Manuel Vicent funde memoria e imaginaci¨®n para extraer literatura en 'Ver¨¢s el cielo abierto'
El escritor presenta su ¨²ltimo libro en Valencia, junto a Ferran Torrent y Rosanna Pastor
"Todo es material de derribo". Dice Manuel Vicent de sus recuerdos con los que ha tejido su nuevo libro Ver¨¢s el cielo abierto (Alfaguara), escrito desde la experiencia de los a?os, desde la melancol¨ªa, que no "aburrida nostalgia". "Hasta que la memoria y la imaginaci¨®n no se entrecruzan, no se confunden, no se convierten en materia literaria", explica el escritor valenciano sobre el proceso que ha seguido. Todo lo que cuenta pas¨®, pero la evocaci¨®n de los hechos acontencidos muchos a?os atr¨¢s est¨¢ tamizada por la imaginaci¨®n que cubre los agujeros del paso del tiempo.
Son personajes de carne y hueso. Su padre, su madre, sus t¨ªos, sus amigos, el vecino que se qued¨® esperando la visita de P¨ªo Baroja y su hija, por la que todos beb¨ªan los vientos, la bella Amparo. Muchos de ellos ya han salido en los libros anteriores del autor m¨¢s autobiogr¨¢ficos, como Contrapara¨ªso, centrado en la infancia de Vicent, Tranv¨ªa a la Malvarrosa, orientado a la adolescencia, y Jardines de Villa Valeria, instalado en las vivencias adultas del autor, nacido en 1936 en la castellonenses Vilavella.
Ver¨¢s el cielo abierto viene a ser la narraci¨®n que se sit¨²a en la madurez, a trav¨¦s de la cual se recuerdan los episodios de una vida. "Pero he elegido aquello con lo que el lector se puede reconocer. Al fin y al cabo con cosas que le han pasado a mucha gente", apunta el escritor, horas antes de presentar la obra en una concurrida Casa del Llibre de Valencia, en compa?¨ªa del escritor Ferran Torrent y de la actriz Rosanna Pastor.
El origen del libro se remonta a una tarde del final de verano, mientras mira al mar y echa su vista atr¨¢s. Y ve, por ejemplo, a su vecino, el conocido music¨®logo Eduardo Ranch, que estableci¨® una larga relaci¨®n epistolar con P¨ªo Baroja, por el que sent¨ªa devoci¨®n. Ranch le invit¨® a visitar su gran mas¨ªa de Vilavella y el escritor vasco prometi¨® que lo har¨ªa. Se prepar¨®, entonces, una habitaci¨®n a prop¨®sito, pero Baroja nunca lleg¨®.
Vicent lo recuerda todo, aun cuando s¨®lo era un ni?o. El escritor valenciano sostiene que, al final, Baroja se lleg¨® a enamorar de la hija de su frustrado anfitri¨®n. Se basa en los comentarios siempre respetuosos pero constantes que se reflejan en las cartas del escritor. Amparo visitaba de vez en cuando a Baroja en Madrid. Tambi¨¦n el escultor Andreu Alfaro cay¨® rendido a los pies de la entonces adolescente, a?ade divertido Vicent.
La larga espera de Ranch tiene algo de El Jard¨ªn de los cerezos, de Chejov, y mucho de posible argumento para una novela, apostilla. De momento, el autor y columnista de EL PA?S ha introducido el episodio en su ¨²ltimo libro, que ha entregado a Amparo Ranch. Lo cuenta esbozando media sonrisa melanc¨®lica, que se convierte en una expresi¨®n de vehemente expectaci¨®n ante la opini¨®n sobre su obra de quien es un personaje de la misma y una evocaci¨®n inalcanzable de su infancia.
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