Contra el agotamiento del suelo
Unos 400 investigadores y agricultores debaten en C¨®rdoba sobre los beneficios de la agricultura de conservaci¨®n
El agua es un bien escaso y la sociedad se ha concienciado con el problema que supone su despilfarro. Pero Jes¨²s Gil Ribes, presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Agricultura de Conservaci¨®n (AEAC), dice que la sequ¨ªa, tarde o temprano, termina y el agua vuelve a caer. El suelo, sin embargo, se agota y ya no hay marcha atr¨¢s. Y, seg¨²n Gil, es un problema que preocupa a muy pocos todav¨ªa. "El suelo no se recupera", alerta este profesor de la Escuela de Agr¨®nomos de la Universidad de C¨®rdoba (UCO).
El hombre lleva miles de a?os viviendo de la tierra, de trabajarla para que d¨¦ sus frutos. Pero el agotamiento de los suelos, en opini¨®n del presidente de AEAC, se ha disparado en el ¨²ltimo medio siglo.
Una tierra con una cubierta vegetal se sigue identificando como signo de dejadez
En los a?os sesenta, la maquinaria agr¨ªcola sustituy¨® a los arados tradicionales de tracci¨®n animal. Las palas entran m¨¢s en la tierra, los productos qu¨ªmicos hacen que aumenten las cosechas, el suelo no reposa... El resultado, como explica Gil, es una tierra que acabar¨¢ yerma. Este proceso se acelera en los campos del Sur de la Pen¨ªnsula debido a la falta de agua. Gil sit¨²a las zonas de m¨¢s riesgo en Almer¨ªa, Murcia y parte de la provincia de Granada.
Esta semana se ha celebrado en C¨®rdoba el Congreso Internacional sobre Agricultura de Conservaci¨®n, que organiza la AEAC y que ha reunido a unos 400 investigadores y agricultores que han compartido sus experiencias.
Esta asociaci¨®n naci¨® en 1995 ligada a los estudios que se realizan en la Escuela de Agr¨®nomos de la Universidad cordobesa. Gil Ribes, su presidente, es profesor de este centro, pionero en la investigaci¨®n sobre agricultura sostenible.
Seg¨²n sus c¨¢lculos, en Espa?a hay alrededor de tres millones de hect¨¢reas que se explotan con t¨¦cnicas de agricultura de conservaci¨®n, que pretende mantener los ritmos actuales de producci¨®n de mercado intentando rebajar las agresiones y la sobreexplotaci¨®n de los suelos. En Europa, hay unos 16 millones de hect¨¢reas y, en Andaluc¨ªa, llegan a las 700.000. El cultivo m¨¢s numeroso en nuestra regi¨®n es el olivar, unas 300.000 hect¨¢reas de este ¨¢rbol le?oso est¨¢n en este tipo de r¨¦gimen.
La comunidad aut¨®noma que tiene un porcentaje mayor explotado con t¨¦cnicas de conservaci¨®n es Castilla y Le¨®n. Gil Ribes explica que, principalmente, se debe a razones econ¨®micas y no tanto a una mayor concienciaci¨®n con el medio ambiente.
La agricultura de conservaci¨®n, fundamentalmente, consiste en no limpiar los restos de la cosecha tras la recogida. Es decir, que estos restos org¨¢nicos se conviertan en un manto de protecci¨®n para la tierra. Esto, l¨®gicamente, supone un abaratamiento tanto en los costes de mano de obra como de maquinaria.
Las explotaciones agrarias de Castilla y Le¨®n son, generalmente, peque?as y sus propietarios tienen que ajustar al m¨¢ximo los m¨¢rgenes. La Uni¨®n Europea, adem¨¢s, ofrece subvenciones espec¨ªficas para los campesinos que opten por este tipo de agricultura.
La cubierta vegetal contribuye, seg¨²n el presidente de la AEAC, a que el suelo est¨¦ protegido de la lluvia, el viento y las radiaciones solares. Este tipo de t¨¦cnicas se llevan aplicando desde los a?os 30, pero Gil sostiene que hasta hace poco eran pr¨¢cticamente ignoradas en Andaluc¨ªa.
El presidente de la AEAC recuerda como, hace unos a?os, uno de los catedr¨¢ticos de la Universidad de C¨®rdoba experiment¨® t¨¦cnicas de conservaci¨®n en una finca de su pueblo. "El problema fue que las tierras estaban al lado de una carretera, donde todos pod¨ªan verlas". Al final, cansado de que la gente le recriminara que tuviera aparentemente descuidada su parcela, el profesor desisti¨®.
En opini¨®n de Gil, las t¨¦cnicas de agricultura de conservaci¨®n no terminan de calar entre los agricultores por una cuesti¨®n cultural. En el campo, unas tierras con una cubierta vegetal se siguen identificando con un signo de dejadez por parte del propietario. "Se sigue considerando un rasgo de suciedad", afirma este profesor cordob¨¦s.
Al margen de consideraciones est¨¦ticas, tambi¨¦n hay razones pecuniarias, ya que la mayor¨ªa de la maquinaria que se vende actualmente no est¨¢ preparada para este tipo de cultivo. Sin embargo, Gil dice que los costes de gas¨®leo, por ejemplo, se reducen hasta un 30%.
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