El p¨¦ndulo isl¨¢mico
En una reuni¨®n informal con periodistas, al primer ministro turco, Tayyip Erdogan, debi¨® escap¨¢rsele la opini¨®n de que la causa de la irritaci¨®n juvenil en los suburbios de Francia resid¨ªa en la famosa prohibici¨®n del velo a las creyentes. La noticia corri¨® como la p¨®lvora y dio lugar a rectificaciones tajantes en su nombre. Nunca habr¨ªa dicho tal cosa, y adem¨¢s, tampoco la violencia es justificable, aun en caso de "discriminaci¨®n" (sic). Fue ocasi¨®n para comprobar en qu¨¦ medida Erdogan considera las llamadas al entendimiento religioso y la promoci¨®n de la "alianza de civilizaciones" como puntos clave de su pol¨ªtica exterior. Si otros aspectos de la convocatoria son de dudosa eficacia, especialmente si no se entra a fondo en la conexi¨®n entre religi¨®n y terrorismo, este logro ha de ser destacado, en su doble proyecci¨®n: de un lado, en vez de ser un obst¨¢culo el tema religioso se convierte en un impulso para la adhesi¨®n sincera de Turqu¨ªa a Europa; de otro, va cobrando forma la perspectiva de una conjugaci¨®n abierta de islamismo y democracia.
Conviene recordar que el avance de Turqu¨ªa en esa l¨ªnea, sobre el pluralismo religioso, la tortura o la cuesti¨®n kurda, se debe justamente a la presi¨®n europea. Paralelamente, ning¨²n freno mejor contra la europeizaci¨®n que las propagandas, tantas veces presentes en nuestros medios, tendentes a probar que Turqu¨ªa ya es Europa y que s¨®lo hay que mirarla con buenos ojos. Desde la pol¨ªtica actual a la visi¨®n hist¨®rica. No hace mucho que aqu¨ª mismo pudimos leer que Santa Sof¨ªa -perd¨®n Ayasof¨ªa- es "un s¨ªmbolo del crisol turco" (como la Alhambra debe serlo del espa?ol), que en Constantinopla / Estambul no hubo unos tipos llamados bizantinos (mal recuerdo) y que hay en el Este de Anatolia hermosas casas del pasado turco (s¨®lo que construidas muchas por armenios luego asesinados en el primer genocidio del siglo XX). Menos mal que esta malentendida pasi¨®n turca no es compartida por todos en la UE.
La tendencia a la angelizaci¨®n resulta observable en otras aproximaciones a temas isl¨¢micos en Espa?a, especialmente entre quienes se consideran de izquierda. Bush, Europa e Israel son los culpables de todo. El terrorismo islamista es un simple subproducto de los males de la globalizaci¨®n. No hay riesgo alguno en que Ir¨¢n acceda a la bomba nuclear y Ahmadineyah no har¨¢ retroceder en nada el avance de la sociedad civil iran¨ª, se nos ha dicho una y otra vez. La ense?anza del islam sin control alguno a los ni?os musulmanes en nuestros pa¨ªses no encierra peligro alguno, como las predicaciones de los imanes. Olvid¨¢ndonos de lo que es el terrorismo isl¨¢mico, basta con evocar la alianza para hacer gala de optimismo. Entre tanto, en medios conservadores se difunde la falsa idea de que el islam est¨¢ detr¨¢s de los disturbios registrados en Francia y que la inmigraci¨®n musulmana es la causa ¨²ltima de la crisis. La xenofobia, singularmente la dirigida contra los magreb¨ªes, crece entre nosotros.
Conclusi¨®n: ser¨ªa oportuno que al abordar la cuesti¨®n de la "alianza" se tuvieran en cuenta los enlaces entre aspectos que se est¨¢n tratando por separado. De nada sirve afirmar la fraternidad entre cristianos / occidente e islam, si no se analizan en profundidad las causas del conflicto, sin detenerse en el umbral del hecho religioso tal y como se presenta hoy y sin olvidar la coincidencia entre identidad religiosa minoritaria y marginaci¨®n. Gracias al desatino cometido por Bush en Irak, al Zarqaui ya est¨¢ en Jordania y pronto estar¨¢ en Europa, lo cual aconseja buscar un complemento a la acci¨®n policial con un control eficaz de predicaci¨®n y ense?anza isl¨¢micas. Aqu¨ª el problema se ampl¨ªa y concierne al conjunto de doctrinas religiosas: por mucho que se enfaden Ratzinger y Rouco, y brame el PP, la situaci¨®n es demasiado seria como para prescindir del estudio de la historia de las religiones, sin control de ¨¦stas, y seguir practicando la catequesis encubierta. Al margen de los comandos tipo 11-S y 11-M, el caldo de cultivo para terrorismo y revueltas surge tanto de la privaci¨®n relativa de las segundas y terceras generaciones de inmigrantes, como de la incidencia de las culturas de la violencia y del monopolio de la religi¨®n a la hora de crear la identidad de los adolescentes. Frente a ello, la pol¨ªtica de orden estilo Sarkozy es incluso contraproducente.
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