La banalizaci¨®n del franquismo
A mi amigo Juan Goytisolo, cuya lectura
de la transici¨®n es nuestro primer disentimiento
Cada a?o, el aniversario de la sublevaci¨®n militar o de la muerte del dictador son ocasiones para comprobar c¨®mo se aten¨²a el rechazo del execrable r¨¦gimen que nos impuso durante 40 a?os el general Franco. Es m¨¢s, para buen n¨²mero de lectores de EL PA?S, el adjetivo con el que acabo de calificarlo les parecer¨¢ excesivo y demag¨®gico, cuando en Francia y en Alemania la mayor¨ªa de sus ciudadanos lo considerar¨ªan adecuado si se tratase de designar al r¨¦gimen de Vichy o a la experiencia nazi.
Esta distinta visi¨®n se ha traducido en la diferencia de tratamiento medi¨¢tico del 30? aniversario de la muerte de Franco en Espa?a y en la Europa democr¨¢tica. Mientras en nuestro pa¨ªs la celebraci¨®n del acceso de Juan Carlos a la Jefatura del Estado ha fagocitado el fin del dictador, los medios franceses y alemanes, entre otros, han hecho de la desaparici¨®n del general Franco su noticia central. Pregunt¨¢ndose de paso por el resurgimiento de la voluntad pol¨ªtica de la Iglesia cat¨®lica espa?ola, manifestada en su beligerancia contra la pol¨ªtica educativa del Gobierno y contra la permisividad en temas de moral sexual.
Los obispos promoviendo manifestaciones y el clero reclutando manifestantes, recordaba, seg¨²n varias emisoras francesas, a Franco presidiendo procesiones bajo palio y celebrando la alianza del trono y el altar. En un debate universitario sobre la transici¨®n espa?ola, la cuesti¨®n central fue la de la relaci¨®n entre la modalidad de la transici¨®n y la creciente aceptabilidad del franquismo como un periodo m¨¢s de la historia de Espa?a. All¨ª se record¨® que el r¨¦gimen de Franco, a diferencia de los de Vichy, el fascista y el nazi, no fue derrotado, sino que se autotransform¨® en una democracia otorgada por las fuerzas sociales dominantes y sus representantes pol¨ªticos. De hecho, cuando a partir de la primavera de 1976 el Partido Comunista renunci¨® al enfrentamiento pol¨ªtico frontal y a las manifestaciones en la calle, al poder heredofranquista le result¨® f¨¢cil negociar consigo mismo. De todo ello me he ocupado con alg¨²n detalle en mis libros Del franquismo a una democracia de clase, Akal editor, 1977, y Diario de una ocasi¨®n perdida, Editorial Kair¨®s, 1981, y en los art¨ªculos, publicados a lo largo de los ¨²ltimos 20 a?os en este peri¨®dico. Se ha pretendido que el establecimiento de la democracia s¨®lo pod¨ªa practicarse pactando con los herederos del franquismo porque la derecha para autoritaria era mucho m¨¢s poderosa en aquellos a?os que la izquierda democr¨¢tica. Pero el argumento olvida que s¨®lo ella ten¨ªa legitimidad para conceder patente democr¨¢tica al nuevo sistema pol¨ªtico y que sin ella ese sistema no pod¨ªa prosperar. El gran argumento de los defensores de la autotransformaci¨®n mansa del franquismo era el riesgo de involuci¨®n hacia un nuevo r¨¦gimen autoritario, si se intentaba ir m¨¢s all¨¢. Lo que es ignorar que desde que Vernon Walters se reuni¨® en 1971 con Franco en nombre de Nixon y se pact¨® la entronizaci¨®n de Juan Carlos de Borb¨®n como sucesor del dictador, todo qued¨®, como relata certeramente Joan Garc¨¦s, "atado y bien atado". Se eliminaba con ello la posibilidad de cualquier golpe de Estado involucionista, pero adem¨¢s la existencia de un Ej¨¦rcito destinado a entrar en la OTAN y de una ciudadan¨ªa particularmente moderada lo hac¨ªan inviable. Pero si esto fue as¨ª, ?por qu¨¦ no se insisti¨® en la negociaci¨®n con los heredofranquistas en cerrar m¨¢s democr¨¢ticamente los grandes temas y se nos transmiti¨® una realidad pol¨ªtico-institucional que ten¨ªa que conducir al sectarismo de los partidos, al rechazo de la pol¨ªtica y con el "caf¨¦ para todos" en el tema de la organizaci¨®n territorial a una situaci¨®n permanentemente explosiva? Los vencidos de la Guerra Civil han sido tambi¨¦n los vencidos de la democracia. El Parlamento espa?ol no ha condenado nunca el franquismo, y Fraga, apoyado en sus ¨¦xitos electorales en Galicia, sigue afirmando que la dictadura es uno de los reg¨ªmenes que m¨¢s han hecho por Espa?a; y en vez de procesarlo como se har¨ªa en Alemania si lo afirmase del nazismo, se le eleva a la condici¨®n de padre de la patria democr¨¢tica. Frente a quienes piensan que nuestra transici¨®n fue mod¨¦lica o que ya hemos hablado bastante del tema, yo sigo opinando que la lucha por las libertades y la resistencia ciudadana constituyen el inesquivable marco de la democracia espa?ola y que sin ¨¦l todo se queda en simple ingenier¨ªa institucional.
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