Manuel Vicent
Presenta Manuel Vicent en la Residencia de Estudiantes su espl¨¦ndida novela Ver¨¢s el cielo abierto (Alfaguara) en un memorable di¨¢logo con la periodista Concha Garc¨ªa Campoy, quien dio con sus infinitas tablas una lecci¨®n de la m¨¢s alta profesionalidad. Ella condujo el di¨¢logo con una maestr¨ªa que hizo brillar extraordinariamente a Manuel Vicent, que, adem¨¢s de ser el grand¨ªsimo escritor que es, es un magn¨ªfico actor. Concha Garc¨ªa Campoy intervino exclusiva y brevemente cuando el discurso de Vicent corr¨ªa el riesgo de empezar a ser largo. El corte oportuno del discurso por tan espl¨¦ndida entrevistadora hizo que el acto se convirtiera en una fiesta. La agudeza de los juicios de Vicent, su generosidad a la hora de abrir su coraz¨®n -ya se sabe esa v¨¢lvula que s¨®lo bombea sangre, pero ?no es la sangre lo que nos emociona?- y su corrosivo humor, que ti?e de feroz alegr¨ªa todo lo que dice, nos hizo pensar y re¨ªr. Y hasta llovieron bromas de Vicent sobre algunos asistentes: silencio sus nombres por prudencia cristiana.
En dos momentos del di¨¢logo -pues eso fue el acto un di¨¢logo: dos voces que hablan y escuchan- dijo textualmente Vicent que se gasta un dineral en la consulta de un psic¨®logo: en la consulta se tumba en un div¨¢n y le cuenta al sacamantecas -en el sentido, sobre todo, de que manteca es pasta- lo que le pasa por el cerebro. Pero Vicent no debe tener miedo a ese gasto. ?l es un aut¨¦ntico fenicio y es evidente que ya lo est¨¢ rentabilizando. Ver¨¢s el cielo abierto no ser¨ªa probablemente el libro que es -un libro que baja a los s¨®tanos vaticanos del cerebro y hurga en las llagas familiares: ese padre tan guapo como autoritario y esa madre que admira extraordinariamente al marido pero que es incapaz de besar a su hijo a lo largo de una vida- sino que ser¨ªa un libro escrito con m¨¢s pudor y, en consecuencia, con mucho menos inter¨¦s para el lector. Quien tiene la humildad de ir a un psic¨®logo, le abre su alma m¨¢s o menos de par en par y luego, adem¨¢s, afloja la mosca por este acto -que Manuel Vicent calific¨®, con humor, de idiota- est¨¢, obviamente, mejor dispuesto para dejar ver en su literatura la zona de frustraciones que, naturalmente, es una zona com¨²n a todos los seres humanos, incluidos nuestros antepasados los chimpanc¨¦s.
La actriz y cantante Leonor Watling ley¨® unos fragmentos cuya entonaci¨®n y arte me abstengo de juzgar por la simple raz¨®n de que ignoro si cobr¨® o no cobr¨® su intervenci¨®n o quiz¨¢ pag¨® por actuar: y lo digo, por supuesto, sin la m¨¢s leve intenci¨®n de ofensa para tan excelente actriz pues ya digo que el propio Manuel Vicent, que es un conversador magn¨ªfico, ha contado que paga peri¨®dicamente para que lo escuchen. ?Por qu¨¦ no podr¨ªan, pues, pagar los actores por sus intervenciones? Y volviendo a la intervenci¨®n de Leonor Watling, que a m¨ª me intrig¨®, hay que recordar que, si uno cobra por leer es el proveedor de un servicio y, en consecuencia, debe esforzarse en vocalizar. Pero si uno paga por leer ya no es proveedor de un servicio sino que adquiere el inexpugnable rango de cliente que lo catapulta al trono de Dios Padre. El norteamericano Philip Kotler, un genio absoluto de la mercadotecnia, certifica el car¨¢cter divino del cliente cuando proclama estos dos principios que a todos nos asisten cuando pagamos por un producto o un servicio: "Regla 1: El cliente siempre tiene raz¨®n. Regla 2: si el cliente se equivoca, retroceda a la regla 1". Al leer Leonor Watling unos fragmentos de Ver¨¢s el cielo abierto ?fue quiz¨¢ catapultada por los ¨¢ngeles al trono ¨¢ureo de Dios Padre? De cualquier forma, yo o¨ª a varias personas que dijeron que ella hab¨ªa le¨ªdo muy bien.
Y para contrarrestar los efectos de los efluvios viperinos de la presencia fantasmal de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez que bautiz¨® en su d¨ªa a la zona donde ahora se alza la Residencia de Estudiantes como la Colina de los Chopos, antes de la presentaci¨®n de la novela - en este g¨¦nero sit¨²o Vicent su libro en el acto-, visit¨¦ all¨ª mismo la maravillosa exposici¨®n titulada Las islas invitadas dedicada al malague?o Manuel Altolaguirre en el centenario de su nacimiento. Esta soberbia exposici¨®n se clausura hoy s¨¢bado, a las 20.00, en la Residencia de Estudiantes. Fui, pues, de Manuel a Manuel que significa en hebreo Dios con nosotros: y, por tanto, aqu¨ª Dios con nosotros al cuadrado.
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