Cuando el vino es una pasi¨®n
A los barceloneses les cuesta desplazarse fuera de su ciudad para ir a un restaurante, y no saben lo que se pierden no s¨®lo por la calidad de la cocina, sino por salir de la urbe y respirar otros aires, contemplar un paisaje, ba?ado estos d¨ªas de toda la gama de ocres y dorados, o conducir por una carretera serpenteante y contemplar una puesta de sol que amenaza viento, con todos sus rojos y granates. Uno llega a la ciudad reconfortado, como si le hubieran dado una inyecci¨®n de energ¨ªa y a la vez de serenidad. Eso es m¨¢s o menos lo que me pas¨® el otro d¨ªa en el restaurante Cal Xim, en Sant Pau d'Ordal, en el coraz¨®n del Pened¨¨s. All¨ª, aparte de comer bien, uno puede quedar pasmado ante la oferta de vinos. Yo dir¨ªa que la comida es la excusa para beber. Cal Xim es el para¨ªso del vino y el cava. Sus clientes lo saben y por eso se llena cada mediod¨ªa de en¨®logos que hacen un alto en su jornada en las bodegas del Pened¨¨s. Qu¨ªmicos, bodegueros, payeses, expertos en vino o simplemente turistas que hacen la ruta por esta comarca y les han recomendado el restaurante para disfrutar de una cocina sencilla acompa?ada de unos buenos caldos. La lista es larga y uno se puede perder si no va un poco preparado. Pero no se preocupen: Jordi Peronella, el sumiller de Cal Xim, les sabr¨¢ indicar lo que les conviene.
En el coraz¨®n del Pened¨¨s el restaurante Cal Xim permite disfrutar de una cocina sencilla acompa?ada de unos buenos caldos
Santi y Fidel Amig¨® son el alma de Cal Xim. Fidel est¨¢ frente de las brasas; a Santi lo encontrar¨¦is casi siempre charlando con alg¨²n cliente, recomendando este plato o explicando las excelencias de este vino o, simplemente, metiendo baza en cualquier tema donde entren los caldos. Santi conoce a medio mundo relacionado con el vino porque todos, alguna vez, han hecho parada y fonda en su restaurante. Cal Xim es ya una referencia para los que visitan bodegas o se pasean por las vi?as del Pened¨¨s.
Cal Xim es un restaurante para ir sin prisa, para digerir tranquilamente mientras se habla de todo y de nada. Est¨¢ abierto cada mediod¨ªa excepto los domingos. Por la noche s¨®lo abre los viernes porque los hermanos Amig¨® valoran la vida de familia y la tranquilidad. Aunque los buenos clientes acostumbran a salir de su restaurante a las seis de la tarde, con la digesti¨®n casi resuelta, lo que tambi¨¦n garantiza que los efectos del vino se han aplacado lo suficiente como para coger el coche y regresar a casa con dignidad.
El nombre de Cal Xim le viene del mote del abuelo. Hace 32 a?os que los padres de Fidel y Santi abrieron este local como un bar de pueblo, el de Sant Pau d'Ordal. Poco a poco el bar se convirti¨® en fonda para los trabajadores de la zona. Diez a?os m¨¢s tarde, en 1984, Santi llegaba de la mili y con la misma calma de sus padres ¨¦l y su hermano transformaron el negocio en un restaurante donde la clave es el vino y todo lo que lo rodea. En Cal Xim el cliente encontrar¨¢ cerca de 700 referencias de vinos y cavas, desde el m¨ªtico L'Ermita de ?lvaro Palacios, a 1.100 euros la botella, hasta el m¨¢s modesto caldo de una bodega del Pened¨¨s, que se bebe por 12 euros y que sabe a gloria porque est¨¢ elaborado con amor. "Los peque?os bodegueros saben que tienen lo mejor", afirma Santi. "Son gente con la mente abierta, que se mueve para vender, que pone toda su pasi¨®n en lo que hace y se nota cuando lo pruebas". Santi divide el sector del vino en dos: la gente apasionada y los que elaboran vino como podr¨ªan fabricar muebles, porque s¨®lo son empresarios.
Santi se r¨ªe del supuesto boicoteo al cava catal¨¢n y de la puesta en escena del presidente del PP, Mariano Rajoy, pidiendo a Espa?a que compre productos catalanes. "Si preguntas a una bodega peque?a te dir¨¢n que ellos han subido porque en todo caso el supuesto boicoteo s¨®lo es en las capas de venta baja; es decir, en las grandes superficies. A una persona que ame el vino le importan un r¨¢bano los entresijos del Estatut y seguir¨¢ pidiendo calidad".
Estamos sentados a una mesa ante las ventanas que dan a la plaza del pueblo. El sol se filtra entre las hojas de los pl¨¢tanos, de un dorado casi incandescente. En la repisa de la ventana, unas begonias de color cereza contrastan con el incipiente crep¨²sculo. Santi nos indica c¨®mo hemos de comer el queso Torta de la Serena, c¨®mo hemos de beber el Merlot 2002 de Jean Le¨®n, la gracia del agua mineral de Vilajuiga, del aceite de Avinyonet del Pened¨¨s, del ¨¤nec mut de esta comarca o del delicioso vinagre F¨®rum, de las bodegas Augustus, de El Vendrell. No hay prisa en Cal Xim, y para tomar el caf¨¦ bajamos a la bodega, convertida en un peque?o comedor privado. All¨ª, rodeados de botellas por todas partes, Santi se emociona hablando. "El vino es algo vivo, que llena los sentidos. Si saliera siempre igual ser¨ªa coca-cola. El vino debe producir un recuerdo que incita a beber, aunque no a beber para calmar la sed". A Santi le duele que los bodegueros no se muevan m¨¢s. "Han cuidado mucho la tierra y la elaboraci¨®n, pero falla la venta, la promoci¨®n. Pocos saben que para conseguir vender L'Ermita, ?lvaro Palacios se pas¨® a?os yendo de restaurante en restaurante, por toda Europa, hasta que alguien se fij¨® en su vino". Y as¨ª seguimos hablando hasta que el sol ya casi desaparece. Atravesamos los vi?edos, que a esta hora son como una enso?aci¨®n, hasta que llegamos a la autopista, que nos devuelve a la realidad.
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