Del Tigris al Manzanares
20 militares iraqu¨ªes siguen un curso de desminado del Ej¨¦rcito espa?ol
A?o y medio despu¨¦s de que el ¨²ltimo soldado espa?ol saliera de Irak, 20 militares iraqu¨ªes han desembarcado en Espa?a. Desde el pasado d¨ªa 5, est¨¢n en la Academia de Ingenieros del Ej¨¦rcito de Tierra, en Hoyo de Manzanares (Madrid), donde asisten al primero de los tres cursos de desminado humanitario que Espa?a se ha comprometido a impartir en el marco del programa de formaci¨®n del nuevo Ej¨¦rcito iraqu¨ª puesto en marcha por la OTAN.
El coronel ?lvaro Michael, director del Centro Internacional de Desminado (CID), creado en marzo de 2002, asegura que el t¨¦rmino humanitario no es un eufemismo del tipo "da?o colateral" o "tranquila zona hortofrut¨ªcola". El desminado humanitario, explica, es el que permite regresar a la poblaci¨®n civil a sus casas, a diferencia del militar, que s¨®lo pretende asegurar la capacidad de maniobra de las unidades propias. "No admite ning¨²n error, por eso es m¨¢s dif¨ªcil", agrega.
La ense?anza no incluye el manejo de los artefactos improvisados que emplea la insurgencia
Es cierto que el problema m¨¢s urgente para los militares iraqu¨ªes no son las minas, sino los llamados IED (Improvised Explosive Device o artefactos explosivos improvisados), que utiliza profusamente la insurgencia. "Pero la orden que tenemos", afirma Michael, "es impartir un curso b¨¢sico de 120 horas, que se limita a minas y municiones de peque?o calibre. Si en el futuro se nos manda otra cosa, lo haremos".
Por eso, un cartel en espa?ol y ¨¢rabe advierte de que est¨¢ prohibido el acceso al laboratorio, donde se instruye en la identificaci¨®n y manipulaci¨®n de distintos tipos de explosivo.
La llegada de los militares iraqu¨ªes ha estado rodeada de todo tipo de cautelas. Para empezar, estaba previsto que vinieran 22, pero dos se quedaron en tierra, sin mayores explicaciones. Algo debe saber el Pent¨¢gono, que no s¨®lo los transport¨® en un Galaxy hasta la base de Mor¨®n, sino que se encarg¨® de su selecci¨®n previa.
Por parte espa?ola, la mayor preocupaci¨®n es no repetir la experiencia de los militares afganos que en 2003 pasaron de hacer novillos a convertirse en inmigrantes irregulares.
Michael asegura disponer de un arma poderosa para conjurar ese riesgo: la persuasi¨®n. El primer d¨ªa, se sent¨® cara a cara con el oficial de alto rango que manda a los iraqu¨ªes y le dijo algo as¨ª como "a usted y a m¨ª nos interesa que esto acabe bien ?verdad?" As¨ª que los hu¨¦spedes se responsabilizan de su propia disciplina y los espa?oles no tienen, hasta ahora, motivo alguno de queja.
Para estimular el inter¨¦s de los alumnos, ¨¦stos reciben una dieta diaria de entre 26 y 32 euros -seg¨²n sean suboficiales o tropa- que se les paga semanalmente en met¨¢lico, con cargo a los 120.000 que cuesta el curso al Ministerio de Defensa, siempre que cumplan con sus obligaciones lectivas.
Por lo dem¨¢s, seg¨²n el coronel, tienen completa libertad para entrar y salir de la academia en sus horas libres, aunque muy pocos lo hagan. No s¨®lo por la barrera idiom¨¢tica o la distancia -la academia est¨¢ a 43 kil¨®metros de Madrid, en pleno Parque Regional del Alto Manzanares-, sino por el miedo que traen pegado a la piel: centenares de militares y polic¨ªas han sido masacrados en los atentados m¨¢s brutales cometidos en Irak desde la invasi¨®n de 2003.
Aunque los an¨¢lisis de inteligencia se?alan que el riesgo para los militares iraqu¨ªes en Espa?a es bajo, cuentan con un sistema de protecci¨®n discreto y efectivo, especialmente con motivo de sus salidas colectivas; al f¨²tbol, a Toledo o a unos grandes almacenes. "Pero es dif¨ªcil aprender en tan poco tiempo a pasear tranquilamente por la calle", reconoce Michael. Cuesta m¨¢s desactivar el odio que las minas.
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