofonista que se habr¨¢ mirado m¨¢s de una vez en el espejo de Jan Garbarek. Se agradece mucho, a todo esto, que los teclados sean sutiles e imaginativos, y no tan rampantes como acostumbran en el pop de cualquier nacionalidad.
Dana es un disco que termina absorbiendo, y a ratos hasta fascinando. Demostraci¨®n palmaria de que la ternura no est¨¢ re?ida con la electricidad, a su autor s¨®lo le falta que el gran p¨²blico le pierda el miedo a las lenguas minoritarias. Porque el euskera, como dice una de sus canciones, es una lengua quiz¨¢s demasiado vieja y demasiado peque?a, pero tambi¨¦n representa "una manera de tender la mano".
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