El jefe del Likud se enfrenta a su partido para seguir en el cargo
Ariel Sharon ha salido airoso de aprietos de muy dif¨ªcil escapatoria. Y ahora nada hay m¨¢s lejos de su mente que rendirse, a pesar de la revuelta interna en su partido, el Likud, y de la amenaza de abandono de los ministros laboristas de su Gobierno. No hay todav¨ªa fecha para las primarias de su formaci¨®n. Y pocos conocen sus verdaderas intenciones. Lo m¨¢s plausible es que luche por ser el cabeza de lista, pero las especulaciones acerca de que Arik, como se conoce al jefe del Ejecutivo, se decida por la fundaci¨®n del en¨¦simo partido israel¨ª no terminan de desvanecerse.
Ya tuvo que dimitir como ministro de Defensa por la matanza de cientos o miles de civiles en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, en Beirut, en septiembre de 1982. Una comisi¨®n oficial israel¨ª le atribuy¨® la responsabilidad indirecta, por ofrecer cobertura a las falanges cristianas libanesas que perpetraron la salvajada. Por cr¨ªmenes de guerra fue imputado en B¨¦lgica. Fuentes jur¨ªdicas muy pr¨®ximas al caso aseguran que Estados Unidos lleg¨® a presionar al Gobierno belga con la retirada de la sede de la OTAN, en la ciudad de Mons, si se procesaba a Sharon. Sobrevivi¨®. Despu¨¦s ha sido ministro de Infraestructuras, a cargo de la construcci¨®n y expansi¨®n de colonias en territorios ocupados. Y m¨¢s tarde, en 2003, alcanz¨® la jefatura del Gobierno. No desea, a sus 77 a?os, apearse del cargo.
A Sharon le ha venido como anillo al dedo la espantada de los laboristas para afrontar la rebeli¨®n de sus correligionarios, organizada por Benjam¨ªn Netanyahu y Uzi Landau, que ahora est¨¢n descolocados ante las primarias, que no pueden demorarse. La reuni¨®n, anteanoche, de los diputados del Likud fue tormentosa. Los llamamientos a la unidad de algunos legisladores rebeldes, que temen la fuga de Sharon, han ca¨ªdo en saco roto.
Hipocres¨ªa en sus filas
"Hac¨ªa una temporada que no ve¨ªamos semejante atm¨®sfera de hipocres¨ªa en el grupo parlamentario", comentan los partidarios de Sharon. Roni Bar-On, fiel al primer ministro, dice que los supuestos deseos de cerrar filas de los rebeldes le hacen necesitar "una bolsa para vomitar". Y mientras, Sharon guarda silencio. Un mutismo que saca de quicio a alguno de sus contrincantes. "Es il¨®gico y no es razonable que el presidente del Likud no haya dicho todav¨ªa si va competir por la candidatura del partido", razona Landau. Los seguidores del jefe del Ejecutivo, como si nada. Prosiguen sembrando dudas sobre una eventual fuga de su patr¨®n para fundar otro partido pol¨ªtico. Pero tambi¨¦n se muestran confiados. Un sondeo del diario Haaretz otorgaba a Sharon casi 20 puntos de diferencia sobre Netanyahu, su principal adversario, que de momento no renuncia a la batalla.
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