Progreso 'a pie de playa'
Todo legislador sabe que en Espa?a existe una r¨ªgida normativa en cuanto al litoral espa?ol, la famosa l¨ªnea de costa: aproximadamente una franja de tierra de 200 metros de ancho, medida desde la l¨ªnea de marea m¨¢s alta, territorio en teor¨ªa bajo el control m¨¢s estricto del Estado.
Fuertemente legislada, rige en ella una de las leyes m¨¢s claras y tajantes de toda la normativa urban¨ªstica: que es de todos y por tanto no se puede construir en ella. Pero hoy, parece, y no lo digo por lo que hemos visto estos d¨ªas en Cabo de Gata, punta del iceberg, seguimos sufriendo una especulaci¨®n salvajemente descarada en este peque?o borde costero. Y va camino, esta vez s¨ª, de convertirse en una pr¨¢ctica com¨²n generalizada. Baste ver c¨®mo, instalada ya en los medios de comunicaci¨®n de este pa¨ªs a trav¨¦s de promociones varias, se le est¨¢ dando certificado de normalidad. Urbanizaciones costeras en primera l¨ªnea de playa, ciudades de vacaciones directamente encima de una playa, se ha convertido en algo ya normal por el simple hecho de su publicaci¨®n en los medios, donde acompa?ados de otra informaci¨®n seria y fehaciente, se oficializan. Pura estrategia promocional, y as¨ª lo piensan los promotores, absolutamente calculada que da visos de legalidad a lo que es en la pr¨¢ctica pura violencia urbanizadora y claramente una agresi¨®n en toda regla a un paisaje que es de todos.
Producto casi todos ellos de simples recalificaciones municipales y, en el mejor de los casos, movidos por la l¨®gica de la gesti¨®n de las arcas municipales inmediata, se venden como la panacea de la riqueza futura para unos pueblos que en realidad se ven abocados a la pobreza del ma?ana. Con la simple triqui?uela de contarle al paisano "m¨¢s casas igual a m¨¢s gente igual a m¨¢s dinero" se evita cualquier confrontaci¨®n popular inmediata, y as¨ª se gana tiempo para especular. Hecho de estrategia simple donde lo que no se cuenta es el final de la historia: que el dinero de los alquileres de sus casas en verano, ¨²nico sustento ante la precariedad del mar y de la tierra, ya no va a seguir estando, ya que su cliente habitual va a preferir comprar su propio apartamento, por ser siempre una mejor inversi¨®n que un alquiler malgastado en una vivienda que no es suya. Pobreza futura donde el oriundo se ver¨¢ obligado, esta vez s¨ª, a vendersus propiedades para subsistir. Y sino que se lo digan, y pongo s¨®lo un peque?o ejemplo de lo que conozco en Galicia, a pueblos costeros como Portos¨ªn, Porto do Son, Sanxenxo, etc¨¦tera, lista infinita de la emigraci¨®n costera a la que ya se pueden ir apuntando otros como Laxe o Corrubedo, a punto de perecer o ya destrozados por la maldita idea del progreso "a pie de playa".
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