Un buen retrato

Era austero hasta la parodia, no beb¨ªa, no fumaba y com¨ªa la comida m¨¢s sana que encontraba, y, sin embargo, se lo llev¨® malamente por delante un c¨¢ncer de ¨¦sos de fumador compulsivo.

Era un aut¨¦ntico creador, y, sin embargo, su nombre no dice nada al gran p¨²blico, por mucho que, sin duda alguna, ninguna de las docenas de pel¨ªculas en las que intervino hubiese sido lo mismo sin su callado trabajo.

Pablo G. del Amo, montador y hombre insobornablemente de izquierdas, por m¨¢s que su pesimismo le llevase a desconfiar de muchos, muri¨® hace unos meses, en medio del rodaje de este documental que Diego Gal¨¢n, en un emocionante gesto de amigo y compinche, dedica a su trayectoria.

Es el de Gal¨¢n un empe?o de ¨¦sos que rinde justicia a la trayectoria de un hombre callado, que aprendi¨® montaje en la c¨¢rcel, mientras cumpl¨ªa sentencia por su militancia, y que llev¨® su compromiso personal y art¨ªstico hasta sus ¨²ltimas consecuencias: el mero hecho de ponerse ante una c¨¢mara en los d¨ªas finales de su vida no puede verse m¨¢s que como el deseo de divulgar una obra tanto tiempo silenciada y dar a conocer un oficio sin el cual, sencillamente, las pel¨ªculas no son narraciones coherentes, sino celuloide pegado trozo a trozo.

Pel¨ªcula honesta, hecha con cari?o y respeto, Pablo G. del Amo es algo que no se suele ver mucho por las salas de cine: un documental biogr¨¢fico que aporta mucha luz sobre algo y alguien poco conocidos, que da la palabra a un impresionante elenco de gentes del cine espa?ol de las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas, y que quedar¨¢ para el futuro como el recordatorio de un profesional ejemplar y de un amigo imprescindible.