Atm¨®sfera irrespirable
La estructura del Estado no aparece nunca entre las preocupaciones ciudadanas en ninguno de los estudios de opini¨®n que regularmente se publican. En ninguna comunidad aut¨®noma. Pero es as¨ª no porque los ciudadanos no sean conscientes de la importancia que la estructura del Estado tiene para sus vidas, sino por todo lo contrario. La estructura del Estado no tiene la condici¨®n de un problema, del que los ciudadanos se preocupen, como puede ser el desempleo, la inseguridad ciudadana o la inmigraci¨®n. Y no la tiene, porque es la premisa a partir de la cual ¨²nicamente es posible dar respuesta de una manera ordenada y pac¨ªfica a todos los problemas que se nos plantean en la convivencia. La estructura del Estado es lo indiscutible con base en lo cual se puede discutir, de manera ordenada y pac¨ªfica reitero, todo lo dem¨¢s.
La estructura del Estado es como el aire que respiramos. No le prestamos atenci¨®n hasta que nos falta o hasta que los niveles de contaminaci¨®n resultan alarmantes. Como el aire, la estructura del Estado siempre tiene que soportar un determinado grado de contaminaci¨®n, pero mientras los niveles de dicha contaminaci¨®n se mantienen dentro de determinados par¨¢metros, nos despreocupamos de ella. No existe como problema. Cuando el grado de contaminaci¨®n resulta alarmante, la preocupaci¨®n ciudadana por este problema desborda a la que se tiene por todos los dem¨¢s y provoca un deterioro en la convivencia que ning¨²n otro problema es capaz de generar. Con mucha diferencia.
Esto es lo que revela el sondeo del CIS realizado entre el 21 y el 28 de octubre, cuyos resultados hemos conocido esta semana y que ¨²nicamente por el tono del debate generado por la aprobaci¨®n del proyecto de reforma del Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a se puede explicar. La atm¨®sfera pol¨ªtica est¨¢ tan contaminada, que empieza a resultar dif¨ªcil respirar. Aqu¨ª no gana nadie y pierden todos o, mejor dicho, perdemos todos. La confianza en el presidente del Gobierno se desploma, pero la del l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n tambi¨¦n. La valoraci¨®n de la gesti¨®n del Gobierno se hunde, pero la valoraci¨®n de la oposici¨®n del PP tambi¨¦n. Incluso se deteriora la percepci¨®n que se tiene de la situaci¨®n econ¨®mica, a pesar de que objetivamente es buena y de que los datos del crecimiento de la econom¨ªa espa?ola est¨¢n siendo actualizados al alza trimestre a trimestre.
Tengo la impresi¨®n de que vamos a vivir en esta atm¨®sfera contaminada hasta que despeje la inc¨®gnita de la negociaci¨®n entre la Comisi¨®n Constitucional del Congreso de los Diputados y la delegaci¨®n del Parlamento de Catalu?a, y que el nivel de contaminaci¨®n aumentar¨¢ o disminuir¨¢ en funci¨®n de cu¨¢l sea el resultado de dicha negociaci¨®n. Si de la negociaci¨®n sale un texto com¨²nmente aceptado, la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica descender¨¢ de manera r¨¢pida y claramente perceptible. Si no se llega a un acuerdo, entonces, como le gusta recordar a Miguel ?ngel Aguilar, la ley de la gravedad no es nada para lo que nos espera.
Mientras llega ese momento, ser¨ªa conveniente recordar que los art¨ªculos 148 y 149 de la Constituci¨®n, a trav¨¦s de los cuales se delimita el marco para la distribuci¨®n de competencias entre el Estado y las comunidades aut¨®nomas no est¨¢ siendo sometido a revisi¨®n y que dentro de dicho marco opera el proyecto de reforma que ha sido aprobado por el Parlamento de Catalu?a. No se puede decir sin faltar a la verdad que la generalizaci¨®n a todas las comunidades aut¨®nomas de las competencias previstas en la reforma del Estatuto de Catalu?a significar¨ªa la desaparici¨®n del Estado.
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