Adi¨®s al gran capit¨¢n

Roy Keane, de 34 a?os, siempre fue amigo de las decisiones dr¨¢sticas. Cuando era s¨®lo un chaval, le dijeron que era demasiado bajito y demasiado delgado, que no podr¨ªa jugar al f¨²tbol. Se enfad¨®. Maldijo en voz baja su cuerpo. Y se dedic¨® a descargar barriles de cerveza hasta que se convirti¨® en un fornido centrocampista, en el germen del jugador que capitanear¨ªa durante 12 temporadas al Manchester United. Keane, con siete Ligas y una Copa de Europa en su palmar¨¦s, nunca abandon¨® su afici¨®n por los giros radicales: el norirland¨¦s anunci¨® ayer, de mutuo acuerdo con su club -con el que terminaba contrato en junio- que ya no defender¨¢ m¨¢s su camiseta. En medio, decenas de t¨ªtulos, miles de pol¨¦micas y su ¨²ltimo grito en un vestuario cansado de escucharle: hace menos de un mes, la televisi¨®n del club tuvo que censurar una entrevista al centrocampista por sus duras cr¨ªticas a los compa?eros.

"Ha sido un gran privilegio y un gran honor jugar en el United durante las ¨²ltimas 12 temporadas", dijo Keane ayer a manutd.com, la p¨¢gina web del club. "Aunque es muy triste para m¨ª dejar a un club y un m¨¢nager [Alex Ferguson] tan grandes, creo que la hora del cambio ha llegado para m¨ª", continu¨® el jugador, lesionado en un pie y por el que podr¨ªa estar interesado en el Celtic de Glasgow escoc¨¦s. "Con efecto inmediato, Keane es libre para firmar un contrato [con otro club] que le permita asegurar su carrera", explic¨® el United, que ha renovado a Cristiano Ronaldo hasta 2010.

"Roy ha sido un fant¨¢stico servidor de este club", dijo Alex Ferguson, el m¨¢nager del Manchester, siempre dispuesto a proteger a Keane, incluso cuando ¨¦ste admiti¨® haber lesionado voluntariamente a Halaand, del City, como venganza por su propia lesi¨®n de rodilla. "Es el mejor centrocampista de su generaci¨®n en el mundo, y una de las m¨¢s grandes figuras en la ilustre historia del club".

La vida de Keane, el chico que escribi¨® a casi todos los clubes de la Premier en busca de una oportunidad que nunca llegaba, da para mucho. Para escribir una autobiograf¨ªa convertida en bestseller, por ejemplo. O para protagonizar I, Keano, la obra de teatro que recoge su despedida de la selecci¨®n irlandesa, cuando llam¨® "pajillero" e "in¨²til" al seleccionador. Se marcha Keane y, con ¨¦l, lo hace una ¨¦poca, la del gran Manchester de los 90, un equipo construido alrededor de su m¨²sculo y su capacidad para unir las dos ¨¢reas. Un equipo que temblaba cada vez que abr¨ªa la boca: "La primera oferta de renovaci¨®n me molest¨®. No soy tan naif como para admitir menos de lo que valgo", dijo en 1999. "Nuestros seguidores prefieren los sandwiches de jam¨®n antes que apoyarnos", se quej¨® m¨¢s tarde. "No pedimos milagros, pero algunos de los j¨®venes deber¨ªan levantarse, ponerse firmes y no esconderse", avis¨® en 2002. Algo parecido le dijo a la televisi¨®n del club hace un mes. Por eso se va. Como buen ex boxeador, ya se hab¨ªa despedido pegando, en octubre, durante un encuentro con hinchas del club: "Llega un momento en el que uno tiene que cambiar de equipo. Y una o dos personas piensan que deb¨ª hacerlo hace un a?o".