A mitad de mandato en Catalunya
El autor repasa los resultados de sus dos primeros a?os al frente de la Generalitat y explica que su Gobierno est¨¢ m¨¢s volcado en solucionar los problemas sociales y econ¨®micos en Catalu?a que en la reforma del Estatuto, de la que se ocupan los Parlamentos.
Hace seis a?os justos, en noviembre de 1999, comenz¨® un mandato en que el presidente de la Generalitat no pod¨ªa perderse una sola votaci¨®n, porque si faltaba ese voto perd¨ªa la mayor¨ªa -empat¨¢bamos a 67 votos-. Para colmo, a los pocos meses el PP sacaba mayor¨ªa absoluta en Espa?a y el pacto CiU/PP quedaba absolutamente en manos de los populares. Fue entonces cuando Pujol decidi¨® pr¨¢cticamente retirarse de hecho y dejar el Gobierno en manos de un primer ministro no previsto en la legislaci¨®n. M¨¢s candidato que ministro, ese Primer Consejero fue apoyado por Rajoy y Rato para sacar a flote una econom¨ªa que sin embargo qued¨® endeudada como nunca antes. Hemos tardado dos a?os en sanearla.
Hace falta un m¨ªnimo de dos mandatos completos para dar un vuelco real a la situaci¨®n
Es evidente que nadie deber¨ªa sentirse inc¨®modo con un Estatut que tiene que durar a?os
Ahora, la mayor¨ªa de centro izquierda tiene una ventaja suficiente (74 esca?os a 61). Las finanzas est¨¢n saneadas. Hemos aprobado un presupuesto de cerca de 30.000 millones de euros (equivalentes a cinco billones de las antiguas pesetas). Estamos invirtiendo como nunca antes en barrios, escuelas y centros de salud, y en polic¨ªa auton¨®mica y sistema penitenciario. Somos una comunidad que empieza a parecerse a un pa¨ªs de verdad, responsable del 80 % del gasto p¨²blico no financiero (sin seguridad social) y encantado de pertenecer a un Estado espa?ol moderno, que pesa en el mundo como nunca antes, desde 1898 para ac¨¢.
Encima hemos cambiado en dos a?os nuestra ley fundamental, el Estatut de Catalunya. No era f¨¢cil: 25 a?os despu¨¦s no era sencillo atreverse a modificar por vez primera una de las cinco piezas iniciales del Estado espa?ol de las autonom¨ªas: Constituci¨®n, Ley Electoral, Ley del Tribunal Constitucional, Estatuto Vasco y Estatut de Catalunya.
A mitad de mandato, una constataci¨®n: nunca se hizo tanto en tan poco tiempo. En el Gobierno y en el Parlament.
Conf¨ªo en que antes del verano de a?o que viene se apruebe el nuevo Estatut en Cortes para ser refrendado por el pueblo de Catalunya. Y espero que la opini¨®n p¨²blica vaya entendiendo que la Constituci¨®n necesita los cambios propuestos por el Gobierno espa?ol a la consideraci¨®n del Consejo de Estado: igualdad de sexos en la sucesi¨®n a la Corona, denominaci¨®n de las autonom¨ªas creadas desde 1979 y ausentes a¨²n de la Carta Magna, Senado de las autonom¨ªas y no de las provincias, y reconocimiento de lo que hicimos ya desde 1986: formamos parte de la Uni¨®n Europea. Ya va siendo hora de decirlo en los textos legales correspondientes.
Esa aceleraci¨®n de la historia entiendo que pueda producir un cierto v¨¦rtigo. A m¨ª lo que me produce p¨¢nico es el escenario contrario, el de la progresiva p¨¦rdida de la fibra pol¨ªtica en este pa¨ªs, en Catalunya y en Espa?a, si no atendemos a las exigencias del d¨ªa, si llegamos tarde a la cita con la historia, como est¨¢ pasando en Europa.
El reciente debate en el Senado con los 17 presidentes auton¨®micos ha sido un buen punto de partida para relanzar los segundos 25 a?os de la Espa?a de las autonom¨ªas.
Despu¨¦s de o¨ªr a los presidentes auton¨®micos, el presidente del Gobierno espa?ol dej¨® claro que las tres nacionalidades hist¨®ricas a las que se refer¨ªa la Constituci¨®n en la disposici¨®n final segunda tienen una geograf¨ªa pol¨ªtica distinta de las dem¨¢s y no se adaptan al esquema general de aprobaci¨®n o modificaci¨®n de los Estatutos por acuerdo entre los dos grandes partidos espa?oles.
Creo que no es s¨®lo un problema o un tema de distintas configuraciones partidarias. Tales configuraciones son distintas por la existencia de un acusado sentido de identidad nacional en esas comunidades. Porque son naciones en el seno de la naci¨®n plural que es Espa?a. Y ese dato es previo al hecho de la configuraci¨®n partidaria. Es su causa.
Es pronto todav¨ªa para saber en qu¨¦ va a quedar el texto del Estatuto de Catalunya y, en su d¨ªa, el de la Constituci¨®n. Para cambiar el primero no se precisa hoy por hoy de la aquiescencia del partido de la oposici¨®n. Para cambiar la Constituci¨®n s¨ª.
Ser¨ªa conveniente en todo caso una buena inteligencia o acercamiento de posiciones con la oposici¨®n. Porque el Estatuto no est¨¢ hecho para ir cambiando seg¨²n las mayor¨ªas contingentes del Parlamento espa?ol. Y no cambiar¨¢ con ellas. Sin embargo, es evidente que nadie deber¨ªa sentirse inc¨®modo con un Estatuto que tiene que durar a?os.
El dualismo nacionalidades/regiones debe tener un reflejo expl¨ªcito y circunstanciado, en el plano estatutario y a poder ser en el constitucional, como propon¨ªa en su d¨ªa el actual presidente del Consejo de Estado sugiriendo que la Constituci¨®n en su art¨ªculo segundo reconociera que dentro de la unidad de Espa?a caben, existen, las comunidades nacionales de Catalunya, Euskadi y Galicia, as¨ª como la foral de Navarra.
El problema es de matiz, porque hay que resolver qu¨¦ distingue a las nacionalidades creadas por la Constituci¨®n de las creadas por los Estatutos. Qu¨¦ diferencia hay entre los territorios de la disposici¨®n final segunda de la Constituci¨®n, nacionalidades en sentido hist¨®rico fuerte, y las otras autonom¨ªas que se han autodenominado nacionalidades en sus Estatutos, con la aprobaci¨®n general, como es el caso de Arag¨®n, Comunidad Valenciana, Baleares y Canarias, y en el futuro probablemente Andaluc¨ªa.
No es bueno que esas precisiones, necesarias para la estabilidad de nuestro sistema pol¨ªtico y la tranquilidad de unos y otros, de todos, queden escondidas en un par de disposiciones finales de la Constituci¨®n.
Todo esto son matices, pero ?qu¨¦ matices!
Nosotros, en Catalunya, y por una mayor¨ªa muy convincente, del 89% de los diputados del Parlament, hemos optado por denominar naci¨®n a Catalunya, en l¨ªnea con el pensamiento de los federalistas castellanos y su "Espa?a, naci¨®n de naciones".
Tambi¨¦n puede pensarse, y algunos lo creen, que puesto que todo ha ido bien, como nunca antes en nuestra atribulada historia contempor¨¢nea, mejor "no meneallo": dejar las cosa como est¨¢n.
Ya he dicho que dejar las cosas como est¨¢n me parecer¨ªa prueba de falta de coraje pol¨ªtico. Y a?ado, falta de la elemental prudencia que se nos exige en un mundo en que todo est¨¢ cambiando. En ese entorno, quedarse en unos principios generales de igualdad faltos de proximidad y calor, puede acabar generando un sorprendente vac¨ªo pol¨ªtico. Tenemos ejemplos cercanos y dram¨¢ticos, que pueden repetirse aqu¨ª.
La devolution francesa es incompleta: frente a los 150.000 empleados p¨²blicos de la Generalitat de Catalunya... Aquitania y Midi Pyren¨¦es tienen 4.000 cada una. Y la banlieue parisina es un oc¨¦ano de dif¨ªcil gobernaci¨®n. Ya s¨¦ que no es popular hablar de grandes n¨²meros de funcionarios. Pero el problema no es tanto el n¨²mero como su proximidad o no al usuario de los servicios p¨²blicos y lo que los brit¨¢nicos llaman su contabilizaci¨®n y control por los resultados y por el p¨²blico (accountability).
Hay que moverse con los tiempos. El Estado lejano tiene cosas que hacer, pero hay cosas que debe dejar de hacer, porque o ya las hace Europa -que tiene moneda y pol¨ªticas de cohesi¨®n y de i+d, y pronto tendr¨¢ defensa -o las hace la regi¨®n, o la ciudad.
Llegados a este punto quiero dejar algo muy claro. No estoy dispuesto a admitir que las cuestiones relativas al Estatut y a las identidades, cuestiones trascendentes, sin duda, puedan ocupar por completo el mandato de mi Gobierno.
Mi Gobierno est¨¢ centrando sus presupuestos en la educaci¨®n y la salud, en los barrios (esos barrios que estallan en Francia y pueden estallar aqu¨ª), en la seguridad, la justicia y las prisiones (estamos haciendo cinco y haremos tres m¨¢s en adelante), en las infraestructuras y la tecnolog¨ªa, en la investigaci¨®n y el desarrollo de nuevos productos.
Hace unos d¨ªas visit¨¦ dos empresas internacionales en la comarca del Vall¨¨s: Roche (qu¨ªmico farmac¨¦utica) y Hewlett Packard (sistemas inform¨¢ticos). Est¨¢n en la punta de la tecnolog¨ªa. Se han convertido en cabeceras de un sistema internacional de producci¨®n. No se han dormido. Ejemplos contrarios los hay, como el de la desaparecida planta de componentes electr¨®nicos de ATT en Tres Cantos. El tiempo no corre, vuela. El que no va adaptando su tecnolog¨ªa y su gama de productos y servicios a los que realmente sabe hacer y puede hacer, est¨¢ perdido.
Hay muestras de que sabemos adaptarnos. Espero que tanto en la econom¨ªa como en la pol¨ªtica.
El d¨ªa 22 se inaugura oficialmente en la Universidad Polit¨¦cnica de Catalunya un ordenador que lleva por nombre Mare Nostrum y es el m¨¢s potente de Europa (y el cuarto m¨¢s potente del mundo).
Tenemos a la vuelta de la esquina, en Toulouse, la f¨¢brica del Airbus, la m¨¢s importante del mundo en aeron¨¢utica. En eso los franceses, con ingleses, alemanes y espa?oles colaborando con sus plantas complementarias, est¨¢n en la vanguardia mundial.
Por cierto: cuando pregunt¨¦ el porqu¨¦ de la ubicaci¨®n de esa planta, despu¨¦s de la guerra mundial, en Toulouse, la respuesta fue tajante: era el punto m¨¢s alejado de la frontera alemana. Y hoy es el orgullo tecnol¨®gico de la Europa unida. Y punto cardinal de una Eurorregi¨®n emergente, la del Pirineo Mediterr¨¢neo, que con Marcelino Iglesias, el presidente Matas y las regiones francesas queremos conectar en todos los sentidos de lado a lado de la cordillera y del mar para convertirla en una de las m¨¢s avanzadas del continente.
Queremos dotarla tambi¨¦n de una conexi¨®n el¨¦ctrica que d¨¦ salida a los excedentes franceses y respuesta a nuestras demandas. Y tener buena sinton¨ªa con la Comunidad Valenciana, a la que tantas cosas nos unen -en mi caso el 50% de la sangre que corre por mis venas-.
La parte espa?ola de esa Eurorregi¨®n ampliada (Catalunya, Valencia y Baleares, no Arag¨®n) es la ¨²nica porci¨®n del Estado que contribuye a la hacienda com¨²n en t¨¦rminos netos, adem¨¢s de la Comunidad de Madrid, que ya tiene sus compensaciones como explicaba con gracia incomparable en el Senado el presidente de Cantabria.
Nuestras infraestructuras son insuficientes en muchos aspectos. En Catalunya pasan todas por un ?rea Metropolitana de Barcelona cada vez m¨¢s congestionada. El eje transversal L¨¦rida-Tarragona-Gerona est¨¢ colapsado, ni siquiera es una autov¨ªa.
El aeropuerto de Barcelona, lo dicho: no sirve para ir non stop a Am¨¦rica. La alta velocidad, hasta hace dos d¨ªas, no estaba prevista m¨¢s que de Madrid a ciertas capitales de provincia: Valencia/Barcelona, o Barcelona/ Bilbao, o Bilbao/Santander/Asturias no exist¨ªan en la mente del Gobierno de Aznar.
Hay que cambiar todo esto. Y est¨¢ cambiando. Pero hacen falta un m¨ªnimo de dos mandatos completos para dar un vuelco real a la situaci¨®n. En eso est¨¢ mi Gobierno. En el Estatut por supuesto, pero en eso m¨¢s a¨²n, y en los barrios. Del Estatut ya se cuidan los Parlamentos. Es un tema que supera al Gobierno: no es tripartito, es cuatripartito. Con vocaci¨®n de convencer al quinto.
Solo llevamos medio mandato de Gobierno. Hacen falta dos mandatos.
Pasqual Maragall es presidente de la Generalitat de Catalu?a.
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