'Casa y Jard¨ªn', de Ayckbourn: todo un fen¨®meno
Uno de los acontecimientos teatrales de la temporada catalana no ha sucedido en Barcelona sino, sorpresa, en el flamante y descentralizad¨ªsimo Centro de Artes Esc¨¦nicas de Reus, de peligroso anagrama (CAER), aunque su director, Ferran Madico, ha demostrado con un doble golpe que tambi¨¦n se puede caer hacia arriba. El doble golpe es Casa y Jard¨ªn (House and Garden), de Alan Ayckbourn, el rey de la comedia inglesa, un caballero especializado en complicarse la vida, marcarse retos estructurales y juegos esc¨¦nicos con el "m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa" como lema. Su terreno de juego es el vodevil ¨¢cido, los tormentos de la vida matrimonial, las frustraciones y pavoneos de la clase media y las venalidades de la clase alta. Para citar tan s¨®lo unos pocos ejemplos, mencionemos la simultaneidad en un mismo escenario de tres alcobas y tres parejas (Bedroom Farce), o el mismo espacio en tiempos alternos pero coincidentes (el comedor de How the Other Half Loves), o el corte en secci¨®n (modelo 13 Rue del Percebe) del edificio de Taking Steps, culminando en la locura combinatoria de las 16 escenas alternativas de Intimate Exchanges, que Resnais llev¨® al cine, en versi¨®n reducida, en Smoking/No Smoking.
La obra se ha convertido en un fen¨®meno local, con todo Reus corriendo de un local a otro
A Sir Alan le encanta sobremanera jugar con lo que sucede "fuera de campo", y Casa y Jard¨ªn tiene sus m¨¢s directos precedentes en Absurd Person Singular (con los personajes progresivamente encerrados en la cocina, mientras buena parte de la acci¨®n, que no vemos, se desarrolla en el comedor) y, sobre todo, The Norman Conquests, la historia de un libertino inocente contemplada desde tres ¨¢ngulos: comedor, sala de estar y terraza. Casa y Jard¨ªn, un cruce entre Fawlty Towers y La r¨¨gle du jeu, es la definitiva vuelta de tuerca de ese procedimiento: una sola comedia partida en dos mitades, que se representa "simult¨¢neamente" en dos teatros, con los mismos personajes y, naturalmente, los mismos catorce actores. Esto quiere decir, de entrada, que los c¨®micos se pegan un tute de campeonato: acaban una escena en la "casa" y han de correr al teatro vecino porque la acci¨®n contin¨²a en el "jard¨ªn", y viceversa. Much¨ªsimo viceversa: hay que cronometrar cincuenta viajes y, claro est¨¢, todas las acciones esc¨¦nicas para que no haya tiempos muertos.
Elegir este double bill para inaugurar el Centro de Artes Esc¨¦nicas de Reus ha sido, como dec¨ªa, un golpe de genio, porque eso le ha permitido a Madico "unir" dos espacios y dos p¨²blicos cordialmente enfrentados (el Fortuny y el Bartrina, algo as¨ª como el Mar¨ªa Guerrero y la sala Olimpia de la ciudad tarraconense) ganando la dificil¨ªsima apuesta en todos los frentes: un reparto de primeras figuras, una espl¨¦ndida escenograf¨ªa de Joaqu¨ªn Roy, un precioso vestuario de Merc¨¦ Paloma y una direcci¨®n de reloj suizo. La acci¨®n transcurre, como sus t¨ªtulos indican, en la casa y el jard¨ªn de los Platt, Teddy y Trish, un matrimonio en alza financiera y bancarrota sentimental, a lo largo de un s¨¢bado de agosto, entre las ocho de la ma?ana y las seis de la tarde. Casa, la m¨¢s fren¨¦tica de las dos, una verdadera m¨¢quina de risas, comienza cuando Teddy Platt (Andreu Benito, puro John Cleese) est¨¢ esperando la visita de Gavin Ryng-Mayne (el siempre inquietante Pep Tosar), escritor y pol¨ªtico tory, un Trigorin siniestro que jugar¨¢ todas sus cartas para utilizar a Teddy como tonto ¨²til en las elecciones y, de paso, seducir a Sally (Mar Ulldemolins), la lolitesca y trepadora hija del matrimonio. El problema es que Trish (Rosa Novell, m¨¢s Anette Bening que nunca) ha decidido ignorar por completo a su marido, literalmente como si no le viera, al descubrir que est¨¢ liado con Joanna (Rosa Renom), esposa de Gilles (Ricard Borr¨¢s), el mejor amigo de Teddy. Esa misma ma?ana, Teddy ha roto con Joanna para no enturbiar su inminente carrera pol¨ªtica, y Trish acaba de contarle a Gilles la verdad del affaire. En ese clima de gran concordia hace su entrada Lucille Cadeau (Maria Lanau), una actriz francesa en decadencia que no puede probar una gota de alcohol, y que ha de inaugurar la tradicional fiesta campestre en el jard¨ªn de los Platt. Casa es una comedia redonda, perfecta, quiz¨¢ la mejor que Ayckbourn ha escrito en los ¨²ltimos a?os, pero algunos de sus personajes s¨®lo desarrollan plenamente sus historias en Jard¨ªn, una farsa al principio chejoviana que acaba resultando una versi¨®n atomizada y negr¨ªsima del Sue?o de una noche de verano: el lenguaje como tapadera, parece decirnos Ayckbourn, es patrimonio de la clase alta; al "servicio" s¨®lo le queda el sexo sin palabras, el slapstick violento y la locura como v¨ªas de escape para la incomunicaci¨®n acumulada. El jardinero Warn (Xavier Capdet) est¨¢ liado con Pearl (Merc¨¨ Mart¨ªnez), la hija de su esposa Izzie (Carme Fortuny); el rol de los fools corre a cargo de Barry (Carles Mart¨ªnez), el temible maestrillo local, y su atribulada esposa Lindy (Llu?sa Castell), que convierten la preparaci¨®n de la fiesta en una escalada de desastres: todo se rompe, todo se derrumba, sobre todo la salud mental de la pobre Joanna (la conmovedora Rosa Renom), el personaje m¨¢s amargo.
El gran momento de Jard¨ªn es la maravillosa escena en la que el ad¨²ltero Teddy y la alcoh¨®lica Lucille se confiesan sus penas, borrachos perdidos y zambullidos en la fuente, m¨¢s all¨¢ del lenguaje, sin comprender una palabra de sus respectivos idiomas pero entendi¨¦ndose y acerc¨¢ndose como nunca. Casa y Jard¨ªn, en traducci¨®n de Joaquim Mallafr¨¦, se ha convertido en un fen¨®meno local, con todo Reus siguiendo las peripecias de la herc¨²lea compa?¨ªa dentro y fuera de los teatros, hasta alcanzar la bonita cota de 9.000 espectadores en tan s¨®lo diez d¨ªas: todo un triunfo. Al olor del ¨¦xito han llovido las ofertas para un transfer que tendr¨ªa lugar en Barcelona la pr¨®xima temporada, en dos salas vecinas, y no es aventurado adelantar que lo mismo va a suceder en otros puntos de Espa?a.
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