Toco lo que veo
Contemplando Stravinski las procesiones de Semana Santa en Sevilla, con sus correspondientes acompa?amientos, le preguntaron qu¨¦ le parec¨ªa. Y respondi¨®: "Oigo lo que veo". Perfecta, pues, para ¨¦l, la adecuaci¨®n de la m¨²sica a su escena. El reto del compositor brit¨¢nico George Benjamin (Londres, 1960) -al que la Orquesta Nacional dedica estos d¨ªas su anual Carta Blanca- con el Nosferatu de Murnau parece ir m¨¢s all¨¢: no lleva la m¨²sica escrita y, por eso, debe tocar sobre lo que ve, improvisando. El riesgo est¨¢, pues, en que el espectador no oye lo que ve ¨¦l mismo, sino lo que ve, al borde de la pantalla, el creador aqu¨ª doblado en pianista. No es una m¨²sica para, sino una m¨²sica desde, dictada por la secuencia del momento concreto pero tambi¨¦n por lo sucedido y, qui¨¦rase o no, por lo que ha de suceder, pues, como la mayor¨ªa del p¨²blico, ¨¦l tambi¨¦n conoce el desenlace.
George Benjamin
M¨²sica improvisada al piano para Nosferatu, de F. W. Murnau. Filmoteca Espa?ola. Madrid, 23 de noviembre.
Benjamin triunfa en su improvisaci¨®n por lo que ¨¦sta tiene de manifestaci¨®n de impresiones inmediatas a trav¨¦s de una m¨²sica que pone en juego todos los recursos t¨¦cnicos del int¨¦rprete. Y no se trata s¨®lo de si toca el piano mejor o peor -lo hace muy bien-, sino de c¨®mo mueve esa lectura paralela del aficionado a la m¨²sica que debe escucharle mientras ve una pel¨ªcula magistral que, por descontado, se puede contemplar en silencio absoluto, pues, para colmo, es muda. Me refiero a c¨®mo aflora Schumann en los interiores de la casa de Hutter y Ellen o Debussy en el mar, o Messiaen en lo rec¨®ndito del encuentro con el despertar o con la muerte o, claro, Benjamin en todo junto. Luego est¨¢ el uso de los temas recurrentes que definen un personaje o una situaci¨®n. Todo va haci¨¦ndose coherente, se va trabando a lo largo de la pel¨ªcula en un resultado que suscita la admiraci¨®n por el esfuerzo f¨ªsico y mental de un int¨¦rprete que asegura no usar jam¨¢s para una obra posterior lo hallado en estas improvisaciones. Si no fuera as¨ª, perder¨ªan su esencia, la libertad que las atraviesa. Toda una experiencia que no defraud¨® a quienes abarrotaron la Filmoteca en el segundo lleno total que se produce en Madrid en los ¨²ltimos tres d¨ªas para escuchar m¨²sica de nuestro tiempo.
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