Vinos de pago
En el ¨²ltimo lustro, los vinos espa?oles han vivido una aut¨¦ntica revoluci¨®n, de la que los denominados de 'pago' o 'terru?o' son su m¨¢xima expresi¨®n. Vinos personales, ¨²nicos e irrepetibles que han sabido dejar que tierra, clima y vi?a se reflejen en su fondo, sabor y presencia.
Ha hecho falta que cayera el consumo dram¨¢ticamente en Espa?a (de 70 a 23 litros por habitante y a?o, en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas) para que la oferta de vinos de calidad se disparase en un encarnizada lucha por ganar parcelas -nunca mejor dicho- de consumidores, por otra parte cada vez m¨¢s entendidos y exigentes. En esta batalla, donde el precio ya no desempe?a un papel tan determinante como anta?o, la singularidad de cada oferta, cargada de fuerte personalidad, es muy importante. As¨ª que la b¨²squeda del vino de calidad llev¨® al en¨®logo al vi?edo. All¨ª cat¨® la uva, conoci¨® el secreto de la cepa y elabor¨® el mejor vino de la bodega. Se inici¨® as¨ª, hace tan s¨®lo un lustro, la m¨¢s impresionante evoluci¨®n vitivin¨ªcola espa?ola del ¨²ltimo siglo: el nacimiento de los vinos de pago. El siguiente paso ha sido diferenciar claramente las fincas o pagos con m¨¢s personalidad para crear los vinos de terru?o, expresi¨®n espa?ola del crus, domaines franceses, o los vigneti italianos, que son la m¨¢xima categor¨ªa en el mundo fascinante del vino de calidad.
Y resolver, de paso, una de las grandes paradojas espa?olas. Pues siendo pa¨ªs de ampl¨ªsima riqueza en suelos, climas y variedades, se ha dedicado con ah¨ªnco a la producci¨®n de vinos impersonales, homog¨¦neos. El m¨¢s sangrante ejemplo ha sido, y en gran parte todav¨ªa es, nuestra afamada Rioja, donde se mezclaban -y mezclan- uvas y vinos de sus diferentes zonas con el objetivo de ofrecer todos los a?os el mismo tipo de vino; indistinguible, la mayor¨ªa de las veces, de su competidor. Una concepci¨®n industrial leg¨ªtima y posiblemente necesaria en ¨¦pocas pasadas, pero que hoy significa, lisa y llanamente, desperdiciar las inmensas posibilidades de obtener grandes vinos que reflejen, como valor fundamental, la personalidad irrepetible del terru?o. Arma imprescindible para conquistar mercados de calidad y alto valor a?adido.
Basta recorrer el laberinto riojano de suaves colinas -donde el terreno se desliza en estratos fascinantes y el sol juega al escondite con las sombras del vi?edo, mientras el Ebro, la vena enol¨®gica m¨¢s importante de Espa?a, deja evaporarse sus aguas siempre frescas- para darse cuenta de la riqueza de terru?os que encierra nuestra denominaci¨®n de origen m¨¢s prestigiosa. He aqu¨ª el misterio de una zona vitivin¨ªcola donde el vino semeja un caleidoscopio, logrado felizmente con el repetido y siempre nuevo juego de un varietal prodigioso: la uva tempranillo. No es de extra?ar que bodegueros audaces como Juan Carlos Lacalle, Miguel ?ngel de Gregorio, Benjam¨ªn Romeo o Marcos Eguren hayan conseguido vinos de terru?o plet¨®ricos de color, de aroma sugerente, donde la fruta silvestre, madura y fresca, se viste con los perfumes et¨¦reos de la violeta y la rosa marchita, y se envuelve en la densidad del roble con sus apuntes brillantes de vainilla y tabaco, y encierra en la tel¨²rica frialdad del mineral. Todo en el marco s¨¢pido de una sobria carnosidad y paladar robusto que exige el tranquilo paso de los a?os en la botella para metamorfosear su contundente verdad en aterciopelada exquisitez.
Pero si en Rioja se dan las mayores posibilidades para los vinos de pago, no fue la primera zona ni ser¨¢ la ¨²nica en crear esta alternativa a la homogeneidad. Fue en Priorato -de la mano entra?able de Ren¨¦ Barbier, Jos¨¦ Luis P¨¦rez, Carlos Pastrana y ?lvaro Palacios- donde se inici¨® de forma colegiada y decidida este fen¨®meno, con sus clos. Posteriormente, el mismo fen¨®meno se ha producido en casi todas las zonas de calidad, como Jumilla, las dos Castillas, Yecla, l'Empurd¨¤, El Bierzo?, sitios donde la cepa, aferrada por sinuosas ra¨ªces a las empinadas laderas del valle, en bancales de prodigiosa geometr¨ªa, sobre terrenos de roca o pizarra, se debate entre el ser y la nada, a la espera del bodeguero valiente y enamorado. O donde el encanto del vi?edo se integra en el paisaje, rompiendo las forestas, embebido de un clima atl¨¢ntico que se hermana con la moderaci¨®n mediterr¨¢nea para regalar vinos de intensa personalidad, fuerte estructura, acidez elevada, la presencia sin complejos de sus taninos y el sabor penetrante y amplio. En cierto sentido, los nuevos vinos de pago expresan un car¨¢cter rom¨¢ntico, que sorprende por su audaz desaf¨ªo.
Los vinos de terru?o, todos con vocaci¨®n de grandeza incluso desde su insignificancia, abarcan en nuestro pa¨ªs un amplio abanico de posibilidades, una incre¨ªble variaci¨®n que va de lo c¨¢lido a lo fr¨ªo, de lo seco a lo h¨²medo, de lo florido a lo marchito, de lo arenoso a lo mineral. Y ofrecen su personalidad fundamentalmente en los toques elegantes de tierra, pizarra y pedernal. Vinos elaborados por una generaci¨®n de en¨®logos malabaristas, expertos en el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, que recorren nuestra geograf¨ªa vitivin¨ªcola en busca de la vieja y olvidada cepa, la ladera m¨¢s abrupta, el terreno singular. Bodegueros audaces que decidieron hacer su particular revoluci¨®n en la vi?a, la busca del mejor vino espa?ol. Salvadores de la vid vieja -poco productiva, pero sana- capaz de realizar su sue?o. Due?os de los mejores vi?edos que son sangre y alma del propietario, condensaci¨®n de historia y proyecci¨®n de futuro, autenticidad con nombre de autor, orgullo secreto, honradez cabal que no rinde sus principios. Aqu¨ª est¨¢ lo mejor que puede dar la enolog¨ªa patria. En¨®logos que aman el campo, que buscan lo ins¨®lito; la expresi¨®n oculta, por malas pr¨¢cticas enol¨®gicas, de la tierra y la vi?a que se abraza a ella.
Aparte de los ya mencionados hay que destacar la labor de profesionales como Sara P¨¦rez, hada madrina que convierte la uva que toca en oro rojo de emocionante sensualidad; de Jos¨¦ Mar¨ªa Vicente, sobrio, directo, prefilox¨¦rico; de Carlos Falc¨®, el marqu¨¦s que preside la asociaci¨®n Grandes Pagos de Espa?a; de Pedro Aibar, gran ensamblador y compositor de fino olfato; de Ram¨®n Casta?o, en irresistible ascenso hacia la cima de la enolog¨ªa espa?ola en Yecla; de Ricardo Gelbenzu, el navarro rebelde; de Miguel Torres, capaz de aunar como nadie producci¨®n y calidad; de Tom¨¢s Cusin¨¦, o la fascinaci¨®n por el vino de raza en Costers del Segre; de Jes¨²s Mart¨ªnez Bujanda, empe?ado en mostrar la inmortalidad renovada de La Rioja; de Mariano Garc¨ªa, en compa?¨ªa de hijos y sobrinos, con su sobria claridad castellana; de Jes¨²s Madrazo, de Joan d'Angera, de Emilio Moro, de Jes¨²s Sastre? Una lista que no cesa. Todos ellos han sabido dejar que tierra, clima y vi?a se reflejen en el vino sin romper ninguno de los eslabones de la cadena, la ¨²nica forma de conseguir vinos personales, ¨²nicos, irrepetibles.
Carlos Falc¨®: Se?or de Valdepusa
Palad¨ªn del liberalismo vitivin¨ªcola, Carlos Falc¨®, marqu¨¦s de Gri?¨®n, se ha enfrentado, muchas veces en solitario, al discurso oficial. Hoy nadie discute sus logros. En Toledo, donde cigarral, sol inclemente, clima extremado y vinos vulgares imponen su ley, ha creado un oasis de calidad que sorprendi¨® primero, emocion¨® despu¨¦s y mereci¨® finalmente el aplauso de los entendidos. En los viejos dominios de Valdepusa (Malpica) posee 14 hect¨¢reas de uno de los mejor cuidados y m¨¢s bellos vi?edos de Espa?a, donde ha introducido t¨¦cnicas de cultivo y pr¨¢cticas de vendimia hasta ahora ins¨®litas. Y se ha ganado denominaci¨®n de origen propia.
Ram¨®n Casta?o: Sensualidad mediterr¨¢nea
C¨¢lido, luminoso, acogedor, Ram¨®n Casta?o es un visionario que comprendi¨® las inmensas posibilidades de Yecla y las ancestrales uvas monastrell y garnacha tintorera para la elaboraci¨®n de tintos modernos. Despu¨¦s de algunos ensayos de vinificaci¨®n ha lanzado una serie de vinos de impresionante potencia arom¨¢tica y sensual corpulencia. Pero se siente particularmente orgulloso de las 17 hect¨¢reas de vi?edo de Mira Salinas (Villena). De ah¨ª nace su primer vino de pago con vocaci¨®n internacional, que ahora inicia su andadura en Espa?a. As¨ª son los Casta?o, una familia enraizada en la tierra para quienes el vi?edo lo es todo.
Jes¨²s Sastre: enamorado del vi?edo
"Todo est¨¢ en la uva". As¨ª de rotundo, con la claridad y concisi¨®n que caracteriza al viticultor de la vieja Castilla, se expresa Jes¨²s Sastre. Siempre ha cre¨ªdo en el vi?edo, la vieja propiedad familiar que nutr¨ªa de uvas a bodegas afamadas, donde perd¨ªan su personalidad. Con su hermano Pedro, muerto en accidente de coche, decidi¨® hace a?os construirse una bodega con todos los adelantos tecnol¨®gicos habituales. Y as¨ª han posibilitado que el soberbio vi?edo, con m¨¢s de 50 a?os de edad media, se materialice en vinos con la contundencia de los mejores riberas del Duero. Poco fruto pero excelente, del Pago de Santa Cruz nace uno de sus mejores vinos.
Ren¨¦ Barbier y Sara P¨¦rez : coraz¨®n de pizarra
?Se puede hacer un gran vino con la uva cari?ena? Hace tiempo que la cuesti¨®n ha sido sentenciada por vinos tan soberbios como los tintos de Ren¨¦ Barbier y Sara P¨¦rez, joven matrimonio de en¨®logos y viticultores que ha encontrado su h¨¢bitat natural en el Priorato profundo, donde la vi?a se aferra a la pizarra para escribir su lecci¨®n magistral. Y all¨ª, en terrazas, con una profundidad de cultivo de unos 30 cent¨ªmetros de suelos muy abiertos, donde las cepas se deshidratan con rapidez y s¨®lo las muy viejas han conseguido un perfecto equilibrio, con una producci¨®n escasa pero de gran concentraci¨®n, tiene su pago esta pareja comprometida hasta la ra¨ªz con el vi?edo.
Marcos Eguren: el rioja de las mil caras
Descubri¨® que la uva riojana m¨¢s prestigiosa pod¨ªa tener pelo. Y conmocion¨® la zona con su San Vicente de Tempranillo Peludo. Su padre le meti¨® el gusanillo por la cepa oculta, cuando le acompa?aba, siendo ni?o, por los vi?edos familiares. Ahora se dedica a convertir en vinos singulares las mil y una caras de Rioja. Marcos Eguren, discreto y socarr¨®n, ha creado en su vi?edo de P¨¢ganos un modelo vitivin¨ªcola. Los suelos de esta propiedad, ubicada en un entorno de d¨®lmenes y yacimientos arqueol¨®gicos, ermitas y vetustas iglesias medievales, confieren al vi?edo -y, por tanto, al vino- un singular car¨¢cter mineral de extraordinaria personalidad. Es el rioja del siglo XXI.
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