Lobo Antunes explica la "lucha carnal" que mantiene con la escritura
Cuando se cumple el d¨¦cimo aniversario del "matrimonio literario" entre el escritor portugu¨¦s Ant¨®nio Lobo Antunes y su traductor argentino Mario Merlino, la Biblioteca Nacional acogi¨® el jueves un di¨¢logo entre ambos dentro de los actos de la III Mostra Portuguesa de Madrid. El autor dedic¨® la charla a hablar de su "lucha carnal" con sus obras. "Ahora no tengo nada. Soy tan pobre como los muertos", cont¨®. La sensaci¨®n de vac¨ªo de debe a que pronto publicar¨¢ en Portugal y Espa?a Ayer no te vi en Babilonia, y est¨¢ a la espera de volverse a "quedar embarazado", lo que suele ocurrir tras dos o tres meses de posparto.
"Empiezo un libro cuando estoy seguro de que no voy a ser capaz de hacerlo. Comienza una lucha y te sorprendes de lo que escribes. ?De d¨®nde vino esa idea? Mejor no preguntarse", argumenta. En su opini¨®n, no hay misterio en escribir, "porque no hay profundidad, sino infinitas superficies, y si consigues unirlas todas tienes un libro". "Cuanto m¨¢s escribes, m¨¢s humilde eres, porque no sabes qu¨¦ est¨¢s escribiendo". "La mano se siente feliz y sigue escribiendo aunque t¨² no te des cuenta. El acto de escribir y el de hacer el amor est¨¢n interligados. Es casi una lucha carnal, existe una intimidad. Tienes tambi¨¦n que apretar y abrazar".
Una batalla con sus libros que le satisface porque "si dentro de ti no hay tempestad, tu vida es una mierda". "Me interesan los libros que me ense?an rincones de m¨ª mismo, pero tenemos miedo a abrir nuestras puertas", confiesa. ?l no traspasa la de la guerra de Angola: "Demasiadas muertes. Nunca me he atrevido a escribir, si acaso de forma lateral. Siempre he pensado que el lector iba a pensar que nada era real, porque todo fue muy irreal".
Lobo Antunes estudi¨® Medicina y le destinaron a una unidad de ni?os enfermos terminales. All¨ª le fascin¨® Jos¨¦ Francisco, que muri¨® con cuatro a?os v¨ªctima de leucemia, y descubri¨® su camino: "El enfermero lo envolvi¨® con una s¨¢bana mientras en el pasillo yo lloraba. Pasaron junto a m¨ª y el pie del ni?o sobresal¨ªa de la s¨¢bana. Entonces supe que ten¨ªa la obligaci¨®n de hablar por ese pie, por los que no han tenido voz".
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