Diario de una vaca n¨®mada
Cuando llega esta ¨¦poca, al cabo de la oto?ada, nuestros se?ores los vaqueiros de las bra?as altas del extremo occidental de la Cordillera Cant¨¢brica, los vaqueiros de alzada, empiezan a prepararnos para la nomad¨ªa anual. Descendemos lentamente hacia los valles asturleoneses a pasar la invernada. Algunas colegas todav¨ªa toman los caminos del Sur, por la Ruta de la Plata, y bastantes se encierran como monjes budistas en los establos a rumiar los recuerdos de la libre estabulaci¨®n.
Un d¨ªa nos llamaron vacas locas, pero nunca hubo una ganader¨ªa m¨¢s cuerda que la que obedecemos los ritos de nuestros vaqueiros de alzada. Sabemos a d¨®nde vamos y nos fiamos. Porque cuando llega la invernada, cuando empiezan los primero s¨ªntomas del estresante curso espa?ol, necesitamos tomar las de Villadiego. Emigrar hacia otros pastos, rumiar otros textos y en otros contextos, cambiarnos de pa¨ªs y hasta de autonom¨ªa a pasar la terror¨ªfica invernada.
Ver¨¢n. El otro d¨ªa, en un estudio sobre los pueblos n¨®madas, lo entend¨ª todo. Lo que no soportamos el ganado de las bra?as no es la falta de hierba, el espesor de la nieve, las ventiscas ni siquiera las temperaturas invernales. Esas son teor¨ªas muy antiguas. Lo que nosotras, las vacas libres de las monta?as atl¨¢nticas, no aguantamos es el estr¨¦s del invierno. Ese continuo pensar y gritar por parte de nuestros vigilantes de que viene el lobo aunque ya est¨¦ exterminado o en v¨ªas de desaparici¨®n (o negociaci¨®n); esa constante y contagiosa agitaci¨®n del querido vaqueiro de guardia por cualquier cosa, por cualquier movimiento extra?o, por cualquier cambio de estatuto en el sistema de libre estabulaci¨®n. Dig¨¢moslo ya: nos estresa ese aislamiento invernal en un territorio ensimismado, sin comunicaci¨®n con el mundo exterior y con un sistema medi¨¢tico (el del mayoral) que s¨®lo emite y amplifica supersticiones locales en las que no creemos como buenas materialistas. Ante una situaci¨®n tal de estr¨¦s local, tan c¨ªclica, la leche se nos corta o agria, nuestra carne se tensa, el solomillo se acartona, la histeria del pastor contagia la manada y nuestra libido desaparece. Entonces, no nos queda m¨¢s remedio que iniciar la trashumancia.
Recomiendo a nuestros queridos mam¨ªferos b¨ªpedos, tan rumiantes y sedentarios, nuestro m¨¦todo de alzada. Emprender la fuga, a ser posible por la Europa mediterr¨¢nea, para evitar los males del estr¨¦s nacional que viene, que ya est¨¢ aqu¨ª y nos afecta a unas y a otros, porque ese encierro en nuestro parque tem¨¢tico de invierno s¨®lo es bueno para la mala leche.
La alzada, la expatriaci¨®n temporal, nuestro ancestral mini exilio, es la mejor terapia contra ese estr¨¦s casero que, por cierto, algunos vaqueiros holandeses (Sloterdijk, ese nuevo europastor del Ser) consideran que est¨¢ en la base antropol¨®gica del nacionalismo en particular y del patriotismo en general. "Una naci¨®n, una patria cualquiera, es cuando sus votantes se estresan mucho y muy juntos por una misma histeria local, personal y, ay, intransferible". Dicho en nuestros t¨¦rminos: un estresado pastar en com¨²n por los parques tem¨¢ticos, que en nuestro caso son parques monotem¨¢ticos y maniqueos.
Bien. All¨¢ voy en manada por las estribaciones sure?as de la UE, decidida a fugarme con el rabo entre las piernas del estr¨¦s casero y dispuesta a recuperar el zen del verano. Cuando en mi tierra empieza el mal tiempo, arrecian las ventiscas medi¨¢ticas y nuestros vaqueiros est¨¢n todo el santo d¨ªa con la cantinela de que viene el lobo, contagi¨¢ndonos malas vibraciones y supersticiones, me largo porque mi ¨²nico objetivo como vaca cuerda es pasar cuanto antes el estr¨¦s local de la invernada y menos lobos.
Por el momento vivaqueamos en Italia, concretamente en la Padania, y lo primero que tengo que anotar en mi diario ¨ªntimo es que, si bien en estos valles est¨¢n todo el santo d¨ªa cambiando la Sagrada Constituci¨®n a imagen y semejanza de los intereses del Gran Ganadero, resulta que nuestros vaqueiros no nos estresan con el lobo feroz a pesar de que el berlusca, especie a¨²n m¨¢s depredadora que el azn¨¢rido, aunque sin ese ce?o que le pinta el gran Forges, tambi¨¦n Berlusconi ha decidido al mismo tiempo la reforma federal para contentar al due?o de estas praderas, el separatista Bossi.
Las vacas somos lentas, pero no tontas. No es posible que haya tanta diferencia entre pastos tan id¨¦nticos, a hora y pico de vuelo barato, con psicolog¨ªas y tem¨¢ticas tan intercambiables y desde la misma religi¨®n pastoral. Aqu¨ª pasa algo, me digo sin levantar la cabeza de la hierba. Pero por el momento, estr¨¦s cero. Ni nos dicen que viene el lobo a pesar de que los hay, ni las caperucitas rojas son tan apocal¨ªpticas y patri¨®ticas a pesar de que lo que ocurre en los valles europeos es lo mismo, ni hay vaqueiros medi¨¢ticos que con sus histerias locales y monotem¨¢ticas nos agrian la leche y disparan los nervios. Por el momento, ser¨¦ una vaca feliz, cosmopolita y zen (la vaca que r¨ªe) en mi trashumancia europea hasta que al Norte de mi querido pa¨ªs se derritan las nieves de las bra?as y el nivel del estr¨¦s patri¨®tico, valga la redundancia, alcance cotas menos apocal¨ªpticas.
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